Actores de prácticamente todas las esferas políticas, señalan que el alcalde
del puerto ha fallado en la correcta aplicación del Ramo 33, mostrándose
incongruente con sus posturas y burlándose de sus críticos. “Falta sentido común
en esta administración”, acusa Ana María Fuentes Díaz, ex diputada local y
actual candidata del PRD por el Distrito 3. “No hay congruencia entre su pensar,
decir y hacer”, puntualiza Héctor Ramos Covarrubias, ex diputado federal
panista.
Ricardo Meza Godoy
Nadie tiene duda que durante un año y cuatro meses, la gestión del actual
gobierno municipal de Ensenada ha sido un desorden. Simplemente flota a merced
de las circunstancias.
En mayor medida, esto ha sido responsabilidad de un alcalde que en
numerosas ocasiones, ha evidenciado tomar decisiones en base a mero capricho.
Una desordenada administración que a algunos sorprendió, y otros, dijeron, ya la
veían venir.
Quienes visualizaron el destino que le deparaba al gobierno
municipal, al territorio más extenso de Baja California, a 23 delegaciones, a la
ciudad científica y puerto turístico, fueron justamente aquellos que ya conocían
a Enrique Pelayo Torres, nuestro presidente municipal y líder electo, cuyo
arribo al poder fue, desde el principio, circunstancial.
Resultó incómodo hasta
para sus propios correligionarios, quienes, sin necesidad de hablar, comunican
sus desacuerdos con arqueo de cejas y desvíos de miradas.
Pucheros, reclamos y dudas sobre las decisiones de Pelayo, han
sido lanzados al aire durante ya casi media administración, por priistas,
perredistas, panistas, petistas, panalistas, pevecistas y pesistas; empresarios,
académicos, gobernantes y funcionarios de distintos poderes.
Decenas de líderes de sectores le han reclamado en algún momento
ser incoherente en sus posturas, carecer de orden en su trabajo, ser un político
inhábil, de manifestaciones diplomáticas que no le han alcanzado para mantener
un equilibrio dentro y fuera del XX Ayuntamiento.
Su actuar ha derivado en la adhesión al glosario bajacaliforniano
del término “pelayada”, cuya explicación más clara para aquellos que desconocen
la expresión, se aproxima a la definición de “cantinflear”, pero añadiéndole un
final desastroso.
Quien no te conozca, que te compre
Miembro del Grupo Madrugadores de Ensenada, Enrique Pelayo es
ampliamente conocido entre sus integrantes, en su mayoría viejos políticos,
funcionarios, académicos y empresarios locales, quienes cada lunes por la
mañana, devoran alguna conferencia de representantes de algún sector público o
privado. Los escuchan, les hacen preguntas y, al final, los apapachan.
La agrupación ha destacado no sólo por, en un acto de inercia,
hacer evidente la manera de operar de Pelayo, participando a principios del año
pasado en una votación a petición de su compañero de grupo, donde se decidiría
la ubicación del Carnaval de Ensenada 2011; sino por mantener una actitud hacia
el primer edil similar a la que se aprecia en el Cabildo del XX
Ayuntamiento.
Aquel día, los Madrugadores simplemente votaron sin reflexionar
(al menos no lo hicieron evidente) en su actuar, y en lo serio de la forma del
asunto que se les había puesto en la mesa.
Levantaron la mano como esperando
poder cambiar aquello que no les correspondía cambiar de esa manera, pero lo
intentaron. Participaron y dejaron ser a su amigo y alcalde Pelayo, aun frente a
un acto irregular, que en realidad no era un juego. En el Cabildo pasa lo
mismo.
Las recurrentes aprobaciones al vapor en temas de impacto en el
futuro económico y social de Ensenada, como ha sido el incremento a las tarifas
del transporte público, las solicitudes de créditos millonarios, la aplicación
de recursos del Ramo 33, o los programas con recursos del Subsidio para la
Seguridad de los Municipios, las exponenciales facultades otorgadas a la otrora
funcionaria de tercer nivel Edith Méndez Martínez, el debilitamiento del
Instituto Municipal de Investigación y Planeación, etcétera.
Todas han pasado
por un Cabildo, donde algunos de los representantes de partidos de oposición han
manifestado la irregular, e incluso ilegal, forma de tomar decisiones de Pelayo,
pero pocos proceden más allá de su declaración ante el micrófono.
El alcalde de Ensenada ha operado impunemente, dentro y fuera del
gobierno.
Se ha burlado de la crítica hecha por integrantes del Cabildo, los ha
amedrentado, les ha cantado un tiro “ahí afuera”, les ha presentado un
informe que la mayoría criticó, pero nunca actuaron contra él por vías
formales.
De la Sindicatura Municipal, que en un principio anunció una
cacería de brujas por la “bancarrota” en la que se habían dejado las finanzas
municipales, no han salido sanciones.
Como tampoco ante la desvergonzada falta
de transparencia de las finanzas municipales actuales, que se dicen pero no se
muestran, se piden y se entregan a medias.
Impunidad que se acumula y se hace evidente en las dependencias,
como el robo de cableado en instalaciones del Instituto Municipal del Deporte,
que derivó en descuentos arbitrarios a los empleados de la Unidad Deportiva
Valle Dorado, juzgados y culpados por sus jefes.
Empleados que de no hacer
público el problema, no hubieran tenido de vuelta su dinero, cuyo pedido por
justicia costó el despido del administrador Miguel Gaytán, aun cuando las
investigaciones no concluyen.
Asimismo, impunidad en el manejo de recursos del Carnaval de
Ensenada, controlado por un Patronato que se ha reído de la rendición de cuentas
ante un evento que sí recibe capital público.
Perspectivas
Quienes conocen a Enrique Pelayo, afirman que sabían que las cosas
serían así, que tal y como maneja sus negocios, operaría la administración
municipal: desordenadamente.
Amigo durante décadas de Enrique Pelayo Torres, uno de los
integrantes del Grupo Madrugadores de Ensenada, el ex diputado federal panista
Héctor Ramos Covarrubias, declaró a ZETA que, desde su
perspectiva, la actual gestión al frente del XX Ayuntamiento “carece de todo
principio de ética”.
Y no lo dice al tanteo. Ramos retoma las declaraciones hechas por
el propio Pelayo sobre cómo actuaría en caso de ser presidente municipal.
Como
ejemplo, recordó la firme postura expresada por Pelayo durante su precampaña en
torno a la práctica de los gobiernos locales de vender predios municipales para
pagar deudas.
Algo que realizaron los últimos ayuntamientos panistas y que
Pelayo rechazaba tajantemente. Decía que él no haría eso.
Como presidente municipal, cambió y ha estado subiendo ante el
Cabildo, y se le han aprobado, peticiones para vender terrenos justamente para
pagar deudas.
Cientos de terrenos. “No hay congruencia entre su pensar, decir y
hacer”, expresó Ramos.
Al cuestionarle si ve posibilidades de cambio, respondió: “No, no
hay posibilidad de cambios”.
Por otro lado, reflexiones hechas por el regidor Alberto Moreno
Garayzar, del Partido Nueva Alianza (PANAL), en torno a la gestión de Enrique
Pelayo, así como de Fernando García Sámano, candidato a diputado federal por el
mismo partido, fueron en el mismo sentido.
“A la administración municipal le ha faltado rumbo, creo que está
operando bajo la inercia misma de la propia estructura administrativa, porque no
hay un proyecto ni acciones, ni políticas definidas que todos conozcamos que le
estén abonando a un programa a corto plazo, por lo menos; ya ni hablar de un
mediano o largo plazo, de eso sí no tenemos absolutamente nada”, afirmó
Sámano.
“Cada dependencia está haciendo parte de su trabajo, pero lo hacen
de manera aislada. No se trata nada más de sacar programas sociales, sino
también creo que de obra, de la reingeniería administrativa, la reingeniería
organizativa de la misma administración, que le darían mayores beneficios a la
gente en este momento y en un futuro, y que sí se pueden hacer
independientemente de que haya o no haya recursos”, expuso el candidato por el
Distrito 3.
La carencia de recursos ha sido un argumento recurrente de Enrique
Pelayo, sin embargo, refirió Sámano, el actual gobierno municipal ha tenido un
presupuesto histórico para Ensenada.
Para Moreno Garayzar, el tema económico es definitivamente el
asunto central en el XX Ayuntamiento, las cosas giran en torno al dinero, aunque
afirmó que los problemas de la gestión municipal son en su mayoría por una mala
administración más que por falta de recurso. Incluso atribuyó cifras: un 70 por
ciento a la mala administración, y un 30 por ciento a la falta de recursos.
Para Ana María Fuentes Díaz, ex diputada local y actual candidata
por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la diputación por el
Distrito 3, una de las principales afectaciones que ha generado la
administración de Pelayo ha sido en la aplicación del Ramo 33, que no ha llegado
de la manera en que, se suponía, sería administrado a las zonas más
necesitadas.
“En el año pasado, que fue la primera actividad que tenía que
hacer el Consejo Electo del Fondo Municipal, se retrasó la actividad, empezó muy
tarde, estaban a punto de perderse los recursos porque hay tiempos para
ejecutarlos y no lo habían hecho. Hasta ahorita, en estas fechas que tiene cada
año el Consejo designado en el primer año de ejercicio, debe de continuar y
cumplir los tres años, revisando, integrando las peticiones de las diferentes
colonias, de los diferentes consejeros municipales, para que cada año se puedan
ir resolviendo algunas necesidades de nuestras comunidades; pero hasta la fecha
ya estamos en marzo, y todavía no ha tenido reuniones este Consejo”, indicó
Fuentes, para complementar:
“Hasta ahorita hay varios vecinos de diferentes colonias, que
sabemos que son consejeros y todavía no los han convocado, ni siquiera para
revisar las peticiones o las solicitudes de las comunidades”.
Según la ex diputada, el gobierno de Enrique Pelayo comenzó “con
mala puntería” y carente de oficio político y social en lo que se refiere a la
atención a los ciudadanos, con programas que no se cumplen como debe ser: “Falta
sentido común en esta administración”.
Otro de los temas importantes y relacionado con la atención a la
comunidad, tiene que ver con la operación de dependencias, como es el caso de la
Secretaría de Desarrollo Social del gobierno municipal, que fue dejada acéfala,
nuevamente en la semana anterior, tras la salida de Sonia Blancket López, quien
solicitó licencia para separarse de su cargo y dedicarse a coordinar la campaña
de Enrique Peña Nieto en Ensenada.
La dependencia ha sido una de las más afectadas del XX
Ayuntamiento, al registrar la salida de su titular original y amigo cercano a
Enrique Pelayo Torres, José Enrique Gastélum Ramírez, el posterior vacío en su
titularidad durante meses y la entrada de Sonia Blancket, quien anteriormente se
desempeñaba como titular de Relaciones Públicas en el gobierno municipal.
Situación que para Fuentes Díaz es inaceptable: “El presidente
(municipal) debe tomar en serio el trabajo, porque no puede dejar un programa
(Ramo 33) que está esperando la gente cada año para poder llevarse soluciones a
sus comunidades, no puede dejarlo acéfalo, urge que nombren el titular de esa
área. A lo mejor sí quiere que deje la presidencia municipal, pero ya con todas
las áreas ocupadas… el desarrollo social no lo pueden dejar acéfalo, es poco
serio también de la titular salirse nada más así, a unos días de que se tienen
que tomar decisiones para dónde se canalizan los recursos, es
irresponsable”.
Y es que el martes 27 de marzo, el propio Pelayo Torres aseguró
que no tenía previsto a nadie para ocupar la titularidad de la Secretaría de
Desarrollo Social, por lo que la oficina permanecería acéfala.
Las consecuencias de las decisiones de Pelayo se apilan como en el
juego de piezas Jenga: una lista de espera que se desbalancea
gradualmente.
Sus recientes declaraciones, del 16 de marzo de 2012, en torno a
su intención de contrarrestar el arranque de campaña de Josefina Vázquez Mota en
Ensenada y sus acuerdos ante líderes del Partido Revolucionario Institucional
para llevar adelante con todos los recursos a su alcance la campaña de Enrique
Peña Nieto en el puerto, son una de las pocas situaciones en las que se ha
denunciado formalmente su actuar.
Ante las oficinas del Instituto Federal
Electoral (IFE), el Partido de la Revolución Democrática dejó una denuncia, en
espera de al menos un llamado de atención hacia el impune Enrique Pelayo, quien
dice, hace, y se jacta de mover y hacer, sin pagar consecuencias.
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