Jorge Cruz /
Dossier Político
Controversial y
polémico; son los adjetivos más conservadores que se podrían utilizar para
definir el mandato que tuvo Xicoténcatl Leyva Mortera, Gobernador del Estado
entre 1983 y 1989; las acusaciones de enriquecimiento ilícito, malversación de
fondos, uso indebido del servicio público y despotismo, eran el pan de cada día.
El oriundo de Veracruz, también cargo sobre
sus hombros la irresponsabilidad de haber promovido el crecimiento acelerado
sin planeación en la entidad, propiciando que las ciudades fronterizas,
principalmente Tijuana, solo crecieran, más no se desarrollaran, lo que provocó
la aparición de manchas urbanas olvidadas
o “ciudades perdidas”, desatendidas por parte del municipio, generando
con ello que los índices delictivos en todas sus modalidades, se dispararan
simplemente, de manera incontrolable.
De ninguna manera lo
anterior era algo desconocido por el gobierno central, todo llegaba a oídos del
entonces Presidente de la República Miguel De La Madrid Hurtado, por medio de
Jorge De La Vega Domínguez, Presidente Nacional del PRI, quien recibía la
información con lujo de detalle de parte
de su delegado en la entidad José Ortiz Arana, sin embargo, el Presidente De La
Madrid nunca vio la necesidad, ni siquiera de llamarle la atención, debido a
que Leyva Mortera había sido “colocado” como Gobernador a través del apoyo del
ex Presidente Miguel Áleman, derivado del parentesco político que estos
mantenían; pero tenía que caer la gota que derramara el vaso, y ese hecho fue
el indiscutible triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en el Estado, en las elecciones
presidenciales de 1988, ante un hecho tan contundente como este, a Leyva
Mortera no le quedo de otra que reconocerlo de manera pública.
Después del proceso
electoral federal, y con su poder en franco ascenso, el equipo de transición
del Presidente electo Carlos Salinas de Gortari, encabezado por el eterno
policía, Fernando Gutiérrez Barrios, logró convencer al Presidente De La Madrid
de exigirle a Leyva Mortera solicitar licencia para dejar el cargo, y lo único
que pudo negociar el aun Presidente, fue otorgarle una salida “decorosa”, y que
el abandono del cargo fuera justificado bajo el argumento de “problemas de
salud” por parte del Comité Directivo Estatal del PRI, encabezado por Eduardo
Martínez Palomera.
Finalmente, el
veracruzano pide licencia al Congreso Local el 5 de enero de 1989, quedando
como Gobernador Sustituto Óscar Bailón Chacón, a quien le tocaría enfrentar lo
inimaginable, quien estaba destinado a lidiar con lo insólito, y aquel que
tendría la dura tarea de tratar de entender y explicar lo inédito; la derrota
del PRI.
La desastrosa y
dolorosa derrota de Margarita Ortega Villa, candidata del Partido
Revolucionario Institucional por más de once puntos frente a su rival Ernesto
Ruffo Appel Chacón, candidato del Partido Acción Nacional, marcó un hito en la
vida política, pública y social del país entero; en lo político porque por
primera ocasión, el más viejo critico del sistema, la piedra en el zapato del
aparato burocrático, el Partido Acción Nacional, lograba su primer gran triunfo
oficial; una Gubernatura, y si eso paso en Baja California, ahora podría
suceder en cualquier estado y eso, bajo la ideología de la Revolución resultaba
simplemente inconcebible.
En lo público,
porque la actitud de incredulidad, las miradas perdidas, el nerviosismo que no
se pudo disimular y hasta el pánico, se apoderaron tanto de los seguidores como
de los miembros del equipo de campaña de la candidata, que esperaban en el
exterior de la sede Estatal del PRI, en Mexicali, la noticia de triunfo
arrollador para arrancar los festejos y la verbena popular; en su lugar, se
activó la cadena de llamadas telefónicas para cancelar cientos de planas
contratadas en todos los periódicos de la entidad, incluso en Sonora y
California, donde se felicitaba a la candidata por su contundente triunfo; los
medios de comunicación se retiraron silenciosamente para dirigirse a la sede
del PAN, en busca de la noticia. La humillación no fue en privado, no se pudo
contener, paso a ser del dominio público.
En lo social, porque
la ciudadanía dejó de lado el temor de otorgarle su apoyo a un partido político
diferente al oficial, atrás quedo el “más vale malo por conocido, que bueno por
conocer”; sin lugar a dudas, el coraje que a muchos electores llevo a votar de
manera diferente a otras ocasiones, fue el hartazgo en el que la administración
que estaba por concluir, sumergió a la población sin reparo ni miramientos,
indolente al sentir plural y ajena a las necesidades aun más básicas del
ciudadano; total, pasará lo que pasará,
el candidato del PRI ganaría, era la premisa bajo la cual el partido, el
gobierno y la estructura se conducían, misma que yacía inconsciente o no, en la
psicología colectiva.
El hecho de que un
partido político distinto al Revolucionario Institucional lograra el triunfo en
una elección a Gobernador o, en su defecto, a la primer derrota del PRI en una
elección a Gobernador, es entendida y explicada por los estudiosos de la
Ciencia Política como “la profundización o avance de la fractura en el sistema
político mexicano”.
El sistema político
mexicano se fracturó por primera vez en 1936, cuando el entonces Presidente
Lázaro Cárdenas Del Río, expulsa del país al llamado “Jefe Máximo de la
Revolución”, el General Plutarco Elías Calles, quien concibió el sistema
político aun vigente mediante la fundación del Partido Nacional Revolucionario,
en 1929, bajo la idea de una “pirámide invertida”, donde el Titular del
Ejecutivo es el centro y origen de todo; la mencionada estructura se mantendría
equilibrada sobre su propio eje, mediante el empuje en cada uno de sus lados
por parte de las fuerzas vectoriales de la política, que en ese momento eran
los grupos revolucionarios, liderados por los caudillos que exigían el pago por
sus servicios prestados a la “causa revolucionaria”, dicha compensación, se
traducía en la asignación de posiciones de privilegio y estamentos de poder,
solamente autorizados por quien se encontrara en el pináculo de la pirámide, es
decir, el Presidente de la República.
Una vez asimilado
“el suceso”, por parte de todos los actores, las suspicacias y meras
especulaciones pasaron a ser moneda de uso corriente en todo el país; y
comenzaron a aparecer “teorías” que trataban de explicar por qué sucedió los
inconcebible, ¿Qué había ocurrido?, ¿Qué fuerza tan poderosa había intervenido
para que la hegemonía de un partido que había gobernado el estado por décadas
se derrumbara a pedazos de un día a otro?, ¿sería la conjunción de los astros
(al menos de la política) el día de la elección?. Básicamente son tres las
hipótesis que se posicionaron social y
políticamente hablando, y cada sector hizo suya la que más se apegaba a los
lineamientos de dicho grupo.
Continuara….
(DOSSIER
POLITICO/ Jorge Cruz / 2013-08-15)
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