¿Por
qué la mayoría de los políticos gays no sale del clóset? Jean Wyllys,
el primer diputado brasileño en reconocer su homosexualidad, lo responde
así: “Porque saben que viven en una cultura homofóbica, y por lo
tanto, si salen del armario, no serán electos”.
—
¿Pero la clase política de por sí está muy desprestigiada, les importa
qué dirá el electorado? –le pregunto mientras conversamos en un hotel
del centro de la ciudad de México.
— Los políticos no caen en
paracaídas, tienen que ser elegidos, necesariamente se tienen que
preocupar de lo que piensan las personas que los van a elegir.
Escudriñar
sobre la orientación sexual de una persona siempre despierta morbo y
leyendas negras. La clase política y las figuras públicas no están
exentas de los comentarios en los pasillos y de la mirada expectante de
la sociedad. En internet hay cientos de sitios que se dedican a
publicar si un artista, futbolista, gobernante o famoso es homosexual o
no.
A pesar de los avances en ciertas partes del mundo y
Latinoamérica para legislar a favor de la inclusión y la no
discriminación, lo cierto es que la sociedad predominantemente sigue
siendo homófoba, a tal grado que sus gobernantes prefieren mantener a
escondidas su orientación e incluso presentan ante el público
matrimonios heterosexuales falsos.
México, por ejemplo, es un país
con alto índice de crímenes por homofobia, el segundo lugar en
Latinoamérica, de acuerdo con el Informe de Crímenes de Odio por
Homofobia elaborado por la organización civil Letra S. Entre enero de
1995 y junio de 2009, en el país se cometieron 705 crímenes de odio por
homofobia, según dicha organización.
Lo grave es que la clase
política, homófoba desde sus entrañas, es la responsable de promulgar
las legislaciones y políticas públicas, y generalmente proyectan sus
prejuicios, temores y vergüenzas. Un caso representativo es el exsenador
del estado de California, Estados Unidos, Roy Ashburn, quien durante su
carrera sistemáticamente votó en contra de legislaciones a favor de la
diversidad sexual. Sin embargo, tras ser arrestado por conducir en
estado de ebriedad después de salir de un antro gay, a los 55 años de
edad y con cuatro hijos, se vio obligado a reconocer su homosexualidad.
Es
opuesta la historia del brasileño Jean Wyllys. Este político nacido en
1974 ha sido amenazado de muerte en varias ocasiones por sus propuestas a
favor de la diversidad sexual en su país, primordialmente homófobo.
Periodista de profesión y ganador de la quinta temporada del reality show “Big
Brother” en Brasil, Wyllys se ha caracterizado por defender las causas
de las minorías, desde personas que padecen enfermedades extrañas, hasta
indígenas y la diversidad sexual.
“La homofobia está reproducida
en la televisión, en el periodismo, y desde hace más de tres mil años
predomina, está incrustada en los corazones y las mentes”, sostiene. Y
profundiza: “Desde la década de los sesenta hay grandes
transformaciones, pero también permanencias y una de ellas es la
dominación masculina. Los distintos movimientos de reivindicación de
derechos, feministas, negros y los pueblos originarios levantaron
reivindicaciones muy fuertes pero provocaron una respuesta, una reacción
violenta delos grupos de derecha, principalmente de la derecha
cristiana”.
Cuando Wyllys comenzó sus trabajos parlamentarios,
continuamente era ridiculizado por sus colegas. En tono burlón,
legisladores e incluso periodistas le preguntaban cómo decoraría su
oficina y de qué color usaría su corbata. Pero Wyllys es un hombre
serio, culto, con un trabajo que lo respalda al grado tal de ser visto
como el equivalente en Latinoamérica del mítico Harvey Milk, el primer
hombre abiertamente homosexual en ser elegido para un cargo público en
Estados Unidos y asesinado en 1978.
Wyllys cuida en extremo su
vida privada: “Cualquier exceso que me sea atribuido a mí personalmente
va a ser generalizado a esa representación que yo ejerzo del movimiento,
eso inclusive me limita en lo personal en cuestiones en las que yo
tendría derecho a mi privacidad, como salidas recreativas o vida
nocturna. Debo tener muchos cuidados en mi vida privada para que nada
pueda ser utilizado para difamarme o para perjudicarme como
representante de toda esa comunidad”.
Recién comenzó la defensa
parlamentaria de grupos de la diversidad sexual, en su teléfono celular y
redes sociales sufrió amenazas de muerte. Incluso los sectores más
reaccionarios de Brasil crearon un sitio en Facebook para describir las
formas en las que debía ser asesinado.
La violencia contra los
líderes sociales que defienden la diversidad sexual ha estado presente
en la historia de la humanidad. Además del representativo caso del
californiano Harvey Milk, el 5 de octubre de 2002, cuando salía de
ofrecer una entrevista, el político Bertrand Delanoë, del Partido
Socialista Francés, fue agredido junto a su pareja, Víctor Botella.
El
odio social y el temor a perder en el juego electoral someten presión a
los políticos que permanecen en el clóset. Y no es el único sector, por
ejemplo los deportistas y particularmente los futbolistas son reacios a
defender su libertad sexual. En Brasil, por ejemplo, no existe un caso
documentado de un futbolista que haya salido del clóset. Así lo explica
Wyllys:
“El futbol es un medio en el que está presente la
dominación masculina de una forma mucho más contundente. El futbol, así
como el Ejército, así como el rugby, así como el futbol americano, son
sociedades masculinas que se afirman a partir del rechazo a la
homosexualidad”.
Wyllys estima que de los 503 diputados de Brasil, aproximadamente 30 son gays de clóset.
Si
bien es cierto que cada uno de nosotros tenemos el derecho de mantener
nuestra vida privada en reserva, en la clase política se presenta un
elemento diferente: ellos son quienes escriben las leyes y velan por la
seguridad de los ciudadanos. Si este sector permanece avergonzado de su
sexualidad, reproduciendo el odio de las calles, no hará más que
prolongar el reinado de la sociedad homófoba.
Son necesarios más
Jean Wyllys y Harveys Milks que se armen de valor y comiencen a defender
en los congresos de los estados el matrimonio entre las personas del
mismo sexo, el primer paso para que el Estado deje de criminalizar uno
de los derechos más preciados del ser humano: la libertad sexual.
Twitter:@juanpabloproal
/ 19 de julio de 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario