El Gobierno de la República retoma la fórmula de Carlos Salinas que
provocó la desvalorización financiera del país al finalizar el sexenio
de 1994. “Lo más grave es que volvamos a comprar un proyecto
artificial”: Economista José Luis Contreras Valenzuela
Francisco Navarro Fausto
Después de 18 años de la debacle financiera que causó la
salida del Partido Revolucionario Institucional de Los Pinos, revive un
proyecto económico (el salinista) que llevó al país a la devaluación de
1994, debido a la falta de reservas internacionales, donde miles de
empresas quebraron, las familias mexicanas perdieron el patrimonio
económico, casas y autos que habían adquirido con créditos a tasas
variables. Aquella crisis económica de los años noventa fue considerada
como el fin de la clase media mexicana.
“El proyecto de nación de Enrique Peña Nieto es la misma
fórmula de Carlos Salinas de Gortari, donde no hubo un cambio
estructural de fondo”, adelanta el contador Juan Manuel Hernández
Brito.
El parecido es tal, que habría que recordar que al
inicio de su mandato, en 1988, Salinas de Gortari promovió una serie de
reformas en busca del crecimiento económico del 6 por ciento, que
procuró y sin embargo, nunca alcanzó (el promedio sexenal fue de 4.37%).
En lo que va de la presente administración, Enrique Peña
Nieto ha dicho que México debe crecer por arriba del 5%, y para ello ha
generado diversas reformas que, espera, logren dicho avance, tal y como
ha repetido una y otra vez.
En ambas presidencias, la política monetaria se
fundamenta en el control de precios, la acumulación de divisas y la
entrada de capital extranjero, es decir, dinero especulativo que tan
pronto como llega a la Bolsa de Valores, puede salir.
Asimismo, con sus acciones, el actual Gobierno Federal
deja en claro que quiere aumentar la recaudación a como dé lugar, prueba
de ello es la reforma a la Ley del Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS), donde se tasan las prestaciones que recibe el trabajador. Y
todavía falta esperar la reforma hacendaria, donde se especula un
Impuesto al Valor Agregado (IVA) generalizado, a cambio de políticas
bancarias que faciliten créditos, por medio de una reforma financiera
que ahora es analizada por el Congreso.
“Con la segunda acción, Peña Nieto afirma que habrá de
activar la economía interna, sin embargo, no ha tomado en cuenta que
arriba del 90 por ciento de nuestras exportaciones, van a parar a la
Unión Americana, y éstas han tenido una baja. Mientras su economía no
repunte, igual sucederá con México”, advirtió un contador consultado por
ZETA.
Hay que recordar que un día después de iniciada su
administración, el Presidente Peña Nieto firmó el “Pacto por México” con
las tres principales fuerzas políticas del país: PRI, PAN y PRD. Divido
en cinco acuerdos, establece: Sociedad de derechos y libertades;
crecimiento económico, empleo y competitividad; seguridad y justicia;
transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción; así como
gobernabilidad democrática.
El ex mandatario Carlos Salinas de Gortari tomó posesión
el 1 de diciembre de 1988, estableció una privatización sistematizada
de empresas públicas, la eliminación de la reforma agraria, y la firma
del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), acciones
torales de un proyecto neoliberal que no tenía bien fincadas sus bases
y, junto con el libertinaje de los banqueros -los llamados “delincuentes de cuello blanco”-, desató una crisis financiera que dio la bienvenida al Presidente Ernesto Zedillo.
“Definitivamente, una gran similitud”
Respecto al tema y sobre los riesgos que se corren con
el actual proyecto de nación, el economista José Luis Contreras
Valenzuela considera que lo más grave de la situación, “es que volvamos a
comprar un proyecto artificial. Si bien es cierto hay planteamientos
sobre muchas reformas y empezó muy fuerte, podemos ver alguna similitud
en estos 150 días de gobierno, en principios y proyectos.
Además, hasta
similitud de acciones explosivas, como fue una reforma sacada a como
diera lugar, lo cual es plausible para generar acuerdos con las fuerzas
políticas del país, que igual lo logró Salinas, no obstante que entró
con mucho descrédito y (fue) vapuleado. Lo que debemos entender es que
las reglas de operación de estos pactos deben ser claras, y no endosar
como se hizo en el caso de Salinas, el futuro del país a intereses poco
sanos”.
A la par, explicó que la inversión bursátil especulativa
ha crecido exponencialmente desde el año 2000, mientras que la
Inversión Extranjera Directa ha disminuido, lo que pone al país ante un
riesgo de una burbuja financiera como la creada en Estados Unidos
(2007-2009), por lo que se empieza a vivir una economía de ficción que
pudiera tener efectos muy negativos para las familias mexicanas hacia
finales del sexenio peñista.
“No ha habido una política de desarrollo industrial, de
fortalecimiento de actividad productiva. Se sigue apostando al mercado
externo. Se ha abandonado el mercado interno. Se siguen definiendo
programas de combate al hambre que poco le abonan al fortalecimiento de
la actividad productiva, o a la recuperación de la actividad agrícola en
el campo mexicano. En esos aspectos vemos muchos elementos similares,
crear, mediante anuncios especulativos, una gran confianza, y que
finalmente sabemos que es una gran contradicción entre lo anunciado y
lo que en realidad se está haciendo.
“Vemos muchas acciones espectaculares que nos pueden traer efectos inversos a lo que estamos esperando”, recalcó el académico.
De continuar por la misma ruta y de no darse un proyecto
de nación, con una política de inversión para el sector industrial,
jamás se logrará el fortalecimiento de las micro, pequeñas y medianas
empresas, que son las generadoras del empleo que el país necesita. En
pocas palabras, de continuar por el rumbo actual “tendremos para fines
de sexenio una crisis similar a la que se vivió con el régimen de
Salinas”, sentenció Valenzuela.
PAN con lo mismo
El contador Juan Manuel Hernández Brito abundó sobre el
mandato de Carlos Salinas, argumentado que en primera instancia, “fue un
cambio de proyecto de nación donde no estaban la bases fincadas de un
modelo económico neoliberal, definido éste como algo donde más o menos
entras a regular la actividad, pero no entras. Un modelo donde se quita
la potestad de algunas dependencias y se las transfieres al ciudadano,
pero no en el 100 por ciento. Cambias el tipo de modelo, obviamente con
un costo que fue bastante alto.
“Si no se tiene el cuidado de cambiar las cosas de
fondo, y no nada más para hacer un bacheo en el sistema político y
económico, la verdad es que podemos tener las cosas tan desafortunadas
como las tuvimos en el pasado, las famosas crisis. Porque tan solo en el
tema de inversión extranjera seguimos amarrados del principal socio,
que es Estados Unidos, que si no se detona, difícilmente nosotros vamos a
detonar nuestra economía.
“Por otro lado, las reservas volvieron a bajar, y se
sigue trabajando en mantener los factores de la macroeconomía”, destacó
el especialista.
Existe riesgo
Para el investigador del Departamento de Estudios
Económicos del Colegio de la Frontera Norte, Eliseo Díaz González, las
reformas que ha presentado el Gobierno de la República han tenido
propósitos específicos. Estableció que la más trascendente fue la
laboral, cuya finalidad es introducir mayor flexibilidad en el mercado
de trabajo para favorecer a las empresas; pero también para crear más
empleos.
“Sabemos que la reforma no tocó a los sindicatos, y en
el presente, el problema sindical es uno de los que más escandaliza a la
opinión pública. Los efectos de la reforma están todavía sin verse”,
estableció.
“La reforma del IMSS tiene sí un claro propósito de
aumentar las contribuciones del Seguro, que está en una crisis
financiera estructural que en parte se puede remediar con el cambio.
Desde el punto de vista de la sociedad, sin embargo, los problemas de la
seguridad social van más allá del problema financiero. La reforma
fiscal, por su parte, se ha postergado para 2014, porque tiene el asunto
delicado del aumento del IVA y la imposición de alimentos y medicina.
Hay otros temas también, como la eliminación del IETU y la reducción de
la tasa máxima del ISR, que fue aumentada por Calderón en 2008”.
Por cuanto al tema recaudatorio, indicó que desde la
óptica del gobierno, al conseguir más, se habrá de dar mayor impulso al
desarrollo económico y social. Sin embargo, desde la óptica de la
sociedad, no tiene sentido pagar más impuestos si lo que se ve es el
despilfarro, corrupción, gastos excesivos de los partidos, campañas
electorales caras, congreso sobrecargado de representantes diseñado al
gusto de las camarillas partidistas, entre otros males.
A final de cuentas, si bien la reforma mercantil busca
aumentar el financiamiento a empresas e individuos y eso es correcto, el
riesgo es que aquellos mexicanos que aún no saben utilizar el recurso
de los préstamos, perderán su patrimonio, ya que la nueva reforma
financiera incluye agilizar los embargos de los deudores morosos.
Exportación, inversión y política monetaria
En el apartado de exportaciones, Díaz González enfatizó
que si bien, son el eje del crecimiento de la economía, se han estancado
y tienden a disminuir por efecto de la lenta recuperación del gasto
privado en Estados Unidos; mientras que respecto a la apreciación del
tipo de cambio que actualmente se goza en México, no hay que olvidar que
obedece a la entrada excesiva de capitales financieros de cartera, los
cuales pueden retirarse en cualquier momento.
“Con Peña Nieto continuó la política de Calderón de
recibir montos muy grandes de inversión extranjera de cartera. Hubo un
cambio importante en la política monetaria con la reducción en la tasa
de interés en el primer trimestre del año actual, pero como vimos, eso
no impidió que continuara ingresando gran cantidad de capitales
foráneos”, expuso el catedrático, para continuar:
“El aumento de la calificación en la deuda soberana de
México, recién la semana pasada hará bajar el riesgo país y México
podría disminuir aún más su tasa de interés. El ingreso de esos
capitales a México lo determina la baja tasa de interés en los mercados
financieros internacionales, porque los países desarrollados buscan
impulsar sus economías manteniendo bajo el costo del dinero. El gobierno
en México tiene que resolver ese dilema, porque tampoco es deseable que
el país se inunde de dólares volátiles, como reiteradas veces lo ha
señalado Agustín Carstens, del Banco de México”.
Pero aun con todos los puntos en común ya revisados, el
consultado no coincide con las similitudes del gobierno de Salinas y el
de Peña Nieto. Expresó que para efectos de propaganda, la izquierda
suele equipararlos porque es cómodo y mucha gente tiende a rechazar
intuitivamente “todo lo que huela a Salinas”, sin dejar de reconocer que
“el problema está en el riesgo de que dicho estado de cosas se
revierta, cuando las economías desarrolladas recuperen su ritmo de
crecimiento, que México sea capaz de avanzar al mismo ritmo, o a un
ritmo superior a como lo hagan los países desarrollados.
“Por lo pronto, un obstáculo será que el actual flujo de
ingreso de inversiones extranjeras de cartera se va a detener, e
incluso se revertirá. Esto acarreará presiones del tipo de cambio, que
México deberá enfrentar para sostener el ritmo de expansión económica.
Un factor interno muy importante, es determinar si la sociedad logrará
soportar las tensiones generadas por las reformas estructurales que,
como en el caso del magisterio disidente, se expresarán con más fuerza y
amplitud con las demás reformas; y por supuesto, enfrentar el desorden
disruptivo de la violencia criminal”, finalizó el investigador del
COLEF.
(SEMANARIO ZETA/ Francisco Navarro Fausto/
mayo 19, 2013)
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