Pocos se acuerdan que el Auditorio Che Guevara, el más grande de
Ciudad Universitaria, se llama Justo Sierra. Desde 2000 es tierra
prohibida para estudiantes; está tomado por grupos radicales.
Ciudad de México.- El auditorio Justo Sierra, el más grande de toda la Ciudad
Universitaria, lleva 13 años y seis meses tomado, desde septiembre de
2000, cuando el Consejo General de Huelga salió del auditorio para
permitir el ingreso de colectivos.
Durante la huelga de 1999, el
espacio fue utilizado para realizar asambleas en él; sin embargo, desde
el 2000, maestros y alumnos de la facultad se han visto privados de uno
de los auditorios más representativos de la Universidad, ya que los
colectivos que allí se encuentran tienen el control sobre el lugar.
A
la salida del CGH, colectivos como la Federación de Estudiantes
Campesinos Socialistas de México, el Comité de Derechos Humanos Cerezo,
el Comité de Familias de Detenidos Desaparecidos "Hasta encontrarlos” e,
incluso, miembros del Frente Popular Francisco Villa, ingresaron al
auditorio para quedarse a vivir en él.
Aunque con renuencia de las
autoridades universitarias, los ocupantes transformaron el lugar en un
restaurante de comida vegetariana, una cafetería, una sala de cómputo y
adecuaron espacios a modo de "recámaras", dividiendo los lugares con
cortinas.
Además comenzaron a impartir talleres. Los colectivos
coexistían, cada uno con su propio espacio, así en 2003 se creó un
colectivo llamado Okupación Auditorio Che Guevara, que proclamó el
espacio como un lugar autónomo y autogestivo.
El colectivo se
encargaría de la administración y cuidado del lugar; sin embargo, el
espacio se fue deteriorando. De las bocinas, butacas y alfombra que
alguna vez hubo, no hay rastro, esto a pesar de que los alumnos de
Literatura Dramática y Teatro tienen entre sus espacios para presentarse
el aula-teatro del Auditorio Justo Sierra.
Así, el auditorio
quedó dividido en dos partes: la galería autónoma tomada por la juventud
comunista; y el auditorio, donde se encontraban los anarquistas y los
vestigios del CGH.
En 2011, comenzó un movimiento entre los estudiantes de
la facultad que pidieron la entrega del inmueble a la comunidad
universitaria, así como que la guardia y custodia estuviera a cargo de
la UNAM.
Los estudiantes pedían que ese espacio fuera utilizado
libremente por la gente de teatro, quienes no pueden tomar clases con
valor curricular en el lugar y si deciden presentar alguna obra, deben
pedir permiso a los colectivos okupas.
Este movimiento generó
tensión entre los estudiantes y los colectivos, por lo que la UNAM
desplegó elementos de Vigilancia UNAM a las afueras del auditorio por un
año.
Los vigilantes no ingresaban al Che Guevara, su labor,
dijeron las autoridades universitarias, solo se limitaba a prevenir
cualquier agresión hacia los estudiantes.
Los diversos colectivos
coexistieron en paz hasta el 19 de diciembre del año pasado, cuando
diversos grupos anarquistas, quienes también tenían espacios ocupados
del auditorio, ingresaron al inmueble desalojando a las personas que se
mantenían como guardia nocturna del lugar.
Los anarquistas
desconocieron a los otros colectivos y denunciaron acoso por parte de
las autoridades universitarias, aseguraron que los colectivos
denominados Coordinación Che Guevara, Comité Cerezo y el Frente Nacional
de Lucha por el Socialismo habían "secuestrado" el auditorio para fines
personales y ahora sería "reabierto" para todos los universitarios.
Así,
algunos grupos como Brigada Negra, el Colectivo Veneno Negro y las
anarcofeministas Ni Ama ni Esclava tomaron el control del recinto.
Crearon una página web en la que anuncian las acciones que llevan a cabo y emiten comunicados sobre la situación que vive el auditorio.
Desde
esa plataforma se dio a conocer el enfrentamiento de este 3 de marzo,
cuando un grupo de encapuchados ingresó al recinto a las 4:30 horas para
sacar a los ocupantes. Ambos grupos se acusan de estar conformados por
personas que no pertenecen a la UNAM.
Cabe destacar, que Okupache tiene un perfil de Facebook,
donde también se publicaron las fotos de los presuntos heridos y se
acusó al colectivo Facultad de Contaduría del ataque. También
denunciaron la desaparición de sus mascotas durante la gresca, una
gatita llamada “Lola”, quien apareció horas después con una herida en la
pata, y un perro llamado “Puky”, del que se desconoce su paradero.
El perfil tiene como información ser un hombre con fecha de nacimiento el 8 de de agosto de 1968, originario y residente del DF.
Luego
de mantener el control por algunas horas, a las 13:30 se registró un
nuevo enfrentamiento, provocando que los encapuchados huyeran y los
grupos anarquistas recuperarán el control del inmueble.
Ante esto
hechos, la UNAM pidió la "entrega inmediata" del auditorio Justo Sierra,
suspendió las clases en la Facultad de Filosofía y levantó una denuncia
ante la PGR.
Dos nombres, un auditorio
El
auditorio Justo Sierra, su nombre oficial, fue inaugurado el 22 de
septiembre de 1962 por el rector Ignacio Chávez, con un discurso que
recordaba al propio Sierra, quién en 1910 fundó la Facultad de Filosofía
con el nombre de Escuela de Altos Estudios.
Chávez dijo ese día
que el nombre del auditorio era una deuda histórica."No es solo porque
fundó esta Universidad y esta Facultad de Filosofía, por lo que venimos a
clavar devotamente su nombre en nuestros muros. Es, sobre todo, porque
queremos mantener perennemente encendida, frente a todo profesor, frente
a todo estudiante de esta casa, igual que se enciende un faro, la
virtud de su ejemplo, como una lección salvadora", dijo en su discurso
inaugural.
El auditorio tuvo visitantes ilustres, como Pablo
Neruda, Octavio Paz, José Saramago y Jaime Sabines; también se utilizó
en diversas asambleas estudiantiles en los movimientos de 1968, 1971, en
1987 y en la huelga de 1999, cuando el Consejo General de Huelga tomó
el espacio.
En 1968, el auditorio comenzó a conocerse entre los
estudiantes como el Che Guevara; en honor al guerrillero, quien aseguran
visitó las instalaciones. Desde entonces, el nombre oficial comenzó a
quedar en el olvido a pesar de la placa de bronce que hay a la entrada.
El
rector Chávez cerró su discurso, con la certeza de que el nombre no se
perdería. "Las generaciones que rinden este homenaje, mañana habrán
pasado, pero el bronce queda. Queremos que a su vista, mañana y en el
futuro distante, todo universitario mexicano, a la pregunta de un
viajero que inquiera sobre el Maestro, pueda responder con la frase
lapidaria de Altamirano: Su nombre para mí es ‘gloria’; para el mundo,
Justo ierra.”
Para la reconstrucción de los hechos, Milenio
entrevistó a estudiantes y profesores de la Facultad de Filosofía que
pidieron no fueran revelados sus datos por cuestiones de seguridad.
(MILENIO/ Catalina Díaz
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