Aliada con el poder desde hace décadas,
la cúpula eclesiástica mexicana está por renovar su dirigencia. Pero los
analistas no atisban cambio alguno, pues se prevé la reelección de los mismos
jefes del CEM, más preocupados por lograr reformas que les permitan a los
clérigos ocupar cargos de elección popular, manejar medios de comunicación o
dar educación religiosa en escuelas públicas. A esa casta se refirió el Papa Francisco
en su reciente visita a México, cuando la tildó de estar ligada a los “carros y
caballos de los faraones actuales”. Sin embargo, el regaño de Bergoglio parece
haber caído en oídos sordos, en los de los sacerdotes que eligieron la opción
preferencial por los ricos.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
En breve la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) renovará su dirigencia,
en un proceso del cual no se espera ningún cambio sustantivo en la alianza
entre la jerarquía católica y el gobierno mexicano; alianza severamente
censurada por el Papa Francisco hace casi dos meses, cuando les dijo a los
obispos mexicanos que viven como “príncipes”, ligados a los “carros y caballos
de los faraones actuales” y sumergidos en luchas internas de poder.
Tampoco se esperan cambios en
la línea conservadora de la CEM, más preocupada por temas de moral sexual, o
por conseguir prebendas y privilegios para beneficio propio, que por ajustarse
realmente a los lineamientos de apoyo a los pobres, dictados por el pontífice
jesuita.
Además, la elección se dará
en medio de una ostensible rebeldía contra el Papa protagonizada por el
cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, máximo
representante de la llamada “opción preferencial por los ricos” y considerado
el principal jerarca aliado a la clase político-empresarial del país.
El investigador Rodolfo
Soriano Núñez, uno de los más acuciosos analistas de episcopado mexicano,
asegura: “No existe la mínima empatía entre la línea pastoral del Papa
Francisco y lo que están haciendo los obispos mexicanos en sus diócesis. Y no
creo que, a raíz de sus próximas elecciones, el episcopado se ponga en sintonía
con Bergoglio. No. Seguirán por caminos distintos”.
–¿A qué atribuye esta
discordancia?
–Básicamente a que los obispos
mexicanos se convirtieron en socios del Estado. Ese es su problema principal.
Están más preocupados en quedar bien con el gobierno federal, o con los
gobernadores y alcaldes de sus respectivas entidades, que en implementar
programas pastorales acordes con la línea de Bergoglio a favor de los
marginados.
Fragmento del reportaje que se publica
en la edición 2055, ya en circulación
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ RODRIGO VERA/ 19
MARZO, 2016)
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