En más de una ocasión, el
Presidente Enrique Peña Nieto ha dicho en privado que cuando se revele el
nombre del tapado, será sorpresa para todos porque nadie se lo esperaba. ¿Cuál
podría ser esa sorpresa? De entrada, ninguno de los cinco secretarios cuyos
nombres se encuentran en la palestra desde hace semanas. ¿Eruviel Ávila? El ex
Gobernador del Estado de México y líder del PRI en la Ciudad de México, es el
priista mejor visto de todos los aspirantes a la candidatura presidencial,
según las encuestas que tiene Peña Nieto pero, ¿otro mexiquense sentado en la
silla presidencial? Si todos ellos no, ¿quién realmente sería una enorme
sorpresa que a la vez mandara un mensaje al PRI, a los empresarios y a los
inversionistas extranjeros? Sólo uno está en esa categoría, Luis Videgaray.
El Secretario de Relaciones
Exteriores se ha descartado para aspirar a la candidatura presidencial, por
considerar, de acuerdo con sus cercanos, que tiene dos lastres: la cercanía con
Peña Nieto y la reforma fiscal-. Parece haber quedado olvidado otro negativo,
la mancha de ilegitimidad por su casa de descanso en Malinalco, adquirida a través
de un crédito con tasas por debajo del mercado, que le dio el empresario Juan
Armando Hinojosa, que realizó la operación inmobiliaria de la casa blanca.
La cercanía con el Presidente
es el motor principal para su autodescarte, y ha sido un argumento esgrimido en
la selección de otros candidatos como un lastre, no un activo, en la
designación de un candidato. El último donde elaboró ese argumento fue con
Alfredo del Mazo, primo en octavo grado de Peña Nieto. El resultado electoral,
aunque muy apretado y negativo para el PRI, le dio la Gubernatura a Del Mazo,
con lo cual la posición de Videgaray quedó disminuida.
Videgaray, además, tiene lo
que ningún otro en el Gabinete, la dependencia que de él tiene Peña Nieto. Se
conocen desde que Peña Nieto, como Secretario de Administración del Gobernador
Arturo Montiel, pagaba los honorarios a Protego, la consultora de Pedro Aspe
que elaboraba los libros blancos del gobierno, y cuyo enlace era Videgaray.
Peña Nieto lo hizo Secretario de Finanzas, coordinador de su campaña
presidencial y diputado. En el Gobierno federal no sólo le cumplió su deseo
como Secretario de Hacienda, sino que su equipo analizó los perfiles de quienes
había sido seleccionados por Peña Nieto para su Gabinete. Es decir, tenía la
capacidad de veto, como pasó con algunos potenciales secretarios que nunca
llegaron a serlo por la opinión negativa que emitió el consejero de Peña Nieto,
una especie de Nicolás Maquiavelo y José Fouché.
Fue idea de él invitar a
Donald Trump como candidato a la Presidencia, y el fiasco político y público
por esa iniciativa, mas la presión del Presidente Barack Obama, provocó que
Videgaray pagara con su renuncia el chasco de Peña Nieto. Hace no mucho, sin
embargo, en una plática con Susan Rice, quien fue su directora del Consejo de
Seguridad Nacional, transmitió el sentir de Obama a la entonces Canciller
Claudia Ruiz Massieu, reconoció que la visita de Trump a Los Pinos no tuvo
ninguna incidencia sobre la campaña o el resultado electoral. La victoria de
Trump en las elecciones reivindicó a Videgaray ante los ojos de Peña Nieto,
quien no alcanza a distinguir entre una decisión mal tomada y una correctamente
aplicada, sin importar el resultado de ella.
Imposible de vivir
políticamente separado de él, le encargó supervisar la campaña electoral en el
Estado de México, en la cual se involucró durante el proceso de designación de
candidato, y le pidió establecer una relación directa con Trump, que construyó
a través de su yerno y asesor, Jared Kushner. Esa relación le ha dado un acceso
privilegiado en la Casa Blanca como prácticamente ningún extranjero tiene, que
si bien no ha cambiado los fundamentos dogmáticos del Presidente estadounidense
sobre México, ha impedido que sus arranques terminen de demoler la relación
bilateral.
Peña Nieto depende
enormemente de Videgaray, su alter ego, que le dio densidad y destino a su
Presidencia, con la construcción del Pacto por México. En la Cancillería, el
peso de Videgaray en la política palaciega le ha permitido modificar años de ostracismo
en líneas diplomáticas y seguir operando temas de política interna tantas veces
como Peña Nieto -que son más de las normales para quien ocupa la cartera de
exteriores- lo necesite. Nadie como él, con la exposición en el mundo, con la
experiencia en dos carteras fundamentales como Hacienda y Relaciones
Exteriores, con dos campañas sobre su espalda y cargos de elección popular,
tiene el palmarés idóneo para una candidatura presidencial.
Peña Nieto también dice que
engañará con la verdad, que bien cabría en la figura de Videgaray. El único
problema que se le ve, en este momento, es que ha dicho en público y en privado
que no quiere la candidatura. Prefiere, como ha sido su constante en los
últimos años, estar en la mesa donde se deciden las cosas, el hábitat en el que
mejor se siente y opera. Sin embargo, no hay que olvidar que meses antes de que
se decidiera la candidatura en el Estado de México en 2011, dijo que le
gustaría, pero haría lo que el Gobernador, decidiera. En ese entonces, Peña
Nieto lo hizo a un lado. En esta ocasión, una vez más y pese a lo que diga
Videgaray, el Presidente priista tiene la palabra y decisión sobre su futuro y
el candidato del PRI.
rrivaalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 17/11/2017 | 03:00 AM)
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