miércoles, 20 de noviembre de 2013

"DIOS ME PUSO AHÍ PARA SALVAR AL NIÑO": OSCAR ZAMARRIPA

Saltillo.- Nunca le gustaron los súper héroes, tampoco tuvo un ejemplo paternal que le diera la dirección ni que lo salvara cuando estuvo en peligro, pero está convencido de que Dios lo usó como un instrumento para salvar a Yahir de ser arrastrado por la corriente en el arroyo Ceballos.

Rodeado de su familia y su esposa Monserrat, quien nunca imaginó la hazaña que protagonizaría su joven esposo luego de que lo vio enlodado y lleno de espinas, Óscar Zamarripa cuenta la historia que a sus 21 años lo ha marcado.

De tez blanca, pestañas pobladas y una amplia sonrisa confiesa que siempre fue un niño inquieto, recuerda que una vez tragó una moneda de 5 pesos y otro día se cayó de la bicicleta desde el techo, pero ahora que es padre sabe que un hijo es el reglo más preciado, por eso nunca pensó en que al saltar al arroyo para salvar al niño de 11 años ponía en riesgo su vida.
Una decisión
Óscar se dirigía a hacer el súper con su esposa, pero al ver el tráfico en el bulevar Otilio González bajó del auto para saber qué sucedía, la gente le dijo que un niño había sido arrastrado por la corriente y se decidió a buscarlo porque nadie hacía nada, sólo estaban atónitos viendo el agua.
Lo acompañaron otras tres personas, un tío del niño y otra persona que no sabe quién es, caminaron más de 100 metros y el tío del menor quiso cruzar el río pero también fue arrastrado por la corriente, y en ese momento decidió salir a buscar algo con qué apoyarse para no correr la misma suerte.
“El señor iba maromeando, le gritamos agárrate del árbol, y sí nos escuchó, corrimos para ver con qué sacarlo, y estaba un taller donde arreglan tráileres que estaba abierto, entré y vi una manguera fue lo único que encontré, una manguera larga, llegué al sitio no podíamos alcanzarlo desde donde estábamos, me amarré la manguera por si me llevaba el agua para que no fueron dos, sí me dio miedo y todo y brinqué al agua, pero caí en un lugar no muy hondo y como pude crucé el agua y le dije a otro compañero que cruzara conmigo”, relata.
Estaban a punto de rescatar al hombre quien ya estaba bien asegurado con las ramas de un árbol pero escucharon la voz del pequeño que gritaba desesperado y a punto de ser arrastrado por la corriente, no lo pensaron dos veces y fueron por él.
El rescate
Óscar sabía nadar y antes practicaba box, con su complexión delgada pero fuerte, sabía que podía rescatar al niño, confió en él pero sobre todo confió en Dios y decidió exponer su vida.
“Llegamos a donde estaba el niño que estaba atorado en las ramas se lo estaba llevando el agua, le dije al chavo amárrame y me bajas, pero el chavo se desesperó y saltó a donde estaba el niño, le hice un lazo porque él no sabía hacer nudos, lo ató del pecho del niño y le dimos indicaciones al niño de cooperara con nosotros”, dice.
En la cara del pequeño Yahir había angustia y dolor en todo su cuerpo pero confió en sus héroes, el otro hombre le ató la manguera y se lo pasó a Óscar quien lo sujetó y lo llevó a tierra firme primero jalando la manguera y después en su espalda en “camachito”.
“Cargué al niño porque no tenía zapatos y estaban sus pies todos sangrados, sentía muy feo y estaba todo cansado pero nada te importa, en esos momentos lo que quieres es salvarlo, lo que quería es que saliera con vida”, dice.
Con la rodilla lastimada pues dos veces se resbaló en las orillas del pedregoso arroyo llevó al pequeño Yahir a los brazos de su madre, para entonces ya estaban llegando los soldados y los bomberos.
El mayor reglo que se llevó Óscar fue escuchar la palabra “Gracias” y el primer abrazo que recibió fue el de la madre del niño.
“Ella me dijo gracias, le dije que le diera gracias Dios que salió con vida, la vida de un niño vale más, nosotros ya vivimos poquito más”, dice.
Un instrumento de Dios
“Yo sé que Dios me puso ahí para salvar al niño, que Dios me usó, Dios me ha ayudado en mi casa, en mi familia, Dios ha cambiado mi vida porque yo tenía una vida no muy buena, Dios me puso ahí para rescatar a este niño”, dice el joven mientras observa sus tatuajes, esos que forman parte de su pasado.
“Los tatuajes fue parte del proceso de mi antigua vida que llevaba, yo andaba en malos pasos, ahora ya no me junto con nadie, voy de la casa al trabajo, estoy dedicado a mi hijo, porque la calle no trae nada bueno”, reconoce.
Sus ojos se ponen cristalinos cuando confiesa que nunca conoció a su padre, algo que aún le duele, y sin embargo, su instinto paternal lo orilló a salvar la vida de Yahir, pues desde hace dos meses y medio sabe lo que es tener un hijo: Iker.
Su vida nunca ha sido fácil ni de niño ni ahora que empieza a construir su familia, tiene cinco hermanos y durante muchos años vivió en la colonia González en la casa de su abuela junto a su madre.
Óscar ha dejado a un lado sus añoranzas para tratar de salir adelante con su bebé en medio de su dura relidad: “mi prioridad ahorita es mi niño y nosotros después partimos el taco en dos”.
‘Me asusté bastante y me puse a llorar’
Por: Rosendo Zavala
Tras la pesadilla que vivieron en las feroces aguas del arroyo Ceballos, los primos que se salvaron de morir ahogados retornaron a sus actividades diarias y narraron lo acontecido aquella fatídica tarde, donde una sandalia estuvo a punto de causarles la muerte.
Con el rostro chapeado por el sol que bañaba sus mejillas, Aldo caminó presuroso desde la escuela hasta llegar a su casa en la colonia La Herradura, mientras sus compañeros de clase lo miran con asombro por la suerte que tuvo en medio de la tormenta.
Mientras Janeth recordaba que una travesura fue lo que motivó que su hijo se pusiera a jugar con Dilan brincando el cauce de la creciente, éste ratificó en palabras la potencial tragedia que tomó forma cuando “algo” salió volando por la fuerza del agua.
“Estábamos viendo a ver quién saltaba más en el canal pero de repente a él (Dilan) se le fue una chancla, entonces se quiso agachar para recogerla pero se lo llevó el agua, yo quise ayudarle pero me asusté mucho y me puse a llorar.
“Como quiera estuvimos ahí, pero un señor se metió para sacarlo del agua y a mí me trajo a la casa otro señor que iba pasando en ese rato, me asusté bastante y pensé qué iba a pasar…pues no sé, pero me puse a llorar”, dijo Aldo con la incertidumbre aún tatuada en la cara.
A su lado, Janeth lo miraba con templanza para luego intervenir en la charla, asegurando haberle dicho reiteradamente que Ceballos no es un arroyo cualquiera, es un río que cuando llueve produce mucha agua y cosas malas podrían pasar.
Con algunos golpes que no ameritaron atención médica, el estudiante de quinto año de primaria volvió a los libros y las enseñanzas de su edad, sin poder espantar de su memoria el instante en que todo pudo haber cambiado gracias a la imprudencia.
Por su parte, Dilan salió del internamiento en que se encontraba al filo de las 4:00 horas de ayer, cuando los galenos del Seguro Uno lo dieron de alta tras determinar que las escoriaciones sufridas en el cuerpo no ponían en riesgo su integridad física.
Felicitaciones no terminan; es ‘el hijo pródigo’ de la colonia
Por: Rosendo Zavala
Orgullosa de la odisea que cambió la vida de su hijo para siempre, doña Silvia grita su suerte y agradece al cielo que lo haya cuidado en tan complicado momento, mientras los vecinos comienzan a reconocerlo como “el hijo pródigo” de la Universidad Pueblo.
Con la mirada nublada por el sentimiento que le quiere traicionar, la mujer que se gana la vida vendiendo tamales decidió recargarse en la barda rosada que sostiene su casita, mientras respira hondo para sacar el orgullo que crece a cada instante.
Y es que convencida de que la lluvia del lunes es el parteaguas del antes y el después, afirma que cada movimiento de la familia es todo un acontecimiento en la calle Carlos Fuentes, donde por años creció su hijo Óscar, que con euforia le dijo de viva voz lo que le había pasado.
“Me quedé sorprendida cuando lo vi llegar todo mojado y chuequeando, pero estaba tan feliz que nos contó todo y la forma como lo hizo, dice que no le pensó para meterse al agua, estoy muy orgullosa de él.
“Apenas venía para la casa porque hace poco se cambió a la Loma Linda, fue antes de llegar cuando vio lo que estaba pasando y detuvo el carro para ayudar a los niños que se andaban ahogando, dice que se siente feliz por lo que le pasó pero más por ayudar a la gente”, dijo emocionada.
Gran hazaña
Desde el lunes por la noche, la vivienda de los Zamarripa ya no es la misma, porque cada portazo tiene consecuencias agradables para los parientes del héroe civil, que cuentan incansablemente los comentarios del tendero, el vecino y hasta los gobernantes que les salen al paso para felicitarlos por la hazaña de Óscar.
Doña Silvia detalló cómo el joven se convirtió en el centro de atención de las altas esferas gubernamentales, que reconocieron su labor del que se enteró todo Saltillo.
“Ojalá que la suerte le cambie porque lo necesita, en la cuadra todos me han platicado de lo orgullosos que se sienten por lo que él hizo, también le habló Jericó y hasta l gente del Gobernador quiere hablar con él, vamos a ver cómo le va en el futuro, ojalá que mejor”, manifestó la mujer.


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