Fotos> Internet/Santiago Meza
"El Pozolero"
Supe de varios secuestrados
en Tijuana. Los deshicieron en ácido. La caterva llama a eso “pozolear”. Y pasa
aun cuando los familiares y amigos paguen rescate. Ildefonso Cardozo Gálvez era
un joven de respetable familia. Estudió arquitectura para graduarse en la
Iberoamericana-Tijuana. Se arrimó a su colega Jaime Martínez Veloz. Y así fue
como entró a la nómina de SEDESOL (Secretaría para el Desarrollo Social).
Tiempos entonces cuando el jefe era Colosio. Allí se dedicó a diseñar rampas y
escaleras en las colonias populares. Fueron muchas. Muerto Luis Donaldo se
acabó la chamba. Siguió en la política. Pero Martínez Veloz abandonó el PRI y
él no. Por eso apareció como un activista más de Jorge Hank Rhon. Este hijo del
profesor. Encaprichado ahora con ser Presidente Municipal de Tijuana. En esas
andaba Ildefonso y a la vez atendiendo un negocio: Compra y venta de autos. Fue
cuando lo secuestraron. Igual les pasó a César Aguilera y Ángel Martín
Martínez. Todos al ácido. Dijeron que andaban de mafiosos pero es de dudarse.
No los perdonaron ni por haber recibido los secuestradores un millón de
dólares. Aparte todos sabemos. En el Distrito Federal y muchas ciudades del
país también matan a plagiados después de cobrar el rescate puntualmente. Van y
tiran cuerpos a campo raso. En casi todos los casos luego de atormentar a la
parentela. Hacerles tragar angustias. Soportar humillaciones y groseras
amenazas por teléfono. Es un martirio.

Fíjese hasta dónde llega el
miedo. Supe por cierto empleado de una funeraria: “Aquí traen los cadáveres con
certificado médico”. Que dizque murieron de ataque al corazón o cáncer. Cuando
en realidad se les ven los balazos en la cabeza. Huellas de ahorcamiento.
Amarres en muñecas o tobillos. Pero los familiares del difunto quieren
discreción. Esconden la constancia oficial. No quieren que nadie se entere del
secuestro. Siguen teniendo pavor al plagiario y mucha desconfianza de la
policía. Es una maldita complicidad. Por eso no sabemos cuántas personas
pierden su libertad temporal o definitivamente. Ni real o aproximadamente. Pero
eso sí, los gobernícolas se emberrinchan cuando les restriegan por toda la cara
que hay muchos secuestros.
En esto Colombia no es igual
a México. Allá es cosa de guerrilleros. Reclaman dinero. No matan tanto a
plagiados. Los esconden durante semanas, meses o años. Por conveniencia
publicitaria o reclamo de dinero. Hace poco leí la revista Gatopardo
colombiana. Imprimió una lista. Nombres y apellidos de 1,262 secuestrados. Me
estremeció por segunda vez. La primera fue en 1999 cuando fui a Santafé de
Bogotá. Vi El Tiempo una relación de casi dos mil. En aquella fecha y esta se
apuntó cuanto tiempo llevan encerrados los infortunados. Gatopardo advirtió:
“…la lista no está completa” y resaltó “…pero existe un cálculo aterrador y
vago que habla de tres mil a cuatro mil en cautiverio”. Luego de la publicación
el Gobierno no anduvo con berrinches teatreros desmintiendo.
Gatopardo documentó muchos
casos y tomo pocos: Elkin Hernández Rivas tiene 27 años. Teniente de la
policía. Secuestrado en octubre del 98. Desde entonces la familia recibió seis
pruebas de vida. Ingrid Betancourt, 42 años. Casada y con dos hijos. Cuando era
candidata presidencial en 2002 la plagiaron. Pero hay pruebas de vida. Alan
Java, ex-gobernador. Lo capturaron en 2001 con su hijo de 10 años. También hay
constancia de existencia. Y como estos hay miles de casos documentados en
Colombia. Lo que no sucede aquí.
Hace meses iba de mi casa a
la oficina. Casi en el crucero más transitado estaba una camioneta de lujo.
Atravesada. Motor encendido. Abierta la portezuela cercana al volante. Mientras
llegaba la policía los “mirones” supimos: Secuestraron a una señora. Según eso
hacía ratito dejó a su hijo en la escuela. Nunca supimos más de ella. También
conozco a varios empresarios. Me visitaron para contarme su desgracia. Que no
la supiera por otro lado. “Pero por favor no la publiques. Ya no quiero
problemas”. Otros decidieron abandonar Tijuana. Se fueron a vivir en Estados
Unidos.
Es que los pistoleros del
narcotráfico se amafiaron con policías. Son los secuestradores. Más tardan en
detenerlos que otros aparecer. Ya son famosos esos “comandos”. Llegan. Se meten
a las casas. Paran vehículos y se llevan a cualquiera. Y curioso: Nunca los
capturan. Hace días escuché en televisión al Presidente Fox. Pidió a familias
de secuestrados denunciar y confiar en la policía. Seguro no les hizo gracias a
muchas familias. Luego incomoda a la autoridad saber: “México está en el
segundo lugar mundial de secuestros”. Eso se vuelve discusión. Casi comadreo.
Lo politizan. Da la impresión de cómo pierden la sensibilidad. No tienen
respeto para el dolor en miles de hogares. Muchos lloran todavía. En tanto el
Gobierno discute frivolidades. Opinan en foros. Se lucen declarando a
telediarios. Pero en estos momentos hay muchas personas secuestradas. Muertas
en vida. Y muchos policías saben quiénes son los perversos y dónde están.
Tomado de la colección Dobleplana de Jesús
Blancornelas, publicado por última vez en junio de 2004.
(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA / JESÚS BLANCORNELAS/
LUNES, 20 AGOSTO, 2018 12:00 PM)
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