Ahora los tratantes de personas ya no se
arriesgan y usan GPS y teléfonos
inteligentes para que los migrantes encuentren su destino
TIJUANA.- La cadena del
tráfico de indocumentados en esta ciudad compuesta por elementos como el talón,
el clavo, el pollo, el cobrón y el encargado de “dar el brinco”.
El proceso inicia con el
talón, que son hombres y mujeres entrenados en detectar a los recién llegados a
la ciudad, desconcertados muchos de ellos, a quienes ofrecen sus servicios: por
5 mil o 6 mil dólares los cruzan hacia Estados Unidos en forma ilegal, o por 12
mil dólares a través de alguna de las garitas, utilizando documentos falsos,
robados o rentados.
Javier N, pollero de la Zona
Norte desde hace más de tres décadas, explica que el clavo es el escondite
donde los pollos son mantenidos durante varios días hasta que “se junta el
viaje”, es decir, un grupo de indocumentados que serán cruzados en una
camioneta panel o minivan, o hasta que se consigan documentos adecuados para el
cliente.

Ahí, los pollos son
resguardados y no tienen permiso para salir a las calles, por lo que se les
proporciona agua y alimentos, pero son vigilados de cerca por custodios.
En tanto, el cobrón hace
gestiones con los familiares del indocumentado para conseguir el pago si es que
el cliente no cuenta con el monto requerido para cubrirlo en una sola
exhibición. El cobrón se encarga de recibir el pago a través de cuentas de
transferencia de remesas.
Cuando el pollo es menor de
edad, un pollito, hay otra forma de internarlo en Estados Unidos gracias a las
mujeres conocidas como welferas, las cuales viven de la ayuda social en Estados
Unidos (Welfare).
“Vienen a Tijuana con tres de
sus cuatro hijos, y como sólo cruzan con actas de nacimiento de los menores,
hacen pasar al pequeño indocumentado como uno más de sus hijos”, explicó Víctor
Clark Alfaro, director del Centro Binacional de Derechos Humanos.
EL MOMENTO DEL CRUCE
Tras una espera de dos o tres
días, el pollo cruza hacia Estados Unidos a bordo de algún vehículo que se
interna por una ruta preestablecida con el fin de que ninguna autoridad lo
intercepte, o con documentos ilegales, entre los que destacan las visas
robadas, que requieren un cruce inmediato antes de que sean reportadas. También
hay casos en los que las visas son rentadas por sus titulares, quienes así
obtienen algunos ingresos.
En el cruce de indocumentados
ahora ya no hay un “guía” que arriesgue su vida o su libertad al marcar el
camino para internarse en Estados Unidos.
Ese trabajo lo hacían los
hijos o sobrinos de los grandes polleros, que de esa forma se entrenaban para
cuando esas rutas fueran suyas, pero hoy el brinco se lleva a cabo con la ayuda
de la tecnología: smartphones, GPS y Whatsapp sirven para que al menos uno de
los indocumentados vaya recibiendo instrucciones paso a paso para encontrar los
caminos, rutas, veredas y escondites desde las zonas montañosas hasta llegar a
territorio estadunidense. Por ese tipo de cruce, las personas deben pagar hasta
6 mil dólares.
POLLEROS EN CRISIS
Algunas bandas de traficantes
de indocumentados se enorgullecían de haber cruzado hacia Estados Unidos a
generaciones enteras de familias.
En esta frontera fueron
célebres las bandas de Los Peralta, Los Obispos o Los Avispos, pero en la
década de los 90 surgieron falsas bandas de polleros, que en vez de cruzar a
sus clientes, los asaltaban, violaban y mataban.
Ante la política de
tolerancia cero para la migración ilegal a Estados Unidos, fijada por la
administración de Donald Trump, los polleros en Tijuana son cada vez menos
requeridos.
“En los últimos años, el
número de gente que llega se ha reducido a su mínima expresión, y esa reducción
dramática en el número de migrantes impactó en el mundo de los traficantes de
indocumentados, y muchos comenzaron a quedar desempleados”, señaló Clark
Alfaro.
ARRIESGAN TODO POR EL SUEÑO AMERICANO
Hombres camuflados como
sillones de carro, mujeres ocultas detrás de los tableros —por su delgada
complexión—, niños hundidos en los tanques de gasolina; éstas y otras son las
formas más ingeniosas con que las bandas de traficantes de indocumentados
buscan cruzar ilegales por las garitas de esta ciudad.
Detectados por la Border
Patrol, estos son algunos de los casos de connacionales que son escondidos en
el interior de algunos de los 70 mil vehículos que diariamente cruzan la garita
de San Ysidro
Con una afluencia anual de 25
millones 200 mil autos, los tiempos de revisión son de apenas unos cuantos
segundos para que los agentes del Inmigration Custom Enforcement decidan si el
vehículo que intenta cruzar “está limpio”; sólo el olfato de los oficiales y de
sus perros les ayuda a determinar que el automóvil pase a inspección
secundaria.
Ahí es donde, con apoyo de la
tecnología más sofisticada como arcos detectores de rayos Gamma, los elementos
del ICE se han encontrado con escenas inimaginables: hombres, mujeres y niños
amontonados en compartimientos ocultos, indocumentados montados sobre el motor
de los vehículos, y hasta menores ocultos en tanques de gasolina.
“Esto no lo hace un solo
pollero”, dicen los experimentados agentes de la Border Patrol: “Esto es
trabajo de una banda bien organizada de gente que le dedica mucho tiempo y
mucho dinero a su trabajo. Por un cruce de esta naturaleza, las redes de
traficantes de indocumentados llegan a cobrar hasta 15 mil o 20 mil dólares.
Las escenas más crudas son
las de aquellos niños empapados en gasolina, sacados por los elementos de la
Border Patrol con sumo cuidado ya que un paso en falso podría costarles la
vida.
“No me imagino a un padre
poniendo en peligro la vida de su hijo dejando que los metan en un tanque de
gasolina, con poco combustible apenas el suficiente para cruzar la frontera,
pero bastante como para ahogar a un niño, o para asfixiarlo con sus vapores
tóxicos”, indican los jefes de sector de la Border Patrol en San Ysidro,
quienes muestran estas y otras imágenes para disuadir a los connacionales de
intentar cruzar mediante estos métodos peligrosos.
“Una mujer, por pequeña que
sea, puede salir seriamente lastimada si se le esconde detrás del tablero de un
carro, puede estar expuesta hasta a un choque si el conductor decide huir
cuando es detectado”, agregan los oficiales que exigen el anonimato para
revelar el panorama con que se enfrentan en las garitas de San Ysidro u Otay
Mesa.
(EXCELSIOR/ ARTURO SALINAS/ CORRESPONSAL/ 30/07/2018
05:47)
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