Algo
pasa en Tamaulipas, donde no funcionan las estrategias que en otras partes han
llevado por lo menos a la baja de las cifras oficiales de muertes por la
narcoviolencia. A la infernal ofensiva que lanzaron las bandas criminales el
viernes 17 en Reynosa, se sumó el miércoles 22 otra en Tampico. La explicación
para una –la reacción de los narcos por la captura de un capo– no aplica para
la otra. Y mientras el gobierno federal aprende con prueba y error, la
población está atrapada entre muchos fuegos. La violencia es muy necia: no
cede.
REYNOSA,
Tamps. (Proceso).– En menos de una semana la ciudad fronteriza de Reynosa y el
puerto de Tampico registraron sendas jornadas de violencia que paralizaron las
actividades laborales, escolares, el comercio internacional, las campañas
políticas, lo que causó pérdidas millonarias.
El
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, atribuye esa violencia a
la captura de capos y afirma que se reducirá gracias a esas detenciones. No
obstante, investigadores expertos en narcotráfico, empresarios y ciudadanos le
recuerdan al funcionario que Tamaulipas es el estado donde se han capturado y
matado más capos de todos los niveles, pero “la necia violencia no cede”.
Los
entrevistados destacan que la violencia en la entidad revela cuán arraigado
está aquí el crimen organizado, con la complicidad de funcionarios de los tres
niveles de gobierno, y que para erradicarlo se requieren estrategias muy
diferentes a las que se han aplicado en otras regiones del país.
En
uno de los estallidos de violencia más importantes del año, a las 10:30 horas
del viernes 17 se escucharon las primeras ráfagas de fusil automático en varias
zonas de Reynosa. Aproximadamente a la misma hora del miércoles 22, en la zona
metropolitana de Tampico se desató otra balacera con armas de grueso calibre
que comenzó en la carretera a Mante.
Pobladores
de estas ciudades, entrevistados por este semanario, describen lo que hacen
cuando se encuentran atrapados entre disparos, granadazos y narcobloqueos con
vehículos incendiados.
Al
escuchar los primeros tiros de armas largas se echa a andar el sistema de
alerta para Situaciones de Riesgo (SDR) y mediante las redes sociales se
advierte a los civiles que eviten transitar por la zona de la confrontación.
En
la medida que las alertas SDR se extienden hacia otros rumbos de la ciudad, la
población comprende que debe resguardarse porque hay enfrentamientos y
persecuciones en un área muy extensa.
En
las escuelas, los maestros piden a los alumnos que se tiendan en el piso tan
pronto oyen el seco estampido de los fusiles de asalto. En las primarias se
intenta que parezca un juego para no asustar más a los niños. Si hay padres y
transeúntes afuera, los directivos les dan refugio en los planteles, cierran la
puerta y suspenden todas las actividades.
También
se suspende el tránsito. Conforme se extienden las alertas, la gente intenta
salir de la calle, entra en las tiendas, en las oficinas y, si están cerca, se
esconden en su casa. Todas las empresas cierran, el comercio baja las cortinas
y el transporte público deja de dar servicio.
(Fragmento
del reportaje que se publica en la revista Proceso 2008, ya en circulación)
(PROCESO/
LA REDACCIÓN/25 DE ABRIL DE 2015)
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