MÉXICO,
D.F., 23NOVIEMBRE2011.- Humberto Moreira, dirigente nacional del PRI, saluda a
Enrique Peña Nieto, aspirante a la Presidencia de la República por el PRI, al
finalizar la ceremonia en la cual Diva Gastélum tomó protesta como nueva
dirigente de la Unión Nacional de Mujeres del PRI (UNMPRI). FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM
Pablo
Escobar supo que había alcanzado la cima cuando era un problema guardar tanto
dinero en efectivo. Bultos de millón, de dos, de 10. Enterrado. En cuevas. Tras
las paredes. Era un lío tremendo recordar dónde lo había escondido, y por más
que compraba animales exóticos, policías, mujeres, políticos, partidos, autos,
y hasta regalándolo, era imposible que se lo acabara.
Es
la etapa de Escobar que visto a la distancia casi es caricaturesco, si no fuera
porque es completamente real. Tragicómico resultó que al final el dinero sí se
pudiera terminar y le llegó a faltar a tal punto que acabó en Escobar en la
sima.
Similares
comparaciones se pueden hacer al negocio de las redes criminales de México,
donde llegaron a las complicaciones del manejo de grandes cantidades de dinero
en efectivo, además en dólares o euros. Por eso, hace un par de años se
conformó una nueva forma para dosificar los envíos de dólares a México
evitándose dificultades: el narco convocó a centenares o quizás miles de
mujeres de colonias pobres de Culiacán para abrir cuentas bancarias y luego ir
retirando dinero. Para cuando las autoridades hacendarias se percataron, ya el
narco estaba operando una nueva forma de burlar los sistemas de cómputo y las
transferencias electrónicas.
La
teoría de los vasos comunicantes tiene una explicación física muy simple, dos o
más recipientes con distintos niveles de líquido logran una igualación exacta
al momento de establecerse una vía de comunicación entre ellos. El narcotráfico
y la política como formas de poder permanecen constantemente conectados, como
los vasos comunicantes llega un momento en que igualan sus niveles.
Por
eso tendrán que irse encontrando cada vez más conexiones directas entre unos y
otros vasos. Aunque desde su mismo nacimiento se han ventilado, publicado, y
unas pocas veces investigado.
Humberto
Moreira, exgobernador de Coahuila y Dirigente Nacional del PRI nada menos que
cuando se designó a Enrique Peña candidato a la Presidencia, tuvo los mismos
líos que Pablo Escobar. ¿Cuántos sacos de tela se necesitarán para cargar 40
millones de pesos? ¿Cuánto pesan? ¿Dónde se guardan o esconden?
Según
el testimonio judicial de Luis Carlos Castillo Cervantes —representante en
México de una poderosa compañía de asfalto americana— en un testimonio recién
desclasificado en Estados Unidos, él mismo envío a la casa de Moreira 40
millones de pesos en efectivo, en costales de tela. De Moreira no hay video
recibiendo al Secretario de Hacienda con los costales, pero sí un testimonio en
una investigación en los Estados Unidos de quien envió el dinero, Luis Carlos
Castillo Cervantes.
De
quien sí existe un video es de la diputada de Morena en Veracruz, Eva Cadena,
recibiendo no un costal pero sí una bolsa de papel con medio millón de pesos
cash.
Mientras
en México se está construyendo el sistema nacional y estatal anticorrupción, se
discute quién podría reunir las características intachables del zar
anticorrupción, nombramos a ciudadanos para que nombren a otros ciudadanos que
a su vez propondrán los nombres, son los estadunidenses y su sistema judicial
desde donde sale la pus, el lodo pestilente de lo que sabemos hace un siglo en
México: es la corrupción, estúpidos, es la corrupción.
MARGEN DE ERROR
(Peña)
El Presidente Enrique Peña menos que nadie tiene la voz completa para siquiera
hablar del tema de la corrupción en México. La investigación periodística de la
Casa Blanca lo sepultó antes de llegar a su segundo año de gobierno. En muchos
países del mundo Peña Nieto no hubiera durado de Presidente una semana después
de la publicación. Pero México tiene otra lógica, es otro el ritmo.
Al
PRI ya solo le queda insistir que la corrupción somos todos. Sí, somos
corruptos, pero también el amarillo, el azul, el verde… es el mensaje implícito
del PRI.
La
corrupción no es un tema de ángeles y demonios, de aves impolutas que cruzan el
pantano y no se manchan como dice Andrés Manuel López Obrador. Es de sistema.
Se corrige con un robusto sistema. No es que los daneses, suecos y finlandeses
hayan nacidos incorruptibles y los mexicanos, haitianos y marroquíes nos
parieron corruptos.
MIRILLA
(Copias)
Lo mismo del sistema anticorrupción aplica en México con el sistema de
seguridad. Las comparecencias de los Secretarios de Seguridad Pública Estatal y
Municipales en el Congreso de Sinaloa han servido para conocer la miseria en
que se encuentran las corporaciones, los elementos y el sistema completo.
Lo
que hace seis años dijo Malova y sus policías de cómo recibieron el sistema de
seguridad, se repitió como copia escaneada con la administración de Quirino:
desarmados, sin patrullas, mal pagados, con las evaluaciones de control y
confianza sin acreditar.
¿Qué
pasó en seis años? Se privilegió a unos en detrimento del todo. Las cabezas
siguen solicitando las pensiones, ahora le tocó el turno a Martiniano Vizcarra,
el siempre brazo derecho de Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, quien solicita 30
mil pesos al mes por los servicios públicos prestados. Ahí sigue cerrándose el
círculo de las compensaciones.
Obtienen
pensiones del Estado, pero nadie los llama a cuentas para que expliquen por qué
el sistema de seguridad está en ruinas.
DEATRASALANTE
(Adivino)
Lo dijo el Ñacas en Ríodoce hace un mes y dos días. Conocedor de las tripas del
hampa, hombre pragmático, frío y de acción, el Ñacas paseó la mudanza con los
muebles asegurados en la cárcel de Culiacán por las calles de la ciudad para
volver a los rumbos de Aguaruto. Oiga Don Ñacas —le dice el policía chofer del
camión— ¿los vamos a devolver? No, responde el Ñacas, les estoy haciendo un
paro, para cuando los tengan que regresar no les quede tan lejos.
Y
volvieron. 40 días y 40 noches después de que el mismo gobierno filtrara las
fotos de las celdas de lujo en el penal de Aguaruto en Culiacán, donde estaban
los reos fugados el 16 de marzo, regresaron a una revisión a la cárcel y de
nuevo detectaron refrigeradores, aires acondicionados, hornos de microondas y
televisiones. Más tardó el Ejército en desmantelar las celdas que los muebles
en regresar. No es posible saber si sean los mismos —pero quién podría
desmentirlo si el mismo Ñacas lo dijo un mes antes—, pero lo que sí es posible
saber que de poco sirvió tanta alharaca sobre el desmantelamiento de las
celdas.
Por
la puerta salieron, por la puerta regresaron sofás, teles, cuadros decorativos
y lámparas (PUNTO)
(RIODOCE/
ADRES VILLARREAL/ 1 MAYO, 2017)
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