El cristal ‘inunda’ Hermosillo y dispara
la violencia
La sustancia, del grupo de las
metanfetaminas, trajo consigo robos incontrolados, homicidios y matanzas,
principalmente en la capital del estado.
HERMOSILLO, Son.- Cristal. La
clave para entender el alza del índice delictivo en Sonora, pero especialmente
en Hermosillo, es esta droga sintética, del grupo de las metanfetaminas.
En pocos años —cuatro,
calculan algunos— los “tiraderos” de droga (denominación local para las
narcotienditas) inundaron las calles y las colonias de la capital de este
estado norteño. Y el cristal trajo consigo la violencia: los robos
incontrolados, los homicidios y las matanzas.
“Hemos visto cómo autoridades
federales y militares llevan a cabo grandes decomisos de este tipo de droga en
camiones de repartición, de paquetería o de mensajería; en cajas de tráileres,
oculta entre la mercancía o perecederos, que van a alguna parte del Estado o
fuera, usando a Sonora solo como cruce. Sin descartar el tráfico en menores
cantidades en forma individual, en un vehículo o persona”, señala Ramsés Arce
Fierro, comisario general de Policía y Tránsito Municipal de Hermosillo.
Adolfo García Morales,
secretario estatal de Seguridad Pública, agrega: “Estamos pegados a la frontera
y creo que eso influye para que se consuma esta droga, sumamente adictiva. En
un mes la persona adquiere la adicción, y el comportamiento de un adicto al
cristal es violento, se sale de su esfera familiar, escolar y laboral, de la
esfera de amistades, y se dedica exclusivamente a conseguir recursos para
seguir comprando droga.
"Noventa por ciento de
los aseguramientos y personas detenidas por este concepto son por posesión de
este tipo de droga; a nosotros nos queda muy claro que son los que mayor
consumo tienen, porque le reditúa demasiado al narcomenudista, por lo fácil y
barato”.
LA NOCHE DE LOS CADÁVERES
La noche del pasado 4 de
febrero, un convoy compuesto por al menos tres vehículos ingresó a las calles
del poblado Miguel Alemán. Ubicado a unos 54 kilómetros de Hermosillo, la
comunidad también conocida como “Calle 12” es habitada por trabajadores
agrícolas, en su mayoría migrantes de otros estados.
Cuando el sol les dio la
espalda, los tripulantes de los autos amartillaron sus armas, se acomodaron sus
capuchas y entraron en una acción cronometrada a un par de domicilios, de donde
sacaron a sus moradores. En la madrugada del 5 de febrero, empezó el recuento
de los saldos. La operación paramilitar, ejecutada con precisión quirúrgica,
dejó regados en las calles del poblado siete cadáveres, incluido el de un
anciano indigente, que esa noche escogió como refugio el lugar equivocado.
“Los dos domicilios de dónde
sacaron a las personas asesinadas eran conocidos, pública y notoriamente, como
lugares donde se vendía al menudeo la droga conocida como cristal”, dijo a los
reporteros el procurador de Sonora, Rodolfo Montes, cuando salió a explicar los
pormenores de la matanza.
“Existe una conexión,
definitivamente no podemos negarlo, de que algunos de los delitos que se
cometen en esta ciudad han sido bajo los efectos de este tipo de droga”,
reconoce Ramsés Arce en la entrevista con MILENIO.
ASESINATOS CADA TERCER DÍA
Según cifras del Sistema
Nacional de Seguridad Pública, en Hermosillo la extorsión y el secuestro son
prácticamente inexistentes, pero los homicidios dolosos repuntan: en 2015 hubo
127 asesinatos, y con los 86 registrados en el primer semestre de 2016, la
tendencia indica que la cifra de este año puede quedar ligeramente arriba de la
del anterior.
En el caso de los robos a
casa-habitación, la cifra se ha disparado de 222 en 2015, a 610 apenas en los
primeros seis meses de 2016. Lo mismo que los robos de vehículos, con o sin
violencia, que se han duplicado de un año a otro.
El alcalde de la capital
sonorense, Manuel Acosta, reconoce que “el de la seguridad es un tema no
heredado, porque no es un asunto de gobiernos; va mucho más allá de eso, es un
problema de nuestra ciudad, de nuestro país y de nuestro estado, sin duda.
Se empezó a incrementar la
inseguridad desde hace cinco años, y si a eso le podemos llamar heredado, pues
sí, es un tema que viene de tiempo atrás. Pero nosotros no estamos viendo eso
para echar culpas, sino para atenderlo de manera integral”.
EL HOMBRECILLO TATUADO
MILENIO realizó un recorrido
por la zona sur de Hermosillo, en un sector conocido como El Tepito, donde a la
luz del día se pueden adquirir partes robadas de autos, una bicicleta o una dosis
de cristal, mariguana y otras drogas.
Un hombrecillo de baja
estatura, brazos y rostro tatuados como recuerdos de sus ingresos a la cárcel,
se acerca al auto donde viajan los reporteros de MILENIO. Con mirada
inquisitiva, escudriña con atención, tratando de averiguar las intenciones de
quienes están dentro del auto.
—¿Qué pasó, qué andan
haciendo, qué andan buscando, de qué la rifan? —pregunta, o más bien, demanda
una respuesta, sabedor de que es el dueño del territorio, consciente de que la
impunidad es una aliada y la violencia su mejor arma.
—Queremos comprar cristal —le
responde el corresponsal. La respuesta del individuo salta de inmediato:
“Sobres, déjense venir, ¿cuánto van a querer?-. Pero en ese momento, su larga
experiencia en la vida callejera le dice que algo no está en su lugar.
—¡Ni madres, ábranse, aquí no
se hace!
El alcalde, Manuel Acosta,
comenta que “el problema de las adicciones lícitas e ilícitas es una tendencia,
según la Encuesta Nacional de Adicciones, que va al alza, pero yo creo que sí
tenemos la coordinación y tenemos toda la capacidad como estado, Federación o
municipio para hacer frente y reaccionar ante cualquier persona que esté
contaminando nuestras colonias”.
Por su parte, el comisario de
la policía municipal, Ramsés Arce, reitera que también “existe una tendencia a
cometer una serie de delitos que se derivan del consumo o la venta de este tipo
de productos”.
Aseveración que refuerza el
secretario estatal de Seguridad Pública: “Está acreditado que en el delito de
robo a casa habitación 70 por ciento de quienes lo cometen están relacionados
con el consumo de drogas, y de ellos 80 por ciento es adicto al cristal. Un
crimen atroz, cometido a principios de mes, ejemplifica esta situación.
DOÑA LICHA, EN UN BAÑO DE SANGRE
La colonia Pimentel, en la
zona norte de Hermosillo, es habitada por ciudadanos de clase media, quienes, a
pesar de las sucesivas crisis, han logrado conservar ese estatus. El 1 de julio
pasado, una de las vecinas más apreciadas por la comunidad fue brutalmente
asesinada. Un individuo de 25 años tocó la puerta del número 2 del callejón
Naco. Doña Licha, como se le conocía, no preguntó, abrió la puerta de su hogar
a su verdugo.
El hombre golpeó
repetidamente con un martillo en la cabeza a la anciana, también la acuchilló y
luego prendió fuego a la casa.
“Cuando los bomberos
llegaron, se dieron cuenta de que doña Licha estaba muerta, bañada en sangre”,
relata Gabriel Núñez, un profesor jubilado que vive en el otro extremo de la
misma calle.
Según su testimonio, el
asesino tenía un mes viviendo en el barrio. Después de matar a doña Licha se
fue a su casa, se cambió de ropa y regresó al lugar del crimen. Se mezcló entre
los curiosos, pero fue reconocido por los vecinos que lo denunciaron. La
policía encontró en la habitación del asesino objetos que había sacado de la
casa de su víctima, pero también la ropa manchada de sangre que llevaba puesta
cuando ejecutó a la anciana, quien vivía sola.

En el número 7 del mismo
callejón se encuentra una casa que desentona con las de la cuadra:
semiderruido, el inmueble era utilizado como “tiradero” de cristal. El
“tirador” del lugar entendió que el terreno se le había calentado. Se fue y
dejó atrás la pocilga que usaba como expendio de cristal. En el interior,
regados en dos cuartuchos, aparatos electrónicos, ropa, una credencial de
elector y los restos de lo que seguramente fue su última comida en ese lugar.
¿Cómo permite un vecindario
que se instale un “tiradero” tan notorio entre sus calles?, se le cuestiona al
profesor Núñez. “No lo permitimos, responde exaltado. Nos cansamos de hacer la
denuncia, pero nadie atendió nuestra queja. A la luz del día se traficaban
drogas y objetos robados por las calles de nuestra colonia y a todos nos consta
que la policía estatal visitaba con frecuencia el ‘tiradero’ de droga y no
precisamente para detener a alguien”.
“Tuvo que ocurrir esta
tragedia para que nos hicieran caso”, afirma don Gabriel, quien insiste en que
los medios exageraron su postura. Dice, sin embargo, que unos seis vecinos
están armados y que se van a defender.
—¿O ustedes qué harían?
—remata.
(DOSSIER POLITICO/Tomado de: Roberto
Lopez y Felipe Larios / Milenio Digital/ 2016-07-28)
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