Fernando Villa
Escárciga
Cuando parecía que
PAN y Ayuntamiento navegaban sobre aguas mansas hacia julio, surgió una
tempestad que les tiene a punto del naufragio.
Es una fuerte
ventisca de voluntad que nadie parece o puede detener, aunque algunos le tienen
miedo sin ofrecer razones de por medio.
Es una voluntad
democrática, con la evidente mayoría de los integrantes del Cabildo ya decididos
sobre el interinato a la Presidencia Municipal.
Se sabe que la
mayoría de los Regidores del PAN y otros de la oposición están convencidos de
que el idóneo es Francisco “Pío” Ponce
Vázquez.
Luis Zaragoza
Navarro propone –amistosamente, se dice-- y empuja al “Filo” Villaseñor para que ocupe la
silla de César Lizárraga Hernández.
La propuesta del
alcalde, Mónica Marín Martínez, se desvanece cada vez más y de
existir congruencia ni el gobernador Guillermo Padrés podrá meter las
manos.
Si pudiera traducirse
en marcador de béisbol, ya se habría decretado el nocaut para Marín: 18 a 3 la
diferencia. Nomás.
De esa decisión
depende la postulación para la candidatura a Diputado Local bajo la bandera
azul, en circunstancia de plazos fatales.
El escenario en la
casa de piedra es seguido muy de cerca por la directiva del PAN y su militancia,
quienes también apoyan al “Pío” Ponce.
Quiérase o no, el
hecho es que Ponce Vázquez ha demostrado una gran habilidad en la obtención de
consensos a través del diálogo.
Quizá durante el
Carnaval la tirantez panista sea cubierta de confetis y serpentinas, y acallados
los debates por la música y el jolgorio.
Con el Miércoles de Ceniza se reemprende la
discusión y seguro habrá crucificados, pero no con signos de carbón en polvo
sobre la frente.
La posición de
fuerza es enarbolada por el Cabildo y se
espera que Padrés reitere su compromiso municipalista y asuma como buena la
voluntad edilicia.

Antes, partido,
militantes, regidores y el propio alcalde deberán desvanecer la tempestad al
conjuro de un diálogo traducido en acuerdos.
Se acercan los Idus de Marzo como tiempos buenos decían los romanos,
pero… Hay emperadores que ganan cediendo. Y otros que todo pierden por todo
querer.
Salud,
pues.
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