Los gemelos Flores pactaron con la DEA
entregar evidencia, además contribuyeron a la captura de 54 capos, revelan
documentos
CIUDAD DE MÉXICO, abril 5 (EL
UNIVERSAL).-Margarito y Pedro Flores miden lo mismo, hablan igual. Ambos tienen
ligeramente inclinada la ceja izquierda y los orificios de la nariz como si
inhalaran aire profundamente. Son tan iguales que sólo se pueden distinguir por
las huellas digitales.
Por eso aquella tarde de
2008, cuando Pedro habló con Joaquín El Chapo Guzmán, tuvo que aclararle que no
fue él con quien se había reunido unas semanas antes en la sierra sinaloense.
Ése era su gemelo, Margarito. El narcotraficante más buscado del mundo soltó un
largo “¡oh!” de asombro.
La confusión creció cuando
ambos decidieron cortarse el cabello casi a rape, cuando se perforaron el
lóbulo izquierdo y se colgaron un diamante en la misma oreja. O cuando
Margarito se rasuró el incipiente bigote que lo hacía diferenciarse un poco de
Pedro.
Autoridades del Departamento
de Justicia consideraron que el éxito de los hermanos Flores radicó en su ADN
idéntico. En declaraciones, los mismos agentes de la Administración para el
Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) reconocieron no diferenciarlos
con exactitud.
A la izquierda, Pedro Flores y su
hermano Margarito Flores. CORTESÍA U.S. Marshalls via AP
Pedro y Margarito tenían 33
años cuando contribuyeron a que El Chapo desbancara al mítico gánster de la
época de la ley seca, Al Capone, como “el enemigo público número uno de
Chicago”, de acuerdo con la agencia antidrogas de Estados Unidos, gracias a que
se convirtieron en los responsables de acomodar al Cártel de Sinaloa en esta
urbe. No en vano son considerados por el gobierno estadounidense como la
empresa más grande de tráfico de drogas que ha existido en la historia de esa
ciudad.
Gran parte de la vida de los
hermanos Flores aún es un misterio: las autoridades estadounidenses decidieron
clasificar cualquier archivo que hable de su pasado.
Pero EL UNIVERSAL tuvo acceso
a más de 500 documentos judiciales que permiten conocer algunos pasajes sobre
cómo los gemelos introdujeron al Cártel de Sinaloa a Chicago y cómo más tarde
contribuyeron a la captura de 54 narcotraficantes en EU asociados a ese grupo
criminal, además de convertirse en pieza clave para la captura de El Chapo en
México, transformados en agentes encubiertos para la DEA.
“Los hermanos Flores fueron
capaces de lograr este resultado que de otra manera hubiera sido imposible: son
las conversaciones grabadas que sostuvieron con El Chapo Guzmán; en ese momento
él era el hombre más buscado de la Tierra”, se lee en una de las páginas de los
documentos de la Fiscalía Federal del Distrito Norte de Illinois.
Desde su incursión en el negocio,
inundaron de drogas las calles de Chicago, Columbus, Cincinnati, Filadelfia,
Nueva York y Washington. En sólo siete años lograron introducir a EU más de 60
mil kilogramos de cocaína y amasar una fortuna que las autoridades calificaron
de irreal: mil millones de dólares.
Pero a los hermanos Flores se
les atribuyen efectos más devastadores que una sobredosis de cocaína: lograron
que el Cártel de Sinaloa permeara en las calles de Chicago. Se convirtieron en
los principales distribuidores de la organización delictiva. Culturalmente,
popularizaron la idolatría a los narcotraficantes mexicanos, de sus santos,
pistolas enchapadas en oro, el gusto por las texanas de ala ancha y botas
picudas: convirtieron a Chicago en la Pequeña Sinaloa.
EL ASCENSO
Pedro y Margarito aprendieron
a diferenciar un envoltorio de heroína, marihuana y cocaína desde pequeños. Su
padre Margarito Flores —migrante mexicano— vendió en 1980 pequeños cargamentos
de droga. Al parecer fue el propio Margarito quien les heredó el negocio y los
conectó con gente de dos cárteles en México: el de Sinaloa y el de los Beltrán
Leyva. Los gemelos se reunieron en la sierra en 2005 con el propio Guzmán
Loera.
Lograron que el Cártel de
Sinaloa les vendiera a crédito grandes cargamentos de heroína y de cocaína.
Ellos recibían la droga en la frontera y la transportaban hasta Chicago,
almacenándola en una casa de seguridad. En aquella ciudad un equipo de
trabajadores descargaba y empaquetaba los envíos, listos para distribuirse en
los barrios. Testimonios proporcionados por la Fiscalía del Distrito Norte de
Illinois detallan que sólo de 2005 a 2008 los gemelos colocaron en las calles
de Chicago, Columbus, Cincinnati, Filadelfia, Nueva York y Washington mil 500
kilos de cocaína mensuales. Sus ganancias superaron los mil millones de
dólares.
ENCUBIERTOS
En 2008, los gemelos Flores
tomaron una decisión que cambiaría el rumbo de los narcotraficantes mexicanos
en EU: voluntariamente pactaron con agentes antidrogas su entrega.
A cambio de no pasar toda la
vida en prisión, acordaron entregar evidencias que permitieran a las
autoridades fincarles cargos a los líderes del cártel sinaloense; seis meses
después se convertirían en agentes encubiertos. Así, el gobierno de EU conoció
la voz de Joaquín Guzmán e Ismael Zambada —y de su hijo Vicente Zambada.
Grabaron conversaciones con
los jefes del cártel. El acuerdo culminó con la captura de 54 narcotraficantes
asociados al Cártel de Sinaloa. En total, registraron 70 grabaciones y sus
testimonios fueron presentados al gobierno de México para solicitar la extradición
de Vicente Zambada y Joaquín Guzmán.
Así, el gobierno de EU
conoció la voz de Joaquín Guzmán e Ismael Zambada —y de su hijo Vicente
Zambada—. Grabaron conversaciones con los jefes del cártel. El acuerdo culminó
con la captura de 54 narcotraficantes asociados al Cártel de Sinaloa.
En total, registraron 70
grabaciones y sus testimonios fueron presentados al gobierno de México para
solicitar la extradición de Vicente Zambada y Joaquín Guzmán.
VENGANZA
El 27 de junio de 2015 los
gemelos se pararon frente al banquillo del juez Rubén Castillo a escuchar su
sentencia. Castillo, uno de los magistrados más emblemáticos de Chicago, quien
ha sentenciado desde hace dos décadas a narcotraficantes de alto poder, inició
su discurso señalando que los gemelos Flores eran su caso más devastador y sin
precedentes: “¿Cómo un par de jóvenes se convierten en los traficantes de droga
más importantes desde la fundación de Chicago? Ustedes crearon una carretera de
drogas”. Esa tarde los sentenció a 14 años de prisión, ya que debido al pacto
previo con el gobierno estadounidense el juez no podía condenarlos a cadena
perpetua.
Pero su discurso final
provocaría que a los hermanos Flores se les pusieran los ojos húmedos: “Yo no
voy a dejarlos en la cárcel de por vida, pero ustedes realmente ya están
condenados a cadena perpetua.
Ustedes y sus familias por el
resto de sus vidas van a tener que mirar por encima del hombro, y se van a
estar preguntado si el vehículo o la moto que esté a su lado viene por ustedes.
Se preguntarán si alguno de ellos viene a matarlos. En cada momento, cuando
ustedes enciendan su carro se preguntarán si el carro arrancará o va a
explotar, y eso será por el resto de sus vidas”.
Los gemelos desmantelaron la
base de operaciones del Cártel de Sinaloa en Chicago. En 2009, en pleno juicio,
pagaron por su traición: el auto de Margarito, su padre, fue ocalizado en el
desierto de Sinaloa, en el parabrisas les dejaron un mensaje: “Se callan o les
enviamos su cabeza”. Su padre sigue desaparecido.
La huella de los gemelos
Flores quedó firme. De acuerdo con la Comisión del Crimen, en Chicago el Cártel
de Sinaloa tiene actualmente más de 100 mil pandilleros a su servicio.
El Universal / Laura Sánchez.
(EL DEBATE DE LOS MOCHIS/ REDACCION/
05/04/2016 - 06:31 HS)
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