Tras
el caso de una keniana que cortó el pene a su marido por una infidelidad; una
tienda lanzó el cinturón de castidad de "extrema seguridad"; 1,200 chelines
cuesta confeccionar a la medida el calzoncillo metálico

Este
calzoncillo de hierro que se cierra con un candado de "extrema
seguridad", encontró su sitio entre trajes, camisas y corbatas hace unas
semanas, tras conocerse el caso de una mujer en Nyeri (centro de Kenia) que le
había cortado el pene a su marido como venganza por una infidelidad.
El
incidente inspiró al propietario de este establecimiento que, con unas cuantas
chapas de metal y un gran candado, encontró un sistema para proteger los
genitales masculinos contra posibles arrebatos violentos de sus esposas.
Después
de los incidentes ocurridos en Nyeri buscamos algo como esto. Ya sabes que la
prevención es mejor que la cura. Por eso hemos desarrollado esta idea, para
prevenir", cuenta a Efe Kelvin Omondi, trabajador de este pequeño
establecimiento situado en Koinange Street, en pleno centro de la capital
keniana.
De
momento, cuenta, sólo unas ocho personas se han acercado a la tienda para
interesarse por este curioso artilugio que, por mil 200 chelines (unos 10
euros), se confecciona a medida del cliente.
Desde
que el cinturón de castidad apareció en el escaparate, no ha dejado indiferente
a nadie y las opiniones al respecto son muy diversas. Los transeúntes se quedan
boquiabiertos y observan atónitos este artilugio que parece estar sacado de la
Edad Media.
Boniface,
cliente habitual de este comercio, confiesa que el cinturón le parece una
"gran idea" para proteger las partes íntimas masculinas de las
mujeres despechadas:
Si
las mujeres van al extremo, nosotros también tenemos que hacerlo", afirma.
Sin
embargo, otro keniano observa estupefacto este invento y entre risas pregunta
si de verdad está a la venta o es una broma. "Yo no necesito una cosa de
esas", dice con cara de estupor.
El
éxito de este invento todavía es dudoso, ya que parece poco probable que el
incidente de Nyemi se convierta en una preocupación real y generalizada entre
los kenianos. Además, resulta complicado imaginar a un hombre moverse sin
dificultad con este rígido y pesado artilugio.
No
obstante, Boniface defiende esta creación e insiste en que "cuando se
trata de seguridad, la comodidad no importa".
Omondi
también se muestra convencido de la viabilidad de estos cinturones, pese a que
todavía no ha vendido ninguno de ellos.
Los
asuntos familiares son un tema tabú en Kenia y se resuelven en casa. Este
cinturón es una buena manera de resolverlos", insiste.
Los
clientes interesados, hombres de entre 25 y 35 años, no explicaron por qué
necesitan estos cinturones, pero "la razón es obvia", dice Omondi.
"Es como quien compra medicamentos. Lo que quiere es curar el
resfriado".
Según
el mito -puesto en entredicho por historiadores-, el origen de estos cinturones
se remonta a la Edad Media, cuando los maridos obligaban a sus esposas a
llevarlos mientras ellos luchaban en la guerra -o simplemente se ausentaban por
un largo tiempo- para evitar infidelidades sexuales.
Cuentan
que el candado que cerraba el cinturón tenía dos llaves: una se la quedaba el
marido y la otra el sacerdote. Si el marido no volvía en un plazo de cuatro
años, el sacerdote podía liberar a la mujer de este "encierro
sexual".
Ahora,
los cinturones de castidad que pretenden triunfar en Nairobi quieren adaptarse
a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades de la sociedad keniana:
protegerse de las venganzas de las mujeres que sufren infidelidades.
No
hay que olvidarse de mantener la llave lejos de la esposa. Si no, no sirve de
nada", recuerda insistentemente Omondi.
(EXCELSIOR/
EFE / 24/06/2015 16:13)
No hay comentarios:
Publicar un comentario