Hasta antes de que Sergio Torres llegara a la presidencia municipal
de Culiacán, Héctor Melesio Cuén Ojeda era uno de los políticos más
poderosos de Sinaloa. Contaba con la mitad de la estructura municipal
producto de un acuerdo que tuvo con Aarón Rivas Loaiza, tiene desde hace
mucho tiempo controlados casi todos los hilos que mueven a la
Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y, por si fuera poco, dirige el
único partido estatal que hay en Sinaloa, el PAS, que en su primera
participación electoral, en 2013, logró más de 120 mil votos y tres
diputaciones.
El poder de interlocución de Cuén era incuestionable. Sigue siendo
uno de los políticos más poderosos, aunque mermado a partir de que toda
la gente que había dejado en la comuna fue expulsada por la nueva
administración. Pocos políticos, antes de esto, podían presumir tanta
fuerza en Sinaloa, ni tantas pistas para desarrollar su “proyecto”.
Porque ese es el término que utilizan los cuenistas: “el proyecto”,
una guía, una tentativa o aspiración que poco a poco les ha venido
cuajando desde que Cuén Ojeda se propuso llegar a la rectoría.
Estando allí expulsó de una forma u otra a sus opositores, a veces
con métodos impensables, como el despido de Aarón Quintero, por ejemplo,
o el de Heriberto Arias, quienes durante años habían encabezado las
luchas sindicales dentro de la universidad. Decidido a mantener el
control de la UAS aún fuera de ella, modificó la normatividad interna y
manipuló la conformación de consejos técnicos; con prebendas y canonjías
constituyó un Consejo Universitario que se puso a sus pies y, cuando
llegó la hora de retirarse, puso a quien le dio la gana en la rectoría,
para seguir gobernando a la máxima casa de estudios.
Para ello utilizó sobre todos dos métodos: uno, la represión contra
todo aquél que se le opusiera y, dos, el dinero, las prebendas, becas a
estudiantes, horas-clase a los maestros, plazas…, prácticas que
continuaron con Víctor Antonio Corrales Burgueño, su sucesor.
Estas prácticas alcanzaron su máxima expresión en el conflicto
sindical donde, auxiliados por auténticos porros, trabajadores afines al
cuenismo le arrebataron la dirigencia del Suntuas Administrativos a
Marco Antonio Medrano, cuya lucha terminó justificada por sus sucesivos
triunfos en los tribunales y que una y otra vez la administración
central de la UAS, con miles de falacias “legales”, ignoró.
Puede decirse que la Universidad es ahora mejor que antes en muchos
aspectos, pero lo mismo pueden presumir otras instituciones de educación
superior, sin los atropellos a la legalidad y a la democracia que le
han significado a la UAS los nueve años de cuenismo recalcitrante,
empezando porque debe ser una de las más turbias en el manejo de los
recursos que le son asignados para su funcionamiento.
Marco Medrano lo dijo en un mitin el 1 de mayo, frente a la catedral:
no hay recursos que alcancen con este despilfarro que se observa. Las
UAS siempre se está quejando de que no le alcanza el subsidio, pero
durante lustros ha mantenido oculta a piedra y lodo la forma en que
administra los recursos, empezando porque nunca quiso afiliarse a
Infomex y creó su propio sistema de “acceso a la información pública”.
Con Corrales Burgueño la UAS vivió uno de los episodios sindicales
más vergonzantes de la casa de estudios, pasando por encina de décadas
de una trayectoria sindical que, si
no era ejemplar, había mantenido cierto decoro. Y esto fue bajo el
influjo de un “proyecto” que solo aquellos que lo abanderan, saben qué
significa.
Y no ocurrirá nada distinto con el nuevo rector. A un año de haber
asumido la rectoría, Juan Eulogio Guerra Liera no ha demostrado siquiera
interés por tomar el poder y se ha conformado con ser la figura visible
de un proyecto que lo incluyó… para excluirlo —vaya paradoja.
Menos deben esperarse cambios ahora que Melesio Cuén tiene al PAS, un
instrumento político que le dará —le está dando ya— elementos de
negociación invaluables. Ya estuvo negociando con el PAN en 2010 para
lograr la candidatura a gobernador, luego negoció con el PRI para ganar
la presidencia municipal de Culiacán y un año después negoció —mal, por
cierto—, con el Panal, de Elba Esther Gordillo, para buscar una
senaduría. Así que no tendrá empacho para sentarse con nadie si se trata
de fortalecer su “proyecto”.
Bola y cadena
Y VAMOS A VER AHORA qué hace la UAS, después de que la Suprema Corte
de Justicia de la Nación rechazó el recurso de revisión interpuesto por
la Universidad y ratifica el fallo del Segundo Tribunal Colegiado, para
que ya no se descuente el salario a pensionados y que se regrese lo
acumulado. Uf.
Sentido contrario
SIGUE HACIÉNDOSE UN USO faccioso de la UAS, contra quienes osen
oponerse a los designios del “proyecto”. Con motivo del diferendo
surgido entre el alcalde Sergio Torres y Héctor Melesio Cuén Ojeda en el
conflicto de los pepenadores, se ha tirado la línea, por ejemplo, de
que desde la Universidad no se brinde ningún tipo de apoyo al municipio
de Culiacán. Es decir, primero el rey, después el reino.
Humo negro
SI JESÚS VIZCARRA dice que no buscará más la gubernatura, es su
problema. Y si Malova afirma que le cree, pues es su problema. ¿No hay
temas más importantes en un estado que se desangra todos los días?
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