Habló 5 minutos y 7 segundos. Y se fue como llegó en el asedio de
cámaras y luces. Claudia Ochoa Félix en su lectura dijo lo que no era,
pero omitió decir lo que es.
Las últimas semanas su figura circuló en decenas de fotografías
repetidas en la red y por medios digitales e impresos: Claudia en
vestido de noche, Claudia disparando un Kaláshnikov rosa, Claudia en
diferentes trajes de baño, Claudia con un escote pronunciado, Claudia
con un fusil entre la piernas, Claudia en un selfie lanzando un beso al
aire…
Sus fotos ya estaban en las redes sociales, pero luego pasaron a los
portales y ediciones impresas de medios informativos. Desde Proceso,
Reforma y Reporte Índigo, hasta Dayli Mail —en Inglaterra— y La Opinión
—en Los Ángeles, EU—. La cabeza la bautizó como La Emperatriz del Ántrax.
La nota, sin fuente, siempre fue una réplica de otra anterior: “…es
señalada como la nueva jefa…” “…y además la califican de la mujer más
poderosa del narcotráfico en México…” Otros muchos medios rechazaron
publicarla por falta de rigor.
Para la segunda semana de junio, a casi un mes de la circulación y
publicación, ella misma, Claudia Berenice Ochoa Félix, se encargó de
invitar a los medios para leer un comunicado sobre los “actos falsos” de
que “dolosamente” se le viene señalando.
Los 5 minutos y 7 segundos
Claudia Ochoa mostró el esmero en su arreglo para la cita con los
medios, con todo y que aclararía que “no buscó fama”. Las pestañas
postizas volaban en cada parpadeo, una falda negra apenas a la rodilla,
justa al cuerpo pero no demasiado apretada, un saco sastre y el cabello
lacio y negro recogido en una cola.
Los padres, sus tres hijos, y un hermano se sentaron a su lado. “Y
aunque sea una circunstancia vergonzosa, humillante y dolorosa para
nosotros, agradecemos su asistencia a este llamado.”
“No soy la emperatriz del virus” diría de entrada, como han difundido
medios mexicanos e internacionales “donde se me menciona como la mujer
más poderosa del narcotráfico, exhibiendo unas fotografías mías y otras
donde ni siquiera soy yo. A partir de ahí unos medios nacionales e
internacionales la retoman (la noticia) y le van aumentando y
convirtiéndola en más sensacionalista y amarillista.”
También negó el dominio de las cuentas de facebook y twitter
de donde se tomaron las fotografías y videos “yo no las abrí. Y por
tanto haré una denuncia ante la autoridad competente para que investigue
y consigne a los responsables o las responsables de haberlas abierto y
administrado todo este tiempo, ocasionando un daño a mi persona y mis
hijos irreparable.”
Claudia Ochoa trompicaba en la lectura; intentaba fijar la mirada
entre los asistentes —unos 40 reporteros y camarógrafos— y las hojas de
donde leyó, pero vacilaba, titubeaba.
“Ponen en riesgo nuestra integridad física y que quede claro que no
busco fama, solo hago lo que toda madre haría por salvaguardar la vida y
el honor de sus hijos y por sus hijos.”
Dijo que nunca ha sido consignada por ningún delito y que está dispuesta a declarar si alguna autoridad se lo pide.
“La vida de lujos que supuestamente citan en su falsa información no
es más que una ilusión óptica y sensacionalista. Ya que no tengo carros,
ni tengo casas. Vivo orgullosamente en la casa donde me crié que es de
mis padres (…) ni uso y jamás he usado armas. Y reconozco solo las de
“gotcha”, ni me hago acompañar por hombres armados. No viajo mucho, y
aquí está mi pasaporte por si lo quieren ver como medio de prueba. Y sí
fui a conocer Machu Picchu por lo impresionante de la cultura Inca en
Perú. Y no sabía que ir a visitar esas ruinas fuese considerado como un
delito.”
Claudia Ochoa argumentó que demandará a los medios de comunicación
que publicaron esa información, aun cuando se trate de medios de otros
países. E hizo un llamado a padres de familia: para supervisar las redes
sociales. Y si se detectan cuentas falsas las denuncien de manera
inmediata. Utilicen mi ejemplo y mi espejo.”
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