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MÉXICO,
D.F. (apro).- La precariedad económica que se vive en los hogares
mexicanos obligó a más de tres millones de menores de edad a realizar
alguna actividad económica durante el 2011, reveló el Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (Inegi).
El 45.6% de ellos combinó el
trabajo, las actividades escolares y la realización de quehaceres
domésticos en su hogar, limitando con ello su desarrollo integral, el
cual incluye no sólo la adquisición de conocimientos y habilidades por
medio de la escuela, sino el tiempo necesario para descanso y
esparcimiento.
Sólo 15.3% trabaja y estudia; uno de cada cuatro
combina el trabajo y realiza quehaceres domésticos, mientras que 13.8%
se dedica sólo a trabajar.
Al dar a conocer las Estadísticas a
propósito del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, el organismo
presidido por Eduardo Sojo aseguró que “la niñez es una etapa
fundamental en el desarrollo de las personas, por lo que es importante
garantizar que los individuos en esta fase de la vida se encuentren lo
menos expuestos a ciertos riesgos que puedan deteriorar o dañar su
integridad física y emocional”.
Sin embargo, el trabajo infantil es una problemática a escala mundial.
De
acuerdo con el tercer informe global de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) titulado Intensificar la lucha contra el trabajo
infantil, en 2008 había 215 millones de niños trabajadores en el mundo.
De
ellos, más de la mitad (115 millones) estuvieron expuestos a las peores
formas de trabajo infantil, como labores en ambientes peligrosos,
esclavitud y otras formas de trabajo forzoso, actividades ilícitas,
incluyendo tráfico de drogas y prostitución, así como su participación
involuntaria en conflictos armados.
Peor aún, pues en México una
gran parte de los niños y adolescentes que trabajan lo hacen fuera de
los horarios estipulados en la Ley Federal de Trabajo (jornada máxima de
seis horas diarias), además de que no reciben remuneración alguna.
El
Inegi reveló que, del total de niños y adolescentes de 5 a 17 años
ocupados, casi la tercera parte (31.5%) tiene jornadas laborales de 35 y
más horas a la semana, situación que limita la oportunidad de realizar
actividades recreativas y de esparcimiento, aparte de que es un factor
que contribuye a la deserción escolar.
No sólo eso, 4 de cada 10
infantes que realiza actividades económicas no recibe un ingreso por
ellas, seguidos por aquellos que reciben hasta un salario mínimo (28.3%)
y solamente 8% percibe ingresos mayores a dos minisalarios.
Y de las condiciones laborales, el panorama también es desolador:
Del
total de niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años que trabajan, 14.2%
ha tenido cansancio o agotamiento a consecuencia de su jornada, y 4.4%
reportó haber sufrido un accidente o lesión en su labor.
Por otra
parte, de los niños que trabajan y que realizan actividades en donde
cargan algún objeto pesado, 25.3% mencionó haber sufrido dolores de
espalda o musculares y 2.8% heridas, cortadas o fracturas.
El
lugar en el que los niños trabajan también es un factor de riesgo
latente que pone en peligro la integridad del infante, sobre todo cuando
pasan la mayor parte de su tiempo laboral en un ambiente hostil y sin
protección de su familia, panorama que aumenta el riesgo de ser víctimas
de abuso físico y sexual; en este sentido, 4.6% de la población
infantil ocupada de 5 a 17 años trabaja en un crucero vial, calle o
avenida, situación que se acentúa más en las niñas de 5 a 13 años
(8.7%).
El Inegi aseguró que el trabajo doméstico en general se
encuentra entre las actividades menos reguladas, por lo que carece de
legislación y en consecuencia se perciben bajos salarios e insuficiente
protección social; en el caso de los niños, esta situación se agrava,
dado que se convierten en trabajadores ocultos e invisibles y ello los
hace más vulnerables a ser explotados y más difícil de proteger,
quedando al margen de las leyes que garantizan sus derechos.
De
acuerdo con estimaciones de la OIT, en 2010 a nivel mundial 15.5
millones de niños están involucrados en actividades de trabajo doméstico
remunerado o no remunerado en el hogar de un tercero o empleador, de
los cuales aproximadamente 10.5 millones se encuentran en situación de
trabajo infantil doméstico.
En México, de los niños y niñas de 5 a
17 años ocupados, 4.1% trabaja en servicios domésticos y
aproximadamente en ocho de cada 10 casos son niñas y adolescentes
quienes desempeñan este tipo de actividad.
Los motivos por los que
los niños comienzan a trabajar en cualquier actividad pueden ser de
distinta naturaleza, no obstante, la situación económica de su hogar
suele ser uno de los factores de mayor importancia, ya que 27.9% de la
población infantil de 5 a 17 años ocupados declaró que realiza labores
porque su hogar necesita de su trabajo, 25.5% lo hace para poder
estudiar y hacerse cargo de sus propios gastos, en tanto que 13% busca
contribuir con el ingreso de sus hogares.
Por el contrario, si
dejan de trabajar, las consecuencias personales que tienen para los
infantes radican en no tener dinero para sus estudios, vestido y/o
diversión; no aprender un oficio, así como volver a la escuela o a los
quehaceres del hogar.
Las actividades en las que se encuentran
ocupados son diversas: 29.7% de la población infantil ocupada se
desempeña como trabajadores agropecuarios; 21% son trabajadores
industriales, artesanos o ayudantes, y 20.7%, comerciantes o empleados
de comercios establecidos.
/ 7 de junio de 2013)
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