Rubén Luis Ayala/ agorarevista.com
Policías mexicanos escoltan a miembros detenidos de la
banda de narcotraficantes "La Familia" en León, Guanajuato, el 15 de julio del
2009. REUTERS/Mario Armas
Todos ellos proclamaron el mismo mensaje, usando desde pancartas de tela
colgadas de los puentes en las ciudades de Maravatío y Ciudad Hidalgo hasta
volantes introducidos bajo las puertas de casas y negocios en pueblos y aldeas
en el estado occidental de Michoacán:
La Familia, uno de los cárteles de drogas
más temibles, está listo para disolverse.
La Familia también envió correos electrónicos a periodistas y estaciones de
radio locales y atiborró casetas telefónicas con volantes con la propuesta de
que, una vez que las autoridades mexicanas garanticen la ley y el orden en el
estado de residencia del cártel, ellos disolverían la banda.
"Hemos decidido replegarnos y reintegrarnos a nuestras productivas, esto si
el gobierno federal y local ... se comprometen a tomar el control del estado con
fortaleza y decisión", decía el volante.
El trato fue transmitido en todo el mundo por los medios de comunicación,
curiosos ante la idea de que un importante cártel de drogas considerara siquiera
la disolución.
De ser genuina, la propuesta de La Familia marcaría una victoria importante
en la guerra contra las drogas del Presidente Felipe Calderón que lleva cuatro
años, una guerra que ha visto 28,000 muertes en México.
Para el Presidente Calderón, la disolución de La Familia seria personalmente
satisfactoria, ya que Michoacán es su estado natal, y también fue el primer
lugar al que envió fuerzas militares para atacar a los cárteles después de
asumir su cargo a finales de 2006.
El Presidente declaró la guerra contra los narcotraficantes del país después
de que las fuerzas de La Familia regaran cinco cabezas humanas sobre la pista de
baile de una discoteca en el pueblo montañoso de Uruapan.
La disolución de La Familia también sería oportuna.
El Presidente Calderón enfrenta críticas crecientes por su guerra contra el
crimen organizado y ha propuesto una nueva política de seguridad anticorrupción
con la cual más de 2,000 fuerzas policíacas locales serían absorbidas por las
autoridades estatales, y colocadas bajo control federal.
¿Pero qué tan seria es la oferta de un cártel que ha emergido como el
abastecedor más grande de México de metanfetaminas al norte de la frontera,
desarrollando en el proceso una extensa red de distribución para todas sus
drogas, incluyendo marihuana y cocaína, a lo largo de los Estados Unidos?
Las autoridades arrestaron a más de 300 supuestos afiliados de La Familia en
38 ciudades de EE.UU. el año pasado y, en un aviso emitido el 8 de noviembre, la
DEA dijo que el cártel es responsable de la "importación de enormes cantidades
de narcóticos" a los Estados Unidos.
Algunos observadores de los carteles mexicanos dijeron que la oferta de La
Familia podría ser genuina.
La Familia está siendo presionada, atrapada entre la fuerza militar y las
autoridades federales mexicanas, por un lado, y sus rivales por el otro, dijo
Jorge Chabat, analista del narcotráfico del Centro de Investigación y Docencia
Económicas (CIDE).
"Ésta es una manera de negociar la salida de un negocio en el que se
encuentran atrapados", dijo a Associated Press.
El cártel ha tenido algunas semanas difíciles. Cuarenta y cinco supuestos
integrantes de La Familia fueron arrestados en octubre en Atlanta, un centro de
distribución clave para el cartel.
Y La Familia, que se enorgullece de su origen
michoacano, sufrió en el mismo mes la humillación pública de traficantes rivales
jactándose a través de YouTube de haber matado a 18 personas de Michoacán como
un acto de venganza contra La Familia.
Las autoridades mexicanas, avisadas por el anuncio puesto en Internet,
desenterraron los cadáveres de 18 hombres, que habían estado de vacaciones en el
centro turístico de Acapulco.
Pero agentes y ex-agentes de la DEA expresaron su escepticismo sobre la
oferta, a pesar que la policía federal mexicana revelara el 17 de noviembre un
video del interrogatorio a un miembro capturado de La Familia, quien afirmó que
uno de los jefes del cártel, Servando Gómez, alias "La Tuta", está listo para
terminar sus actividades porque se encuentra física y emocionalmente exhausto.
El detenido, Sergio Moreno Godínez, conocido como "El Amarillo", dijo en un
reporte del Washington Post que la banda estaba en decadencia y su estructura de
liderazgo en desorden.
No es ésta la primera vez que La Familia ha sugerido estar lista para
disolverse, dijeron agentes de la DEA.
La oferta suena familiar, dijeron, y
encaja dentro de un patrón de relaciones públicas de los líderes del cártel, que
son sensibles a la manera en que se les percibe en Michoacán y tienen cuidado de
presentarse como los únicos protectores reales del estado capaces de evitar a
los traficantes intrusos y a las bandas criminales.
"Yo no lo creo", dice John Martínez, ex-agente de la DEA. "Éste es un cartel
que se hace propaganda como una organización vigilante dedicada a proteger a las
personas comunes y corrientes del caos de la guerra del narcotráfico. Yo veo
esta última oferta simplemente como más propaganda", añadió.
Otras ofertas
Los líderes de La Familia también hicieron una oferta de disolverse en julio
de 2009. Ese gancho publicitario vino después de importantes contratiempos para
la banda con el arresto de un alto dirigente del cártel.
La Familia respondió con violencia agudizada, tiroteando estaciones de
policía en su estado de origen y secuestrando a una docena de policías
federales. Más tarde, los oficiales fueron encontrados muertos al borde de una
carretera.
Entonces La Tuta anunció que todo lo que el cartel realmente quería era "paz
y tranquilidad", añadiendo que el presidente debería "saber que nosotros no
somos sus enemigos, que lo estimamos, que somos personas conscientes".
Este mes empezó con un patrón similar, comenzando con dos reveses: la captura
de miembros de alto rango de la banda y los arrestos en Atlanta.
De nuevo, la respuesta inicial del cártel fue mostrar su poder. La Familia
desató una racha de tiroteos en un centro comercial y le prendió fuego a
camiones para bloquear caminos que llevan a la capital del estado.
No sólo el
patrón de eventos es el mismo: reveses, una reacción violenta y después una
oferta de disolusicón, sino que la propuesta fue hecha por la misma luminaria
del cartel, La Tuta.
"¿Cómo encaja en esto el principal dirigente, Nazario Moreno González?",
preguntó un agente de la DEA, que habló bajo condición de anonimato.
"Yo pondría
más atención si él apareciera en televisión y ofreciera la disolución, pero aún
así yo pensaría que se trata de un ardid para culpar a las autoridades por la
violencia en Michoacán."
La oferta de La Familia llega en medio de un acalorado debate político en
México sobre la dirección de la guerra del Presidente Calderón contra el
narcotráfico y de sus reformas propuestas para la policía, actualmente bajo la
deliberación del Congreso.
El presidente y sus más altos funcionarios de seguridad argumentan que la
federalización de la policía local combatiría mejor la corrupción; en México,
más de 3,000 policías locales han sido despedidos en años recientes por
acusaciones de soborno.
Los críticos sostienen que la federalización daría más
poder al gobierno central a expensas de la dirección política local, al mismo
tiempo que fortalecería el alcance del Partido de Acción Nacional en el
poder.
La oferta de la Familia critica a las autoridades federales y culpa al
ejército y a la policía federal por la violencia en Michoacán.
"Tristemente, el gobierno federal ha continuado exhibiendo su incompetencia y
ha comenzado una especie de cacería de brujas en contra de los ciudadanos
inocentes de Michoacán", dice el volante.
"Usando como excusa su intento de deshacerse de nuestra organización, ellos
han cometido incontables asaltos contra nuestra sociedad civil", dice el
volante.
"Ellos han entrado por la fuerza a los hogares y los han saqueado, han
asesinado y han violado, tanto a hombres como a mujeres, y han inventado
testimonios de supuestos testigos protegidos que han provocado que nuestras
prisiones estén llenas de gente inocente acusada de crímenes que nunca
cometieron."
Gran parte de los comentarios del volante coinciden con el argumento que los
críticos de Calderón están impulsando, en el sentido de que la guerra contra las
drogas no puede tener éxito si continúa siendo una lucha de fuerzas armadas
entre los delincuentes y el estado.
La Familia ha demostrado ser capaz de usar sofisticadas maniobras políticas y
públicas y está alerta de lo que la gente local piensa en su estado de origen.
Cuando apareció en escena, el cártel se presentó como un grupo vigilante
listo para proteger al estado de los vicios de las drogas y la violencia
desenfrenada.
Aunque la brutalidad de sus propias acciones casi no tienen rival, muchas
personas locales temen y al mismo tiempo simpatizan con el cártel. Sus
dirigentes, influidos por una línea de fundamentalismo cristiano, han impuesto
un estricto código de conducta a sus partidarios.
Se les prohíbe tomar drogas y se les ordena que se abstengan del alcohol. rug
taking and are enjoined to abstain from alcohol.
De la misma manera en que el legendario colombiano Pablo Escobar se
involucraba en "buenas obras", La Familia distribuye biblias y ha reconstruido
escuelas.
En entrevistas a lo largo del estado en años recientes, los residentes hablan
en voz baja - y casi siempre de manera anónima - sobre cómo La Familia
reconstruye escuelas y sistemas de drenaje y enseña a los que antes eran
drogadictos a ser buenos "hombres de familia".
Pero ellos también extorsionan a los negocios locales e intimidan a los
dueños para que impidan a los funcionarios federales permanecer en sus
instalaciones. La Familia se ha infiltrado en gran medida en los gobiernos
estatal y local, según Germán Tena, un político local del PAN.
Los funcionarios del gobierno mexicano ignoran la oferta de disolución,
diciendo que ellos no negocian ni negociarán con narcotraficantes.
Dijo Ricardo Nájera, vocero de la Procuraduría General de la República:
"Nosotros no hacemos tratos con criminales".
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