
(En
respetuosa y necesaria memoria,
a siete años
de su partida)
Fernando Villa Escárciga
Tanta
radio recorrió Germán Carlos Hurtado
en sus andares, que hasta de la cárcel llegó a transmitir con etiqueta de prisionero.
Y desde
ahí acusó al alcalde de Guaymas de atropellar sus derechos.
Innovador,
ágil de palabra, de perfecta dicción, polémico y de recia opinión, Germán
Carlos dejó honda huella en las empresas radiofónicas del puerto.
Locutor,
periodista, analista, líder sindical y hasta gerente. De todo fue Germán, hasta
podría decirse que obtuvo un doctorado en amistad. Tuvo cientos, miles de
amigos
De todo
fue por su vigencia entre varias generaciones que le reconocen como un
profesional del micrófono.
Hijo de Juan Carlos Ibarra y Rafaela Hurtado de Ibarra, nació en
Ciudad Obregón el 3 de agosto de 1937. Allá hizo sus primeras correrías con
micrófono en mano.

Ya pensaba
que ése era su destino. Esperaba alguna oportunidad, la que sea, para
entrar a la radio. “Desde chamaco supe lo que quise, no caí aquí por accidente
ni fui invento de nadie”, decía.
Sus
padres le reprendían e incluso llegaron a amarrarlo con cadenas para que no
siguiera por ese sendero; don Juan Carlos deseaba que su hijo estudiara
contabilidad, como él.
Pero el
muchacho era terco. Rompió las ataduras de los prejuicios y en 1954 dejó la
casa familiar para buscar destino en el norte, allá lo recibió Tijuana, Baja
California.
Así
anduvo de noctámbulo en cabarets donde anunciaba artistas de baja calidad,
hasta subir la cuesta y presentar grandes espectáculos y orquestas en clubes
nocturnos, funciones de box y lucha libre. Ya era un animador reconocido.
Pero
seguía seducido por la radio. Regresa al hogar cajemense para notificarle a su
madre que presentaría su examen en la capital del país. Con reticencias, pero
madre al fin, doña Rafaela le apoya económicamente.
Con
licencia de locutor en mano, retorna a Ciudad Obregón y busca acomodo en la
XEXH, donde es suplente de luminarias de la locución como Eduardo López Armenta, Héctor
Licón y Nereo César López.
La invitación
Por ese tiempo, cada jueves en aquella ciudad José Luis Robinson Coppel presentaba en la misma radio el programa “El Cochinito”; ahí le conoce Germán y en una de tantas vueltas es invitado por José Luis a visitar Guaymas. Era 1957.
Por ese tiempo, cada jueves en aquella ciudad José Luis Robinson Coppel presentaba en la misma radio el programa “El Cochinito”; ahí le conoce Germán y en una de tantas vueltas es invitado por José Luis a visitar Guaymas. Era 1957.
Desde el
Pabellón Chapultepec, Robinson Coppel transmitía “El Vacilón”, programa nocturno
difundido por la XEDR con amplio auditorio familiar y ahí presenta al joven
Carlos Hurtado.
Presente
en el evento, el propietario de la DR, don Modesto
Ortega López, convoca al novel locutor a incorporarse a la empresa, no sin
antes iniciar un jaloneo con los concesionarios de la radiodifusora de Obregón.

Germán
Carlos se inicia en la empresa proyectando piezas musicales con espacios
diarios de cuatro horas, hasta que inicia dos programas propios: “Matando el Tiempo” y “Cámara y Concierto”, con presentaciones
en vivo de aficionados.
Pioneros
Ahí, en la DR, se forjan los pioneros en el periodismo radiofónico en Sonora, encabezados por Robinson Coppel, Alfonso Rodríguez Lira (Ángel Retano López), Diego Matus Félix y el propio Germán.
Ahí, en la DR, se forjan los pioneros en el periodismo radiofónico en Sonora, encabezados por Robinson Coppel, Alfonso Rodríguez Lira (Ángel Retano López), Diego Matus Félix y el propio Germán.
Desde las
cinco de la mañana Germán abría las instalaciones de la radio e iniciaba con un
programa musical. Cada rato le llamaban por teléfono para preguntarle la hora.
Para evitar llamadas decidió dar el tiempo antes de cada corte, después cada
minuto.
Así nació
el legendario “Relojito Musical”,
programa que perduró por más de doce años con un gran auditorio
Por esa época fue electo secretario general del Sindicato de Trabajadores de la
Industria de la Radio y la Televisión (Stirt), que en Guaymas nació con la
participación de Robinson, Romeo
González y los hermanos Jorge y José Luis Enríquez.
Como
líder sindical Germán apoya a Alejandro
Padilla Reyes para adquirir la concesión de la radiodifusora XEBQ, entonces
propiedad de Raymundo López Lerma.
A
principios de los años setenta deja la XEDR y renuncia a la secretaría del
sindicato para ocupar la gerencia de la BQ, donde propuso la creación de un
Departamento de Noticias que dirige Antonio
Castellanos Olmos.
En aquel
noticiero en la DR participaban como reporteros José Luis Bórquez Rivas,
hoy director de La Voz del Puerto y Gustavo Cortés Campa, quien llegó a ser un destacado periodista de Excélsior, diario de circulación
nacional.
Invitado
por el líder nacional del Stirt, Netzahualcóyotl
de la Vega, Germán pasa a ocupar de manera simultánea las gerencias de la
XEHX (donde fue suplente en sus años mozos) y la XEOS, ambas en Ciudad Obregón.
La
añoranza del puerto era mucha y Germán decide regresar tras dos años en su
tierra natal.
Se
contacta con Guillermo Acosta Ochoa,
gerente de la XEFX, que era parte de una cadena nacional de radios encabezada
por Luis Santibáñez. La FX cruzaba
por tremenda crisis.
“Recuerdo
cómo hacíamos esfuerzos con mi amigo, el inolvidable compañero y excelente
locutor Guillermo Acosta para mantener en funcionamiento los vetustos aparatos
de transmisión”, decía Germán.
El renacer
Fue precisamente Acosta Ochoa quien invitó a Carlos Hurtado a incorporarse a la radio donde diseñó el programa “El Relajito Musical”.
Fue precisamente Acosta Ochoa quien invitó a Carlos Hurtado a incorporarse a la radio donde diseñó el programa “El Relajito Musical”.
Entre sus
compañeros recordaba con afecto a Gloria
Elvira Biebrich.
A
mediados de los setentas Fernando Astiazarán Aguilar adquiere los derechos de la FX y, ya Carlos
Hurtado como gerente, le ordena cerrar la radio durante quince días.
“Pero,
Fernando, para cerrar hay que solicitar permiso a la SCT”, le dijo Germán.
“Mira, o
arreglamos esto o la radio truena”, fue la réplica inmediata.
Carlos
Hurtado viaja a Los Ángeles, California, para adquirir equipamiento novedoso
mediante una cuantiosa inversión aplicada por el concesionario. La XEFX se puso
a la vanguardia en tecnología.
“No sólo
en equipamiento, también pusimos a la FX arriba en auditorio”, recordó con
agrado Germán
Durante
décadas, en el país las ataduras sobre los locutores fueron férreas, era casi
nula la libertad para hablar de política; hasta fines de los sesentas se fueron
soltando las amarras.
Veterano
en esas lides, Carlos Hurtado inicia en la XEFX y junto a otros, fue precursor
desde Guaymas del periodismo radiofónico en Sonora, lanza al aire un programa que
hizo época: “Vimos, Oímos y Decimos”.
Recordaba
el experimentado comentarista: “Antes a los políticos les daban vergüenza las
críticas, ahora se han vuelto cínicos”.
Al “bote”
Por sus señalamientos lapidarios contra los hombres del poder, Germán Carlos Hurtado vivió una anécdota quizá única en toda la entidad. A tres décadas de aquel acontecimiento llegó a rememorar:
Por sus señalamientos lapidarios contra los hombres del poder, Germán Carlos Hurtado vivió una anécdota quizá única en toda la entidad. A tres décadas de aquel acontecimiento llegó a rememorar:
Desde la
cabina de la XEDR criticó con fuerza al gobierno del alcalde Enrique Ramonet por vender agua en
pipas a la gente pobre de las colonias populares. Los señalamientos fueron
subiendo de tono.
Cierta
noche, los gendarmes comandados por Armando
Velderráin Viesca encierran al locutor en la Cárcel Municipal; ahí pasó la
noche pero no se amilanó.
A las siete
de la mañana siguiente, convenció al director del penal, Bernardo Castro, que le prestara el teléfono y se comunicó con Robinson Coppel, que iniciaba su programa.
La
palabra de Germán Carlos tronó al aire:
“José Luis, este méndigo Alcalde atropelló mi derecho a la expresión y me metió a la cárcel”.
“José Luis, este méndigo Alcalde atropelló mi derecho a la expresión y me metió a la cárcel”.
“¡Cómo
que estás en el bote, ahorita mismo exigimos tu libertad ante el Procurador y
denunciamos todos los atropellos de este sátrapa!”, respondió con fuerza
José Luis.
Durante
varios minutos la denuncia de ambos locutores, uno desde la cárcel y otro desde
cabina, se difundió entre millares de guaymenses que atestiguaban el insólito
suceso.
Ramonet
mandó emisarios a la prisión de la calle 15 para rogarle a Germán que se callara,
que dejara de hacer sus denuncias y que ya había ordenado su libertad.
“¡Que
venga el Presidente Municipal y personalmente me libere, exijo una disculpa
pública por este atropello”, replicaba el indignado locutor cuya voz seguía al
aire.
Por fin
los ánimos se calmaron y el alcalde Ramonet recibió en audiencia al ex
prisionero, en la sala de Cabildos, donde ofreció sus disculpas por el agravio.
Amenazas,
balazos frente a su casa, injurias contra su familia, mentadas de madre y
advertencias contra su integridad física llegó a enfrentar como controvertido
locutor.
“Nunca les hice caso, aunque en honor a la verdad sí tuve miedo cuando unos cabrones me
quisieron rostizar”, llegó a decir.
Entre llamas
La remembranza se refiere al verano de 1991 durante la campaña electoral para la presidencia municipal, a cuya cabeza aparecían el priísta Manuel Ibarra Legarreta y el panista José Ramón Uribe Maytorena.
La remembranza se refiere al verano de 1991 durante la campaña electoral para la presidencia municipal, a cuya cabeza aparecían el priísta Manuel Ibarra Legarreta y el panista José Ramón Uribe Maytorena.
Germán
criticaba con fuerza al de Acción Nacional, ante lo que algunos simpatizantes
de Uribe lanzaron una bomba molotov contra la cabina donde el locutor arremetía
con sus frases incendiarias.
Aunque
sólo se incendiaron las paredes y la maleza aledaña a las instalaciones de la
FX. De entre las llamas surgió la desesperación difundida por las ondas
hertzianas.
“¡Auxilio,
me quieren quemar!”, exclamaba el angustiado Germán. Por fortuna todo quedó en
eso, en una anécdota más de la trepidante historia política local
Quedan
también aquellos enfrentamientos feroces que el locutor mantuvo durante meses
con el entonces director de La Voz del Puerto, José G. Rodríguez, el llamado “Zurdo”.
Uno desde
“El Relajito Musical” y el otro desde su columna “Con Vista al Mar” se dieron con todo,
en señalamientos mutuos casi se hicieron pedazos… Aunque nunca se hicieron
daño.
Orgulloso
de sus aportes a la XEDR, XEBQ y XEFX, Carlos Hurtado siempre
sostuvo que ningún locutor en Guaymas ha tenido más merecimientos que José Luis
Robinson Coppel.
“Fue
nuestro maestro, el que dejó escuela y condiciones a una generación que estamos
orgullosos de haberle aprendido tanto. Nadie, ninguno con tanto carisma ni capacidad
como José Luis”, expresaba.

Con su
solidaridad sin condiciones, José Luis nvitó a Germán a participar en una función de box a beneficio del locutor Feliciano Nava, aquejado de una grave
enfermedad.
Aunque la
función fue exitosa y la Arena Carta Blanca se abarrotó de aficionados,
lamentablemente Feliciano falleció horas después. Pero el apoyo ciudadano y de
sus compañeros fue elocuente.
Ayer y siempre
El locutor siempre tuvo en claro su sentir sobre el mejor Presidente Municipal de Guaymas: José Martínez Bernal, el popular “Mocho” fue el mejor y más querido por la gente.
El locutor siempre tuvo en claro su sentir sobre el mejor Presidente Municipal de Guaymas: José Martínez Bernal, el popular “Mocho” fue el mejor y más querido por la gente.
Sin
recursos y sin lloriquear “El Mocho” hizo
muchas obras, escuelas, abrió calles y mantuvo un estrecho contacto con el pueblo
y sus necesidades, comentaba.
Durante casi medio siglo de hermandad con el micrófono, Germán siguió abriendo brecha con su programa “Noticias XX” que todavía en el 2003 se transmitía por la 630 AM del cuadrante.
Durante casi medio siglo de hermandad con el micrófono, Germán siguió abriendo brecha con su programa “Noticias XX” que todavía en el 2003 se transmitía por la 630 AM del cuadrante.
Enn muchos hogares resonaron durante años sus populares frases como: “No está el horno
para bollos”, “Este arroz ya se coció” y “Vámonos recio”.
Germán Carlos
Hurtado marcó huella, hizo presente y dejó escuela en las cabinas todas del
puerto.
En la
radio misma vislumbró siempre su futuro: “Esta es mi vocación y devoción; hasta
que Dios quiera voy a seguir… He vivido y moriré con el micrófono al frente”.
Y
lo hizo.
A siete años de su partida los micrófonos todavía le extrañan. Su voz,
su ingenio, permanecen en el “aire” de la memoria popular.
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