Temeraria jugada de los espías
macristas, escribe Miguel Bonasso.
Miguel Bonasso
Una famosa prostituta de
catálogo, motorizada por los servicios de inteligencia del oficialismo, trató
de enlodar a un ex legislador opositor, amigo personal del Papa Francisco, en
el tenebroso escándalo de la red de pedofilia que funcionaba en las divisiones
inferiores del Club Independiente y, aparentemente, también en las de River
Plate y el Comité Olímpico Argentino.
Munida de papeles
suministrados por sus mandantes de los servicios secretos, la “escort” Natasha
Jaitt sacudió a los numerosos telespectadores de Canal 13, en la cena sabatina
de la diva Mirtha Legrand, con una andanada de acusaciones gravísimas, que
incluyeron al ex diputado porteño Gustavo Vera (paradójicamente conocido por su
militancia de muchos años contra la trata y los proxenetas) y a una lista de
periodistas famosos de distintos medios, entre los que se encuentra el
columnista Carlos Pagni, del influyente diario La Nación, curiosamente cercano
al gobierno de Mauricio Macri.
Si la idea era ensuciar
simultáneamente a opositores y aliados para disimular que se trataba en el
fondo de una operación gubernamental centralmente destinada a destruir la
imagen de Vera, (un amigo del Papa Francisco que se aloja cada dos meses en la
residencia romana de Santa Marta donde vive Bergoglio), el tiro les salió por
la culata y la bala se alojó en los estrados judiciales, donde amenaza quedarse
y ser noticia de ocho columnas durante mucho tiempo.
Tanto Vera como Pagni
acudieron a los tribunales para acusar penalmente a la Jaitt y allí la
“modelo”, totalmente descontrolada, provocó un nuevo escándalo al escaparse a
los gritos de la Fiscalía Federal, a donde le estaban tomando declaración, y,
de paso, echar a su propio abogado, que recibió la cesantía con una sonrisa de
alivio.
Gustavo Vera, que conduce la
Fundación “La Alameda”, donde se ha denunciado desde hace décadas la trata, el
proxenetismo y el trabajo esclavo en talleres textiles clandestinos, fue
acusado por la Jaitt de ser él mismo pedófilo y apoderarse de los burdeles que
hacía cerrar para explotarlos por su cuenta. Obviamente, entre los papeles que
manoseaba nerviosamente la desbordada denunciante, no había ninguna prueba.
Antes de que Mirtha Legrand
anunciara que la cena estaba por servirse, los comensales escucharon atónitos
que Vera “explotaba tanto a prostitutas de la calle como a las de los
departamentos, que tuvieron que soportar sus vejaciones y abusos sexuales de
poder”. Pero los entremeses anunciados por el chef se les atragantaron, cuando
Jaitt explicó que había sido contratada por una empresa de inteligencia, cuyo
nombre no proporcionó, para investigar a distintas personalidades, empezando
por el amigo del Papa. “¿Qué hago para esa empresa? -explicó desafiante-
Filmaciones, logística. Un año de seguirlo (a Vera)”. Para redondear confesó:
“Tengo más de 50 policías que me protegen. Vivo con miedo”. Una confesión
interesante para alguien que, hace años, cuando gobernaba Cristina Fernández de
Kirchner llegó a declarar: “(Mauricio) Macri me pagó por sexo”.
Este lunes, tan pronto se
abrieron los tribunales, Vera respondió de manera contundente, querellando
penalmente a Natasha Jaitt por “injurias y calumnias” y un delito más grave aún
que consiste en acusar de un crimen a un inocente. Exigió la retractación
pública de la vedette, a la que calificó como “proxeneta, esbirro y mercenaria
al servicio del gobierno de turno”.
Pero lo más trascendente fue
el contenido político de la contradenuncia, lo que hay detrás: Vera sostuvo que
la Jaitt -que se autodefine como “prostituta VIP”- está bancada por Antonio
Horacio Stiuso (alias Jaime), que es un agente que ya no está formalmente en la
Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) pero sigue operando en las
sombras.” Stiuso fue desplazado por la presidenta Cristina Kirchner y se
replegó a Estados Unidos, para regresar -ya en tiempos de Macri- a prestar
discretamente sus servicios en las oscuras materias que domina, como la
intercepción telefónica y el hackeo de computadoras. Antes de escapar concedió
su primera entrevista periodística, a la revista “Noticias” donde insultó y
amenazó a este corresponsal.
“Jaime”, vinculado a la CIA
norteamericana y al Mossad israelí, es profundamente detestado por el Sumo
Pontífice, desde que era el Cardenal Jorge Bergoglio y debía soportar a diario
que los “servicios” lo “caminaran” por su enfrentamiento con el matrimonio
Kirchner. “Jaime” fue encargado por Néstor Kirchner para asistir al asesinado
fiscal Alberto Nisman en su investigación sobre el atentado terrorista contra
la AMIA y llegó a ser Jefe de Operaciones de la central de espionaje, conocida
en aquel momento por la sigla SIDE.
“Denuncié a Stiuso por
enriquecimiento ilícito -recordó el ex legislador- y al prostíbulo Stavros que
está a la vuelta del cementerio de la Recoleta y ahí detuvieron a un tratante y
a víctimas de la trata”.
Vera recalcó que es maestro
de escuela primaria desde hace 30 años, que tiene a cargo 90 alumnos de tres
grados y que, por tanto, una acusación “aberrante” como la sufrida apunta a
destruirlo en su vocación y en su profesión. Recordó que había donado el 60 por
ciento de sus sueldos como Legislador de la Ciudad (más de un millón y medio de
pesos) a instituciones de bien público y que su único sustento era el sueldo
que percibía como maestro.
A la salida de los
tribunales, Gustavo Vera, añadió tres declaraciones que terminaron de
ennegrecer este nuevo culebrón de la decadencia argentina:
“Durante 18 años hemos
sufrido numerosos atentados y si no hubiera sido por la protección del cardenal
Jorge Bergoglio, hace mucho tiempo que estaríamos flotando en el Río de la
Plata”.
“Hay que cuidar a Natacha
Jaitt. Stiuso puede descartarla luego de usarla como al fiscal Nisman”. El
fiscal Alberto Nisman apareció muerto en su departamento de un balazo en la
cabeza, el 18 de enero de 2015. Hasta ahora la ineficiente (y corrupta)
justicia argentina no ha logrado determinar fehacientemente si fue un suicidio
o un magnicidio. Pocas horas después del balazo, el fiscal debía presentarse
ante una comisión legislativa para ratificar o rectificar graves denuncias
contra la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Una
de las últimas personas que estuvo en contacto telefónico con él, fue
precisamente el entonces jefe de Operaciones de la SIDE, “Jaime” Stiuso. Es
evidente, por su última declaración, que Vera sospecha que Stiuso pudo ser el
autor intelectual del asesinato del fiscal. Si bien, en apariencia, era el
colaborador de Nisman, ya se sabe que en esas regiones del poder nadie puede
confiar en nadie. Por otra parte, la muerte de un fiscal que pocas horas después,
podría destruir a la Presidenta de la República es tan obvia, tan grosera, que
casi obliga a pensar en la maniobra contraria: “asesinemos al hombre que acusa
a Cristina para que la culpa recaiga sobre ella”.
Así van las cosas en la
Argentina del poder.
(ARISTEGUI NOTICIAS/ REDACCIÓN AN/ ABRIL 5, 2018 7:26
AM)
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