MÉXICO, D.F. (apro).- Una grabación de radio era la prueba
con la que el gobierno panista de Felipe Calderón afirmó que en
diciembre de 2010 Nazario Moreno, El Chayo, había muerto en un
enfrentamiento con las fuerzas federales. Los entonces secretarios de
Gobernación, Alejandro Poiré, y de Seguridad Pública, Genaro García
Luna, repitieron esta mentira hasta convertirla en la verdad oficial.
Pero en Michoacán todos decían que El más loco seguía vivito y coleando.
Durante dos años la versión oficial de Calderón Hinojosa era que el
fundador de los Caballeros Templarios había dejado de existir y que su
puesto lo había ocupado Servando Gómez, La Tuta. Cuando Enrique Peña Nieto recuperó la Presidencia para el PRI, El Chayo
siguió “muerto” pero en Michoacán insistían en que estaba vivo y hasta
había testigos que lo habían visto en fiestas y caminando por algunos
poblados.
Con toda irresponsabilidad, en su quinto informe de gobierno Calderón
informó al país que Nazario había caído en una refriega con agentes de
la SSP a cargo de García Luna, reconocido por crear escenarios falsos,
como la detención de Florence Cassez o la del supuesto “aeropirata
hondureño”.
En el colmo de la verdad oficial, la Procuraduría General de la
República (PGR) publicó una foto del fundador de los Caballeros
Templarios como “presunto muerto”.
Pero Nazario no había fallecido, incluso se había santificado a sí
mismo mandando a hacer un busto con su imagen, con ciertos rasgos de
Jesucristo y una espada de los Templarios en las manos cruzadas sobre el
pecho, efigie que mandaba a colocar en capillas a las entradas de los
pueblos donde su voluntad era divina.
A manera de broma, el corresponsal de Proceso en Michoacán,
Francisco Castellanos, decía que Nazario era el único Santo vivo. Y en
surrealismo michoacano (y mexicano) así era.
Los gobernadores Leonel Godoy y Fausto Vallejo no desmintieron la
versión calderonista de la muerte del jefe templario. Hicieron mutis y
dejaron que las voces de la gente, afirmando la existencia de El Chayo, se convirtieran en leyenda.
Fue grave la irresponsabilidad del gobierno de Felipe Calderón y la
de Godoy y Vallejo que, por sostener como verdad una mentira, provocaron
más confusión en la opinión pública y el descrédito social en Michoacán
¿Cómo creerle a alguien que a todas luces miente?
Fue hasta la aparición de los grupos de autodefensa ciudadana, el 24 de febrero de 2013, cuando las versiones de que El Chayo
estaba vivo comenzaron a ser tomadas en cuenta. Sobre todo cuando el
líder de estos grupos, José Manuel Mireles, exigió la pruebas de que el
capo estaba muerto.
Ahora que el gobierno de Peña Nieto informó que estaba vivo pero que
ahora sí ya fue abatido en un enfrentamiento con elementos de la Marina,
queda la duda de por qué Calderón y los gobernadores de Michoacán
mantuvieron la falsedad de la muerte de Nazario desde 2010. ¿Por qué y
para qué encubrirlo? ¿Por miedo al ridículo o por intereses económicos y
políticos? ¿O por miedo a que el “resucitado” hablara desde el más allá
y revelara las alianzas, convenios, contratos, con gente del más acá?
Si así fue, esos secretos ya se los llevó Nazario, el santo de los
Caballeros Templarios que “resucitó” al tercer año de muerto
oficialmente por un gobierno calderonista totalmente desacreditado.
Twitter: @GilOlmos
(Las opiniones expresadas en el texto son responsabilidad exclusiva del autor)
/ 12 de marzo de 2014)
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