Andrés Villarreal
Muchos tuvieron que preguntar su nombre más de una vez. Quién era
Héctor Raúl Benítez Verdugo. Incluso el alcalde Sergio Torres Félix
cuando anunció a su secretario de Seguridad Pública titubeó un instante
al dar el nombre. aunque ahora Benítez dice que hay una “amistad
personal” con el presidente, “de tiempo atrás”.
Es abogado de la Libre de Derecho, tiene 14 años en la Procuraduría
general de Justicia del estado, conoce a todos en las áreas de seguridad
pero aún no está suelto en el cargo, se le ve tenso, duro, breve en sus
respuestas en los 46 minutos de la entrevista, solicitada desde el día
de su toma de protesta el 15 de enero y la primera que concede a un
medio.
Mantiene las manos entrelazadas y aprovecha una pausa entre las
preguntas para soltar los brazos y sacudirlos para liberar tensión.
Aunque tensión es lo que tendrá en un cargo donde lo habitual son las
llamadas de emergencia, el informe de un asesinato, un asalto, el
despojo de un auto…a es- tas horas, media mañana, ya debió recibir los
datos de un joven que apareció asesinado por el rumbo del piggy back —y
que antes había sido privado de su libertad— y otro que sin más le
disparó al auto tipo Tsuru en que viajaba después de chocar en la
colonia Hidalgo, y huyó. El vehículo resultó con reporte de robo.
Desde la oficina completamente escueta, sin un solo artículo personal
o foto, solo un tazón con nueces, Héctor Raúl Benítez puede ver cuando
quiera una minúscula parte de la ciudad a través del sistema de
videovigilancia. Los monitores transmiten en vivo el trajín de la
capital sinaloense.
Basta abrir la persiana lateral de la oficina para ver el centro de
Culiacán, los cruces principales, las entradas a los hospitales. Por ahí
circula la ciudad, son las arterias para los 858 mil habitantes del
municipio, pero imposible saber lo que pasa donde el zoom de la cámara
no alcanza. aquí, en la capital, siete de cada 10 ciudadanos se sienten
inseguros en las calles según la última encuesta de percepción en
materia de seguridad.
Control es confianza
Los exámenes de control y confianza son la única herramienta que
tiene el gobierno federal para conocer quiénes están al frente de los
mandos policiacos en el país. a cambio, la federación le libera o le
restringe recursos a estados y municipios.
Esos exámenes, dice Héctor Raúl Benítez, a él nunca se los han dejado
de aplicar. en su paso por la Procuraduría de Justica de Sinaloa, por
el año 2000, cuando estuvo en la temida agencia del Ministerio Público
especializada en homicidios dolosos y luego como fiscal adscrito a la
Dirección de averiguaciones Previas o al despacho del procurador.
Ha sido sometido en varias ocasiones, la última para ingresar como Secretario de Seguridad Pública.
En ninguna de esas evaluaciones, dice, pesó o le afectó el parentesco
político con Pedro avilés Pérez, padre de su esposa, la señora nereida
avilés, quien es agente del Ministerio Público del fuero común.
Avilés fue definido por Luis Astorga, especialista en el tema de
narcotráfico — investigador de la UNAM y coordinador de la cátedra
UNESCO sobre Transformaciones económicas y sociales relacionadas con el
problema internacional de las drogas— como “legendario traficante”,
quien fue asesinado el 15 de septiembre de 1978, muy cerca de Culiacán.
—¿En esas evaluaciones no le afectó el parentesco político con Pedro Avilés Pérez?
—En ningún momento. Esa persona falleció hace 35 años. Yo tendría 3 años de edad. Yo he conservado esa estadía en la procuraduría desde hace 14 años. Mi esposa tiene 16 años trabajando en la misma institución. Saben la trayectoria limpia de ella. Y que siempre se ha demostrado así, en las áreas que ha estado.
Como te digo hace 35 años que falleció la persona esta. Ella, yo creo, que ni lo re- cuerda, tenía más o menos la misma edad.
Antes, el nuevo titular de la SSP en Culiacán se había definido fuera
de cualquier relación dudosa y que no se puede llegar a este cargo con
miedo:
“No, no me da miedo. Yo no tengo problemas con nadie, soy una persona
tranquila. nunca he andado con proble- mas con algunas personas. no me
gusta ser conflictivo. Me gusta llevar una vida apacible, sin problemas.
no me da miedo estar aquí.
“Tenemos ya la experiencia de 14 años de estar en áreas delicadas. en
áreas de homicidios. en Cosalá, escuinapa, Costa Rica. en distintas
agencias del Ministerio Público. nunca ha pasado nada. Siempre nos hemos
mantenido con una conducta intachable en esas encomiendas. Y el
expediente lo tenemos limpio. nunca he tenido problemas con nadie”.
El mando único
Pero Benítez Verdugo sabe que no solo pasó los exámenes federales,
sino la aduana que el gobierno estatal también coloca a los mandos
municipales.
Sergio Torres solo hizo público el nombre del nuevo secretario de
seguridad hasta que se reunió con Gerardo Vargas, el secretario de
gobierno.
“Ahorita nos fueron entregados los exámenes de control y
confianza…los pasó, llegamos a un acuerdo con el Secretario general de
gobierno, tomamos la decisión de manera coordinada, y él será el nuevo
secretario de Seguridad Pública y Tránsito Municipal”.
Benítez Verdugo no resultó un nombre familiar para quienes cubrieron
la entrevista con el alcalde de Culiacán. Tampoco parecía encajar en la
lógica de los nombra- mientos de jefes de policía en los municipios, la
mayoría cercanos colaboradores de Jesús Antonio Aguilar Íñiguez,
director de la Policía Ministerial del estado (PMe), como claramente lo
era Juan Antonio Murillo, y lo son Gerardo Amarillas en Ahome, y Aarón
Aguilar en Mazatlán.
En la ruta del Mando Único, Chuytoño —como se le conoce a aguilar
Íñiguez— ha- bía optado por policías en los mandos municipales, policías
de su grupo compacto a quienes les guarda absoluta confianza.
Héctor Raúl Benítez niega que alguien más lo haya llevado a la
Secretaría, a no ser el alcalde Sergio Torres. Conoce a todos los mandos
de seguridad, incluidos sus dos colaboradores, como director la Policía
Municipal, Héctor ochoa Polanco, y como director de Tránsito, Francisco
Javier Martínez.
“Son personas que son conocidas. el comandante Polanco yo lo traté
cuando era ministerio público, en aquel entonces él era coordinador de
homicidios dolosos, tenemos coordinación, perfecta línea. el licenciado
Martínez fue ministerio público. Tenemos relación y nos conocemos. Tengo
contacto con el comandante Aguilar, y es con quien se tiene contacto
cuando eres Ministerio Público. en la estatal preventiva igualmente, con
Jimmy. Con Héctor Castillo también hay relación, lo conocemos desde
hace mucho tiempo”.
La silla del secretario
Como jefes de la seguridad pública en Sinaloa han pasado civiles y
militares. Sin carrera profesional y con posgrados. Tenientes y hasta
generales. Hombres de negra leyenda, como Zeferino ojeda —asesinado en
el Malecón de Culiacán en 1984— o Roberto Robles Rendón, y otros con
mérito como Herman Leuffer.
La historia es larga: Un día a Francisco Labastida le mandaron a
detener a todos sus jefes policiacos. otro día a Renato Vega le
ordenaron que firmará los nombramientos de militares en todos los
cargos. Jefes de policía que no sabían llegar a su oficina sin un guía.
Después Juan Millán Lizárraga optó por los abogados en las
corporaciones. Luego, él mismo le dio todo el poder policiaco a Jesús
anto- nio aguilar íñiguez aun contra la opinión de su Procurador de
Justicia, Óscar Fidel González Mendívil.
SSPM. Ojos en todas partes.
Eran los tiempos en que a los narcos les decían “gomeros”. es el
tiempo de la operación Cóndor, la fuerte movilización del ejército
mexicano contra el tráfico de drogas. Más de 10 mil soldados al mando
del general José Hernández Toledo, que anticipaba el “fin al
narcotráfico.” Y cuando Alfonso G. Calderón, gobernador de Sinaloa,
aseguró que “se quitaría de encima una lacra social que veníamos
padeciendo y que por de negligencia fue creciendo.”
Es 1977-1978.
Son estos tiempos, los tiempos de Pedro Avilés Pérez. Y también de Ernesto “Neto” Fonseca y de eduardo “Lalo” Fernández.
Aun se escucha su corrido y es hasta célebre la frase de inició: “Lo
apodaban licenciado, dicen que era muy valiente”, cantan los
incomparables de Tijuana.
Pedro avilés nació en plena sierra de Durango. empezó con el tráfico
de goma de opio cuando los estados Unidos la necesitaban. Tan no era
molestado y como dice el corrido se paseaba con hombres armados por la
ciudad que estuvo dentro del tráfico de drogas por más de dos décadas.
La fama no la obtuvo fácil Pedro Avilés. Tejió redes con políticos
desde la década de 1950. Hay versiones que lo hacen llegar hasta el
nivel del gobernador en turno. Aparece en informes de la Dea y la PGR
desde principios de 1970.
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