Éric denunció los hechos en 2009, pero sigue sin recibir
respuesta de las autoridades eclesiásticas; el sacerdote continúa su
ministerio en Guanajuato.
México.- Hace cinco años se denunció ante el obispo de Autlán, Jalisco,
Gonzalo Galván Castillo, el abuso sexual que el sacerdote Horacio López
cometió contra Éric cuando éste tenía 11 años y hasta la fecha no hay
avances en la investigación. Al cura solo se le ha cambiado de parroquia
y hasta de diócesis.
Éric, de 24 años, exigió en 2009 que el
sacerdote sea retirado para que no haga más daño a los niños y “que no
solo lo envíen a tomar terapias para curarlo”, como le informaron las
autoridades eclesiásticas.
A pesar de que es una de las
directrices que dio el papa Francisco, la petición de la víctima no se
cumplió. Apenas la semana pasada los padres de Éric solicitaron conocer
la decisión del obispo y la diócesis no dio respuesta, el canciller
Orestes les dijo que “estaban muy ocupados” porque a un cura le habían
encontrado que tenía una mujer y ese caso era “más grave”.
Incluso
en el sitio de internet de la diócesis de Autlán, actualizado a 2013,
se puede ver la ficha del cura acusado de pederastia en la sección
“Nuestro Clero”, en la que se informa que Horacio López “actualmente
ejerce su ministerio en la diócesis de León, Guanajuato”.
MILENIO
tiene en su poder la carta escrita a mano donde Éric detalla los hechos,
la cual está firmada por el obispo Galván, quien se da por enterado de
la denuncia después de una plática que sostuvo con el joven y los padres
de éste hace ocho años.
Aunque se buscó al obispo de Autlán en
sus oficinas para conocer su opinión sobre el caso, contestaron que no
estaba en disposición de atender a los medios de comunicación y que no
había otro responsable para responder a la solicitud de entrevista.
El caso
Éric
relató en entrevista que en 2002, cuando tenía 11 años, conoció al cura
Horacio de la iglesia Señor de la Misericordia, en Autlán, Jalisco,
porque ahí formó un coro al que él se integró. Las muestras de afecto
del clérigo eran “abrazos y besos en la frente a los niños del coro”,
posteriormente lo cambiaron de parroquia y lo dejó de ver.
Pero
poco después, narró, “me lo encontré en el parque y me dijo que estaba
en la iglesia del Divino Salvador”, y otro día “lo vi cuando fui a
comprar una tela para mi mamá y me dijo que lo acompañara a su parroquia
porque quería enseñarme unas fotos”.
Ya en el templo, continuó
Éric, “me abrazó y me empezó a besar, fue cuando me retiré y él apretó
mis brazos, se desabrochó el pantalón y puso mi mano… yo estaba
paralizado del miedo y no supe qué hacer, él me dijo que era padre y que
nadie me iba a creer, desabrochó mi pantalón y ya estaba detrás de mí,
tenía una de sus manos en mi boca, otra en los genitales y de repente
sentí un intenso dolor…
“Después me dejó y me dijo que recordara que tenía dos hermanas; tomé la tela y me salí corriendo”, detalló la víctima.
A los pocos días, dijo Éric, el cura fue a su casa a pedirle su walkman, “le dije que no tenía el cable y él le dijo a mi mamá que me dejara acompañarlo a comprar el cable, le dije que no”.
Posteriormente
regresó para solicitar permiso de viajar con el menor a un convento.
Días después regresó para invitar a toda su familia a un concierto. “Mi
mamá empezó a sospechar y me preguntó que si me había hecho algo el
padre; le mentí, dije que no”.
En la carta entregada al obispo,
Éric menciona que guardó silencio por miedo a que lastimara a su
familia, pero después de un intento de suicidio decidió hablar con sus
papás y contarles lo que sucedió.
Ya era 2008, sus padres
decidieron llevarlo a terapia y buscaron una entrevista con el obispo
para denunciar los hechos. Al conocerse el caso, el padre Horacio fue
cambiado de parroquia una vez más.
Audiencia
Tras
un año de solicitar audiencia con el obispo, se les dio cita el 14 de
mayo de 2009, a la que se presentaron con Éric sus padres y su
psicóloga. Ahí le pidieron que narrara los hechos en una carta.
Su mamá relata que el obispo hacía preguntas incoherentes, como qué sentía el niño por el cura.
“A
como diera lugar quería que mi hijo dijera que estaba enamorado del
dizque sacerdote. Como me molesté, el obispo dijo que por eso no quería
que yo estuviera presente... luego nos preguntó qué queríamos que
hiciera con el cura y le dijimos que lo sacara para que no continuara
haciendo daño a otros niños”, dijo la madre.
Ocho años después de
la audiencia la familia de Éric sigue esperando una respuesta. Mientras,
el sacerdote ha continuado ejerciendo; en el Directorio Eclesiástico
Nacional, actualizado a 2010, un año después de la denuncia, se ubica a
Horacio López Ramírez en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en
Quila, municipio de Tecolotlán, Jalisco.
Sin embargo, la familia afirma que está en Silao, Guanajuato, dato que confirma el sitio web de la diócesis de Autlán.
Vera no pide que denuncien
El
obispo Raúl Vera afirmó ayer que no exhortará a los fieles a denunciar a
curas pederastas de su diócesis porque “sería tanto como incriminar” a
los religiosos, y “ese no es mi papel”.
En conferencia de prensa
en la Basílica de Guadalupe, habló de la necesidad de ser honestos, pero
aclaró en tono molesto “no exhorto, porque sería incriminar a mis
sacerdotes, es como decir que tengo un montón de criminales, pues no,
eso me parece absurdo, no lo voy hacer…”.
Y agregó: “Cuando me
encuentro con una persona que viene conmigo, le dijo usted es libre de
denunciar, no me voy a oponer... No voy a estar diciendo por favor
denuncien, porque no tengo capacidad… no es mi papel, qué imagen voy a
dar, van a decir: ‘uy monseñor Vera, ha de tener ahí 400’”.
Sobre
la información de que dos sacerdotes de la diócesis de Saltillo
declararon ante el Ministerio Público acusados de abuso sexual contra
menores, el obispo dijo que “si hay personas en el área que hicieron su
denuncia que está en investigación preparatoria, a mí personalmente
nadie me informó”.
(MILENIO/ Eugenia Jiménez
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