
TAXCO,
Gro. (Proceso).- La captura de Gildardo López Astudillo, El Gil o El Cabo Gil,
acusado de ser lugarteniente del grupo criminal Guerreros Unidos y principal
implicado en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sacudió al
empresario Federico Figueroa y a la clase política, así como a mandos militares
y jefes policiacos que constantemente han sido vinculados con la delincuencia
organizada que opera impunemente en el norte de Guerrero.
El
jueves 17, el comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia, anunció
que un día antes la Policía Federal y agentes del Centro de Investigación y
Seguridad Nacional habían atrapado al Gil, quien se escondía en un inmueble del
exclusivo fraccionamiento Lomas de Taxco.
El
lugar se ubica sobre el cerro donde está el emblemático hotel Monte Taxco. Ahí,
en villas de estilo colonial, habitan políticos locales como el delegado
federal de Economía y exalcalde taxqueño Álvaro Burgos, además de empresarios.
La
operación se destacó porque no se utilizó violencia, lo cual, según fuentes
oficiales consultadas por Proceso, puede considerarse una “entrega pactada”.
Incluso la acción pasó inadvertida para la mayoría de los pobladores y turistas
de la ciudad.
Consultados
al respecto el jueves 17 y el viernes 18, vecinos de la zona sólo dieron cuenta
de un despliegue inusual de tropas del Ejército y la Marina en la avenida de
Los Plateros y un retén a la altura del punto conocido como La Bonanza, en la
salida oriental de la ciudad, hacia el estado de Morelos.
No
obstante, vecinos de Lomas de Taxco consultados por el corresponsal describen
con reserva un operativo de oficiales encubiertos que cercaron una casa en las
faldas del cerro y se retiraron sin violencia a bordo de vehículos
particulares, escoltados por patrullas de la Policía Federal (PF).
(Fragmento
del reportaje que se publica en la revista Proceso 2029, ya en circulación)
(PROCESO/
REPORTAJE ESPECIAL/ EZEQUIEL FLORES CONTRERAS/ 19 DE SEPTIEMBRE DE 2015)
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