El gobierno calderonista alardeó de sus logros económicos y, a la hora
del recuento, resulta que dejó destruidas las finanzas públicas. Especialmente
en los últimos años del segundo sexenio panista, se hicieron evidentes las
fallas, abusos y torpezas: La dependencia extrema de los ingresos petroleros,
las incongruencias del sistema tributario y de la política de subsidios y el
endeudamiento de algunas entidades federativas que simplemente dejaron
hipotecado su futuro.
Carlos Acosta Ramírez
MÉXICO, D.F.
(Proceso).- En su informe de resultados de la revisión de la Cuenta Pública
federal de 2011 –que dio a conocer el miércoles 20–, la Auditoría Superior de
la Federación (ASF) es implacable: En el penúltimo año de su gobierno a Felipe
Calderón se le descompusieron las cosas en materia económica, que era la que
más presumía. La economía nacional se desaceleró; la actividad industrial, en
particular, perdió gravemente el paso y el sector de más empuje dentro de ella,
el manufacturero, prácticamente se estancó.
Fue el año en el que
quedaron de manifiesto todas las debilidades de la política económica seguida
en los últimos años: La dependencia extrema de los ingresos petroleros y de la
economía estadunidense y las fallas e incongruencias del sistema tributario y
de la política de subsidios.
En materia de
impuestos todo lo que se hizo en los años previos no funcionó o cuando mucho
tuvo un impacto efímero.
Se crearon el
Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) y el Impuesto a los Depósitos en
Efectivo (IDE); se aumentó un punto porcentual a la tasa del IVA, que quedó en
16% y de 11% en las fronteras; se le subieron dos puntos a la tasa del ISR, a
30%; se le impuso un IEPS de 3% a las telecomunicaciones, otro de hasta 30% a
los juegos con apuestas y sorteos y de 53% a las bebidas alcohólicas.
Y la recaudación
tributaria, sin embargo, no aumentó en 2011. Regresó a ser del 10% del PIB,
nivel que ya se había superado en los primeros años del gobierno de Calderón.
Peor aún, el
resultado del esfuerzo recaudatorio se diluyó en extraordinarias devoluciones
de impuestos –sobre todo a grandes empresas–, por casi 285 mil millones de
pesos.
En el mismo sentido
buena parte de los ingresos excedentes que dejó el petróleo en 2011, por casi
97 mil millones de pesos, se fueron por la coladera de los subsidios a las
gasolinas, que benefician a los estratos de población con más recursos.
Para completar el
panorama de 2011, acabó el año con un festín de endeudamiento federal y local.
La deuda bruta del sector público federal acabó en cinco billones de pesos,
cuando al final del primer año de gobierno, 2007, fue de 2.6 billones.
Y en estados y
municipios el desastre: La deuda subnacional, como le llaman los especialistas,
pasó de 186 mil 470 millones de pesos en 2007 a 391 mil millones en 2011.
En términos
generales es poco más del doble. Pero los casos individuales espantan. Por
ejemplo Coahuila: en 2007 tenía una deuda de 487 millones de pesos. Cuatro años
después, en 2011, era ya de ¡36 mil 500 millones de pesos!
Es decir que en 48
meses aumentó su deuda 75 veces.
Pocos y malos empleos
El Informe del
Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2011, que Juan
Manuel Portal –titular de la ASF– entregó el miércoles 20 a la Cámara de
Diputados, da cuenta del freno a la economía en 2011 y sus consecuencias en el
ámbito laboral y salarial.
Ese año la economía
nacional creció 3.9%, muy por debajo del 5.5% alcanzado en 2010. En particular
la actividad industrial creció 4%, por debajo del 6.2% registrado un año antes.
El sector
manufacturero, orgullo de quienes dirigen la economía del país –porque, dicen,
pone a México a competir de tú a tú con las grandes potencias–, fue el que más
se desplomó. Ese año creció apenas un poco más de la mitad que en 2010: 5.2%,
contra 9.9% del año previo.
La disminución en el
ritmo de crecimiento de la economía tiene como consecuencia natural el
deterioro del empleo y el salario.
La ASF refiere que
si bien en 2011 había 3.5 millones más de ocupados que en 2007, la mayor parte
de ellos encontró una fuente de ingresos en la subocupación y en el sector
informal.
En el periodo
2007-2011, poco más de la mitad (50.4%) del incremento en la población ocupada
se empleó en la informalidad. Es decir, de esos 3.5 millones que lograron
emplearse, casi 1.8 millones lo hicieron en la informalidad.
Nada halagüeños los
datos de la ASF sobre algunas variables del mercado laboral. En 2007 los que
estaban en el desempleo absoluto sumaban 1 millón 655 mil personas; cuatro años
después ya eran 2 millones 561 mil. Un aumento de 906 mil 110 desempleados:
54.8%.
Subocupados
(aquellos que tienen un trabajo insatisfactorio y que por eso buscan otro para
completar un ingreso que les permita satisfacer las necesidades básicas) eran 3
millones en 2007; en 2011, un millón más.
En la informalidad
había 11.6 millones en el primer año de gobierno de Calderón. En el quinto,
2011, sumaban 13.4 millones. Casi un millón 800 mil más “en actividades
laborales con bajos niveles de productividad, de mínimas remuneraciones
salariales y carente de seguridad social”, dice la ASF.
E interpreta: El
mercado laboral formal “no retornó a los niveles prevalecientes en 2007”. El
subempleo y la informalidad fueron el refugio de millones de personas para
obtener un ingreso.
Peor aún, dice el
ente fiscalizador, se deterioró la estructura salarial de los trabajadores
subordinados o remunerados. Se redujo el número de trabajadores que ganaban más
de tres salarios mínimos y aumentó el de quienes ganan de uno a tres mínimos.
Dice la ASF: El
número de personas que percibían más de tres salarios mínimos se redujo en 980
mil 475 durante el periodo 2007-2011. En cambio, el número de quienes ganan de
uno a tres mínimos se incrementó en 2 millones 191 mil trabajadores en el mismo
lapso.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso
1895, ya en circulación)
(PROCESO/Carlos Acosta Córdova/ 23 de febrero de 2013)
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