
La respuesta de la
CBP a ataques de esta naturaleza no va a cambiar. Hace unas semanas, la
organización Police Executive Research Forum —que presta asesoría a entidades
policiales— recomendó eliminar el uso de la “fuerza mortal” contra civiles que
les arrojan piedras.
La respuesta de la
corporación fue que mantendrá la autorización a sus agentes del uso de la
fuerza mortal, si piensan “razonablemente” que su vida o la de otros está en
peligro.
De acuerdo con el
Observatorio de Legislación y Política Migratoria de El Colegio de la Frontera
Norte (Colef), la revisión de los procedimientos de la CBP inició en 2012,
luego de que 16 legisladores expresaron preocupación sobre la muerte en mayo de
2010 de Anastasio Hernández, “un mexicano desarmado que murió de las lesiones
causadas por un arma de aturdimiento en el puerto de entrada de San Ysidro, en
San Diego”.
La Patrulla
Fronteriza argumentó entonces que “se puso agresivo cuando trataron de
devolverlo a México”.
Cifras de la propia
Patrulla Fronteriza, da cuenta de que en el año fiscal 2011, sus agentes fueron
“atacados” con piedras 339 veces y que los uniformados respondieron con
disparos 33 veces y con fuerza no letal —categoría que incluye el gas pimienta
y las macanas— 118 veces.
Los ataques con
piedras bajaron a 185 en el año fiscal 2012. Los agentes dispararon 22 veces y
respondieron 42 veces con fuerza no letal.
De otra parte, el
Proyecto de Migrantes Desaparecidos informó que alberga los restos de 800
personas no identificadas, así como información sobre alrededor de mil 500
personas desaparecidas, en su mayoría de México, Guatemala, El Salvador y
Honduras.
Esto de acuerdo con
un informe de la antropóloga Robin Reineke, que investiga el depósito de
cadáveres del condado de Pima, Arizona.
A su vez la Oficina
de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, señala que entre 1998 y
2008, al menos 3 mil 557 personas murieron en el desierto, aunque grupos de
derechos humanos sitúan la cifra en cerca de 5 mil 300.
Amnistía
Internacional, denunció que algunas de las muertes podrían deberse a la
política estadounidense de control de fronteras que se aplica desde 1994, y que
fuerza a los migrantes que intentan entrar a ese país hacia rutas peligrosas.
Tras la aplicación
del plan, la proporción de muertes de migrantes aumentó. Según cifras
oficiales, en 1996 hubo menos de 2 muertes por cada 10 mil migrantes detenidos.
En 2009, la cifra aumentó a 7.6 por cada
10 mil.
(EL DIARIO,
EDICION JUAREZ/ La Jornada | 2013-11-07 | 00:00)
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