Presentará hoy su informe, en el que documenta
ejecuciones y desapariciones forzadas
En vísperas de que
se dé a conocer el informe final de la Comisión de la Verdad (Comverdad) sobre
las secuelas de la guerra contrainsurgente en Guerrero entre 1969 y 1979
–mañana en Chilpancingo–, los comisionados Pilar Noriega García y Nicomedes
Fuentes García reflexionan sobre la situación actual en ese convulso estado: La
impunidad que subsiste hoy se gestó desde aquellos años.
Durante 30 meses,
cinco comisionados –el presidente, Enrique González Ruiz; Aquiles González,
Hilda Navarrete, Pilar Noriega y Nicomedes Fuentes, este último secretario–
removieron viejos archivos, hicieron excavaciones y peritajes, realizaron foros
en las comunidades afectadas por los años de conflicto, para generar confianza,
y encontraron, nos cuenta Nicomedes Fuentes, que a pesar de las cuatro décadas
transcurridas, en las comunidades afectadas y entre los sobrevivientes subsiste
el miedo.
Pero al final fue
más fuerte la necesidad de saber qué fue lo que pasó, dónde quedaron sus
padres, sus esposos y hermanos. Y pensar que todo esto lo podríamos obviar
solamente si la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se decidiera a
contar la verdad, que diga qué pasó y precise lo que seguramente sabe: dónde
quedaron las personas de las que nunca se volvió a saber nada. Fuentes García
fue preso político en los años sesenta, y al salir libre pasó a la
clandestinidad y se sumó a la lucha armada de aquellos tiempos.
VUELOS DE LA MUERTE
Entre las novedades
que aporta el informe de Comverdad destacan las evidencias desconocidas hasta
ahora sobre los vuelos de la muerte, en los que militares arrojaron al océano
Pacífico a opositores y presuntos guerrilleros en el contexto de la guerra
contrainsurgente.
Logramos obtener
declaraciones de testigos que hasta ahora no habían declarado, tanto
sobrevivientes como pilotos que participaron en esos vuelos, que amplían las
versiones que hasta ahora se conocen, adelanta la penalista Pilar Noriega
García.
Estas declaraciones,
cotejadas con la línea de tiempo y las rutas del conflicto armado que se
reconstruyeron con centenares de documentos internos de la Sedena y otras
instituciones, confirman y amplían una narración –recopilado en el libro
Obligado a matar– sobre estos vuelos de la muerte revelada hace 26 años por el
militar desertor Zacarías Osorio durante un juicio para obtener asilo en
Canadá.
Comverdad agrega a
la narrativa de lo sucedido esa década tres nuevos relatos: los de dos
sobrevivientes y de un piloto de la Fuerza Aérea Mexicana, que revelan detalles
hasta ahora desconocidos, minuciosamente descritos, sobre los sobrevuelos que
llevaban a bordo presos políticos que eran arrojados al mar.
Son descripciones
minuciosas sobre la forma de operar, sobre cómo los aviones descendían para
tirar los cuerpos, cómo los vuelos recorrieron mayor distancia mar adentro y
los militares empezaron a meter a las víctimas en sacos de ixtle llenos de
piedras. También cuando en las comunidades costeras algunos restos empezaron a
aparecer, que en un momento evaluamos la posibilidad de realizar una búsqueda
en el lecho marino en determinados lugares. Pero después de consultar con buzos
profesionales desistimos, ya que las posibilidades de encontrar algo eran
mínimas y el costo era altísimo, aclaró Noriega García.
Durante 30 meses,
los investigadores de Comverdad sufrieron amenazas de muerte, saqueos a sus
oficinas, incluso un atentado con armas de fuego contra la vida de dos de ellos,
la penalista Pilar Noriega y Nicomedes Fuentes.
En el último
semestre, el Congreso estatal suspendió la entrega del presupuesto asignado por
ley para su operación en la fase final. Fue justamente después de una
exhumación en la comunidad de El Posquelite, en Coyuca, que dio positivo en el
hallazgo de los restos de un guerrillero muerto.
A lo mejor los
señores diputados ya no se sintieron tan comprometidos con el tema de la verdad
histórica cuando empezaron a ver que aparecían algunas verdades que todavía son
incómodas. Pisamos callos, y no sólo metafóricamente, agrega Noriega García.
La fecha del
hallazgo en El Posquelite (junio de 2014) coincidió con un atentado que
sufrieron Fuentes García y la abogada Noriega García en la carretera entre
Iguala y Chilpancingo.
Si hubiéramos tenido
fondos suficientes, probablemente habríamos encontrado más restos. La verdad es
que por esa negativa de entregar la última partida presupuestal muchas líneas
de investigación quedaron pendientes. No se pudo llegar a fondo, lamenta
Fuentes García.
CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD
El reto central de
Comverdad, señala Pilar Noriega, será demostrar que en la década de los años 70
del siglo pasado en México, y especialmente en Guerrero, hubo represión masiva
y generalizada y que la serie de esos delitos cometidos por militares y
policías estatales y federales constituyen, jurídicamente, crímenes de lesa
humanidad que tendrán que ser materia de juicio en la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (Coidh).
El informe documenta
463 casos de severas violaciones al derecho humanitario, que comprenden 24
ejecuciones sumarias, 230 desapariciones forzadas y –algo que ninguna de las
averiguaciones previas tomó en cuenta– 205 casos de sobrevivientes de
desaparición forzada, es decir, de personas que pasaron largas temporadas en
cárceles clandestinas del Ejército y lograron salir con vida.
“Demostramos, con
peritajes, exhumaciones, análisis de documentación oficial, correspondencia
interna de la Sedena y nuevos testimonios, que se cometieron masivamente
delitos que no han prescrito, a pesar de que han pasado entre 35 y 45 años.
Probamos que todos –detención ilegal, desapariciones forzadas o transitorias,
tortura, ejecuciones extrajudiciales– tienen derecho a reparación del daño,
según el criterio de la Coidh”, puntualiza.
Se rastrearon y
digitalizaron centenares de expedientes depositados en el Archivo General de la
Nación de los fondos de las extintas Dirección Federal de Seguridad, Dirección
de Investigaciones Políticas y Sociales, así como de la Sedena y de la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Fueron consultadas 28 tesis
académicas relacionadas con los hechos en Guerrero de 1960 a 1980.
En los momentos más
críticos del conflicto se estima que fueron destacados hasta 24 mil soldados
para combatir a la insurgencia y controlar a la población en las zonas donde
ocurrían operaciones militares.
Se reconstruyeron
las rutas de operativos castrenses, como el denominado Plan Telaraña, para el
control de poblaciones, desplegado de abril a junio de 1971 y descrito en más
de 100 escritos y mapas militares.
En el cruce de datos
entre estos operativos contrainsurgentes y las evidencias de violaciones a los
derechos humanos se trata de identificar si el Ejército se abocó únicamente a
combatir a los grupos guerrilleros o si además atacó y causó daño a comunidades
sin presencia rebelde.
Se establecieron 18
rutas en las que se produjeron incidentes de este tipo. Se documentaron los
hechos con 373 testimonios, tanto de familiares de víctimas como de
sobrevivientes de desaparición forzada. A estos testimonios se agregaron 10
casos documentados profusamente en investigaciones anteriores.
En 2001 la Comisión
Nacional de Derechos Humanos reconoció que durante la guerra sucia en México se
registraron 536 casos de desaparición forzada. Sólo en Guerrero se registra la
mayor parte, con 332. Sin embargo, en este informe no se tomaron en cuenta los
casos de cientos de sobrevivientes de desaparición forzada.
(Periódico La
Jornada/ Blanche Petrich/ Martes 14 de octubre de 2014, p. 8)
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