El
abogado defensor de Zambada Ortiz, Saji Vettiyil, consideró que había sido un
caso complicado, pero que al final, tanto la defensa como los fiscales,
determinaron que la sentencia era más que justa. “Entendemos que mucha gente
pueda criticar la sentencia, pero la realidad es que existen muchos factores
que influyeron para que la sentencia quedara en 66 meses, la cual nosotros,
como equipo defensor, la consideramos enteramente justa”, dijo Vettiyil.
La
noticia generó una serie de reacciones de coraje en algunas sitios de internet,
que consideraron una burla la sentencia, dadas las acusaciones que había en su
contra, y que en otras condiciones lo habrían sentenciado, por lo menos, a 10
años de prisión.
Miguel
Ángel Vega
Sinaloa/Ciudad
de México, 27 de marzo (RíoDoce/SinEmbargo).- Luego de cuatro años encarcelado,
una serie de mociones presentadas por la defensa para cambiarlo de prisión “por
motivos de seguridad”, y una serie de cartas enviadas a la jueza Dana M.
Sabraw, incluyendo una en que Leticia Ortiz expone la dramática historia de su
hijo Serafín Zambada Ortiz, “El Sera” finalmente fue sentenciado a cinco años y
medio de prisión.
No
habrá más dramas ni esperas, sino todo lo contrario; “El Sera”, de 27 años,
saldrá finalmente libre el 20 de mayo de 2019, pues en opinión de Sabraw,
Zambada Ortiz “no representa un peligro para la sociedad”, y debido a que
cuenta con la ciudadanía estadounidense, podrá permanecer en Estados Unidos si
así lo desea.
La
noticia generó una serie de reacciones de coraje en algunas sitios de internet,
que consideraron una burla la sentencia, dadas las acusaciones que había en su
contra, y que en otras condiciones lo habrían sentenciado, por lo menos, a 10
años de prisión.
“Tengo
un primo que fue sentenciado a 25 años por mucho menos de lo que esta persona
hizo”, se leía un comentario firmado por Anónimo, en Borderlandbeat.
Otros
comentarios tachaban de ridículo el sistema judicial estadounidense, mientras
que otros más recriminaban cómo el dinero, o bien los acuerdos hechos bajo la
mesa, habrían jugado un papel determinante para el veredicto.
El
abogado defensor de Zambada Ortiz, Saji Vettiyil, consideró que había sido un
caso complicado, pero que al final, tanto la defensa como los fiscales,
determinaron que la sentencia era más que justa.
“Entendemos
que mucha gente pueda criticar la sentencia, pero la realidad es que existen
muchos factores que influyeron para que la sentencia quedara en 66 meses, la
cual nosotros, como equipo defensor, la consideramos enteramente justa”, dijo
Vettiyil, en entrevista telefónica con Ríodoce.
Interrogado
sobre los “factores” que ellos como defensa argumentaron para lograr una
sentencia tan baja, que incluso, estaba muy por debajo de lo estipulado por el
código civil estadounidense, Vettiyil dijo que expusieron la edad de Zambada
Ortiz, lo cual hacía imposible que tuviera mucho tiempo realizando operaciones
criminales, así como el hecho de ser un padre soltero de dos niños, y de tener
la mala fortuna de haber crecido en un ambiente bordeado por el narcotráfico.
“Fue
un proceso largo, y entiendo que mucha gente no lo entienda, pero como he
dicho, la realidad es que su co-actividad dentro de ese negocio fue muy breve y
limitada”, dijo el abogado.
No
obstante una carta enviada por la madre de Serafín, Leticia Ortiz Hernández, y
los testimonios del propio imputado, quien señaló a la jueza Sabraw “vivir en
una jaula de oro llena de lujos que simplemente no servían para nada por el
peligro que siempre padecíamos”, pudieron haber sido determinantes para la
decisión de Sabraw, aunque se desconoce si existieron acuerdos hechos bajo la
mesa entre la fiscalía y la defensa.
“Entiendo
que los delitos de Zambada Ortiz son significantes, pero hay ciertos factores
que influyeron para dictar una sentencia tan baja, y entre ellos es su
juventud, su arrepentimiento, y todas las cartas de apoyo que enviaron sus
familiares y amigos, que lo señalaron como un joven muy atento y cordial”,
indicó Sabraw en un comunicado.
LA CARTA
La
misiva firmada por Ortiz Hernández expone cómo, en 1988, se enamoró de Ismael
Zambada García “El Mayo”, actual líder del Cártel de Sinaloa.
“Mis
padres se oponían a esa relación, pues mi señor padre era un hombre muy
estricto, y sabía a lo que Ismael se dedicaba, pero yo no los escuché y a los
dos años de iniciada esa relación, nació mi hijo Serafín en San Diego, pues por
aquel entonces vivíamos en Tijuana”, explica la carta, de la cual Ríodoce
obtuvo una copia.
Esa
relación, aunque “fundamentada en el amor”, trajo como consecuencia una vida de
lujos y armas, pero también relaciones peligrosas, pues existía una amistad muy
estrecha con los hermanos Arellano Félix, incluso Benjamín Arellano, padrino de
bautizo a Serafín.
Pero
en 1992 la relación se fracturó, y Leticia Ortiz tomó a su hijo Serafín y huyó
para Culiacán, pues la organización dio inicio a una “estúpida guerra” de las
facciones del Mayo Zambada contra los Arellano Félix.
Cartas
enviadas por Leticia Ortiz a la jueza Dana M. Sabrawl. Foto: RíoDoce
Esa
guerra se extendería por años, y en ese tiempo ella y sus dos hijos, se
mantuvieron en constante movimiento, pues los Arellano estaban matando todo lo
que fuera cercano al “Mayo”.
En
marzo de 2002, narra Ortiz Hernández en la carta, fue con sus papás, tíos y
hermanos al carnaval de Mazatlán a festejar el cumpleaños 9 de Serafín, pero el
infante se enfermó de varicela, y ella regresó a Culiacán acompañada de sus
hermanos para que un médico atendiera al niño, y pocas horas después de
regresar, un comando entró al restaurante donde estaban, matando a su padres y
tíos. “Fue un dolor desgarrador todavía en este momento que estoy escribiendo
estas líneas me da un dolor en mi corazón por la pérdida de mis seres
queridos”, explica la misiva.
Esa
masacre obligó a Ortiz Hernández a llevar a sus hijos a Phoenix, donde se
instalaron, pues la guerra entre el Cártel de Sinaloa y los Arellano Félix
parecía no tener fin, hasta que el arresto de Benjamín en Puebla, en 2002,
finalmente puso fin a la guerra. La familia Zambada Ortiz regresó finalmente a
Culiacán. Para entonces Serafín, de 12 años, entendió por fin el lugar que su
familia tenía dentro de la sociedad culiacanense, pues no era un niño como el
resto de sus compañeros de escuela; tenía seguridad, y sus padres viajaban
constantemente: le había costado trabajo, dolor y muerte entender que su padre
era el líder del Cártel de Sinaloa, un narcotraficante que era respetado por
unos, y temido por otros, y era conocido como “el Mayo” Zambada.
VIVIR AL FILO DEL FUEGO
La
vida de Serafín siguió en medio de la opulencia. Amigo de los amigos, y
relajado. Sus amigos dicen que es muy tranquilo, y que no le gustan los
problemas. Al menos eso es lo que exponen las cartas enviadas a Sabraw.
Hasta
que en mayo de 2008, mataron a Edgar Guzmán, hijo de un compadre de su papá,
que como su padre, era temido o respetado. Entonces la guerra al interior del
cártel estalló, luego de fracturarse la relación con los hermanos Beltrán
Leyva, nuevamente Leticia Ortiz sacó a sus hijos de Culiacán y se los llevó
esta vez a Canadá.
Cuando
las cosas nuevamente se tranquilizaron en Culiacán, los Zambada Ortiz
regresaron a su ciudad, y Serafín empezó a estudiar la carrera de agronomía.
Inevitablemente,
empezó a involucrarse en los negocios de su padre, aún en contra de las
recomendaciones de doña Leticia.
Ese
ambiente de lujos, armas, droga, llevaron a Serafín a conocer a Karime Ellameli
Torres Acosta, hija de Manuel Torres Félix, “el Ondeado”, con quien tuvo dos
hijos: Vicente y Serany.
Y
sin embargo, expone la jueza Sabraw, Serafín mantuvo un perfil sumamente bajo,
libre de violencia y cercado por las circunstancias, hasta que llegó el 20 de
noviembre de 2013, cuando él y Karime Ellameli se dirigieron a Arizona a
realizar sus compras navideñas, pero justo cuando intentaban cruzar, fueron
detenidos por elementos de migración: habían identificado a Serafín como el
hijo del “Mayo” Zambada, iniciando ahí la peregrinación. Tenía apenas 23 años
cuando fue arrestado, y un nivel “aún bajo”, dentro del organigrama del Cártel
de Sinaloa.
Aunque
Zambada Ortiz originalmente se encontraba recluido en la prisión Metropolitan
Correctional Center de San Diego, según su número de registro 13069-408,
Ríodoce confirmó que ya no se encuentra en esa prisión. Sin embargo, fuentes
cercanas al caso confirmaron a este semanario que por motivos de seguridad,
purgará su sentencia en prisión domiciliaria, vigilado por agentes del
Marshall.
“Lo
que se sabe es que cuenta con un brazalete electrónico que lo monitorea las 24
horas del día, y así será hasta que cumpla su sentencia”, señalaron las
fuentes.
ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR
SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE Río Doce.
(SIN EMBARGO/ MIGUEL ÁNGEL VEGA/RIODOCE/
MARZO 27, 2018, 8:30PM)
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