(México.- Desde que
Tess Wood se graduó en Psicología por la Universidad de Princeton se dedica a
lo mismo que muchos millennials: improvisar. A Wood, de 25 años, le gustaría
escribir ficción y poesía, pero lleva tres años trabajando como "sugar
babe": cede su compañía y en ocasiones su cuerpo a hombres maduros a
cambio de apoyo financiero: " sabía cómo usar mi cuerpo y cómo hacer que
alguien se sienta bien, y no tenía ni siquiera que pensarlo. Como jugar a Candy
Crush, solo que el resultado fue que un hombre vino a mí".
Wood es una de las
protagonistas del documental Daddies date Babies, el film que su compañera de
universidad Parinda Wanitwat está rodando para retratar un fenómeno creciente
en los centros de educación superior de Nueva York, y que, en realidad, es
extensible a todo el mundo: las carreras se encarecen, los estudiantes se
hipotecan y no pueden pagar facturas ni costear el aumento de las tasas. Los
jóvenes no quieren pedir más dinero a sus familias endeudadas, que apenas podrían
hacer frente a la privatización de la educación y su encarecimiento progresivo.
Entonces, aparece
una solución que parece fácil. Y que es rápida: vender el propio cuerpo, o la
compañía, a un desconocido. La misma Wanitwat estuvo a punto de convertirse en
sugar babe cuando le robaron el móvil y no podía pagarse uno nuevo: “Un amigo
me dijo que hay muchos en hombres Nueva York que querrían comprarme un teléfono
nuevo. Ahí empezó todo”.
Según lo describe
Urban Dictionary, el sugar-dating consiste en relaciones de pago entre hombres
y mujeres mayores y con recursos económicos ("sugar daddys" y
"sugar mommas") que pagan los estudios y algunos caprichos a sus
concubinas y escorts efebos a cambio de citas, compañía y/o sexo. Una especie
de tutores con derecho a roce. En este nuevo mercado del sexo, los clientes
masculinos y las ofertantes femeninas conforman el perfil mayoritario.
[Utilice la herramienta "subtítulos" para traducir a su idioma]
Si aceptan el juego,
las jóvenes precarias pasan del infierno del multiempleo a poder matricularse
de lo que quieran, tener ropa de marca, disfrutar de cenas de lujo e incluso de
un sueldo en efectivo cada mes. Muchas incluso dejan de estudiar.
Wanitwat, la joven directora de este documental, se inscribió en una de las webs más importantes que ofrecen este servicio, Seeking Arrangement (que como se puede ver en el link, ya tiene presencia en España). Sin embargo, en el último momento, Wanitwat desactivó su cuenta.
Según la CNN, las estudiantes británicas engrosan más del 40% la oferta online de esta empresa, una cifra que ha crecido al mismo tiempo que las tasas universitarias en el país. Seeking Arrangement, que se fundó en 2005, tiene una red 3,6 millones de miembros de los cuales más de dos millones son mujeres. Aunque las transacciones por servicios sexuales están oficialmente vetadas en la web, en la práctica hay vía libre.
Este anuncio de Seeking Arrangement, por cierto, es real:
En su documental,
Wanitwat quiere ofrecer una mirada íntima y sin restricciones sobre las
experiencias, emociones y motivaciones de cinco sugar babes de Nueva York. La
autora busca provocar conversaciones y reflexiones sobre los beneficios y
riesgos de esta actividad, que, como se puede ver en el tráiler, no siempre
resulta inocua para quienes la practican por necesidad.
Desde Seeking
Arrangement se utiliza el mismo discurso que los empresarios de los grandes
prostíbulos: se trata de una transacción libre y transparente que supone un
beneficio para ambas partes. No hay una relación de poder, tan sólo dos actores
de un mismo mercado que ellos se encargan de poner en contacto. Sin embargo,
mucha gente ve en el aumento de la prostitución estudiantil una nueva versión
de la prostitución más feudal: es la pobreza (cada vez más feminizada) y la
vulnerabilidad lo que está empujando a miles de estudiantes a prostituirse, al
mismo tiempo que el sistema público de universidades se ve invadido por la
lógica de las finanzas.
Bandon Wade, CEO de
Seeking Arrangement, afirmó: “Los mejores hombres se llevan a las mejores
chicas. Los hombres con más dinero son los que tendrán más éxito en las
relaciones personales”. Sin embargo, uno de los aspectos más tenebrosos del
fenómeno es cómo se está endulzando y justificando este nuevo mercado del sexo
mediante el uso de palabras como "azúcar", que suaviza algo tan agrio
como la precariedad o la esclavitud voluntaria. También se explota la
sensualidad de la sumisión femenina hacia el hombre que le da de comer. Como si
fuera un orden universal que debe recuperar legitimidad y todo su vigor.
(ZOCALO/ AGENCIAS/
13/10/2014 - 09:03 AM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario