Apenas habían conciliado el
sueño cuando un estruendo despertó a los pasajeros del autobús 7002 que se dirigía
a la Ciudad de Monterrey. Era alrededor de las 10:30 horas de la noche cuando
el autobús pasaba por las afueras de Culiacán, ahí arriba los pasajeros
compararon esa pesadilla con una escena de guerra, de esas que sólo habían
visto en las películas.
Cuatro disparos de grueso
calibre se impactaron en las ventanas del camión de pasajeros de la línea
Futura Selec, el taca taca taca retumbó al interior del vehículo. Algunos
reaccionaron de inmediato y se tiraron al piso, otros, confundidos, ni siquiera
se movieron de sus asientos. “Fue una pedrada”, alcanzó a decir un hombre que
recién despertaba pero las miradas aterrorizadas del resto le confirmaron que
no era así.
Visiblemente asustado, el
chofer detuvo su camino. Están todos bien?, preguntó. Una mujer que viajaba
acompañada de su hijo de apenas cinco años le respondió. “Si, nada mas me
cayeron los cristales”, dijo mientras se quitaba los pequeños trozos de cristal
de su ropa. Su hijo, cobijado por el sueño, ni siquiera despertó.
Por los enormes hoyos que
dejaron los impactos comenzó a colarse un helado viento nocturno, los dos
choferes y su ayudante hacían llamadas mientras algunos pasajeros comentaban su
mayor temor, en cualquier momento llegarían los autores a asaltarlos.
“Nos van a asaltar, porque se
detuvo?, hay que irnos, nos van a asaltar”, exclamaba una mujer que esa noche
había abordado el camión para llegar al día siguiente a Torreón, en Coahuila.
Pero los supuestos asaltantes
nunca llegaron y el autobús volvió a andar. Se dirigió a la Central de Culiacán
donde sigilosamente los choferes pidieron ayuda para reparar las ventanas o
cambiar de unidad. Aun restaba un viaje de más de 14 horas hasta Monterrey,
Nuevo León, con escalas en Mazatlán, Durango, Torreón y Saltillo.
Luego de casi una hora, las cuatro
ventanas impactadas se encintaron con cinta canela y los impactos se cubrieron
con cartón. La posibilidad de cambiar de unidad fue descartada porque
simplemente no había otro autobús.
El camión continuó con su
destino y este sábado por la mañana a la altura de la caseta de Gómez Palacios
en Durango, el chofer bajó del autobús para atenderse en una unidad médica del
Grupo Estrella Blanca. “Nada más por el susto”, respondió a algunos pasajeros
que le cuestionaron el porqué de su revisión.
(RIODOCE/ MIRIAM RAMÍREZ/ 27 FEBRERO,
2016)
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