NdeR:
Se recomienda leer los siguientes datos antes de
continuar
[Frente a la resistencia de las entidades públicas y
los muros legales, el navegante de los portales de acceso a la información se
parece a Moisés, el hombre bíblico que en cuarenta años de búsqueda jamás pisó
la tierra prometida. El marco jurídico de la Transparencia nacional permite que
la información sea negada con uno de estos argumentos: los datos solicitados
están bajo reserva, son inexistentes o confidenciales. Así, la Administración
de Enrique Peña Nieto mantiene más de 12 millones de expedientes bajo llave. Se
ha negado a mostrar el acta de nacimiento del Presidente, el decreto que avala
la pensión vitalicia a ex Presidentes y sus viudas, los resultados de sus
encuestas, los fundamentos para crear la Gendarmería o los gastos de las
fiestas dentro de Los Pinos. #DatosCerrados es un ejercicio de la Unidad de
Datos de SinEmbargo que identifica lo que el Gobierno y otras instituciones no
quieren revelar.]
#DatosCerrados | Sin comunicados, ni
anuncios, en la absoluta discreción, el hombre que le escribía los discursos al
Presidente de la República dejó su cargo en la casa oficial de Los Pinos.
Ilhuicamina Díaz Méndez se llama y durante más de 10 años fue “redactor sombra”
de Enrique Peña Nieto. Como cualquier otro escritor de discursos de un político
mexicano permaneció invisible. Jamás se tomó una “selfie” al lado de EPN, ni de
otros miembros del Gabinete, como se estiló en este sexenio.
Sin embargo, fue de los hombres más
cercanos a Peña Nieto y con mayor permanencia en su equipo. Las palabras
peñanietistas estuvieron en sus manos durante el Gobierno del Estado de México
(2005-2011), la campaña (2011) y la Presidencia de la República. Lapsus,
gazapos, traspiés lingüísticos y enredos geográficos. El discurso del Jefe del
Ejecutivo sucumbió a esas características y así pasó a la memoria de los
ciudadanos y las redes sociales.
Detrás de todo ello, siempre estuvo
Ilhuicamina Díaz Méndez quien en el último año del sexenio ha sido sustituido
por Juan Carlos Gonzalo Canseco.
Ciudad de México, 5 de
noviembre (SinEmbargo).– lhuicamina Díaz Méndez. Este nombre no le dice mucho a
los analistas políticos que han observado el desempeño del Presidente Enrique
Peña Nieto. Es que no se trata de un hombre público. Y sin embargo, durante una
década, ha sido uno de los personajes más influyentes en el Jefe del Ejecutivo.
Hasta junio pasado, fue su escritor “sombra”, el autor de sus discursos, el
responsable de sus palabras en público, así como su maestro de oratoria.
No hay un funcionario que
haya permanecido tanto en el equipo de Enrique Peña Nieto como Ilhuicamina Díaz
Méndez. Desde que Peña Nieto asumió como Gobernador del Estado de México –en
2005–, fue su escritor de discurso y su maestro de oratoria. Ambos vivieron el
mandato estatal, la campaña y la Presidencia de la República. Uno siempre
frente al público, el otro con la encomienda de cuidarle ademanes y
expresiones.
El discurso de Enrique Peña
Nieto, Presidente de México, se ha distinguido por lapsus, gazapos, dislates,
traspiés lingüísticos y enredos. Así ha pasado a la memoria de los ciudadanos y
las redes sociales. De ello –de las palabras bien dichas y mal dichas – hubo un
responsable legal. Conforme a la Ley General de Servidores Públicos, la
Presidencia de la República debe tener en su organigrama una Dirección General
del Discurso, adjudicada a la Coordinación de Asesores de la Presidencia de la
República. Desde el 1 de diciembre de 2012 hasta el 30 de junio de 2017 ese
cargo fue ocupado por Ilhuicamina Díaz Méndez.
Como cualquier otro escritor
sombra o fantasma de un político mexicano, Díaz Méndez siempre se mantuvo en el
anonimato. Y así, en lo invisible, se fue. El pasado junio, su nombre fue
eliminado del Portal de Obligaciones y
Transparencia (POT) como Director General del Discurso de la Presidencia de la
República sin ningún anuncio ni comunicado a los ciudadanos, casi en el
anonimato. El dato de su partida fue confirmado en la Crónica de la Presidencia
de la República de junio.
Los escritores de discursos
[o discurseros, los que arrastran el lápiz, los sombra, los fantasma, los
negros] han integrado la política mexicana y del mundo. Lázaro Cárdenas (1934-1940)
se auxilió de las plumas de Narciso Bassols y de Ignacio García Téllez. El
primero, mexiquense, sería Secretario de Hacienda y el segundo, guanajuatense,
sería Procurador de la República. Jaime Torres Bodet estaría detrás de Manuel
Ávila Camacho (1940-1946), Miguel Alemán (1946-1952), Adolfo Ruiz Cortines
(1952-1958) y Adolfo López Mateos (1958-1964). Fundador de la Comisión Nacional
de los Libros de Texto Gratuitos, impulsor del Museo Nacional de Antropología,
diplomático, ensayista y poeta habría llevado en forma paralela la tarea de
redactar los discursos oficiales. Tomislav Lendo Fuentes fue el escritor
“fantasma” de Vicente Fox Quesada (2000-2006)
y Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012). Hoy está asignado por la
Presidencia como personal de apoyo para el ex Presidente Calderón.
Los discursos de Enrique Peña Nieto
fueron escritos, desde su etapa como Gobernador del Estado de México y hasta
junio pasado, por Ilhuicamina Díaz Méndez, quien también fue su maestro de
oratoria . Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro
***
Ilhuicamina Díaz Méndez fue
el responsable del discurso mediante el cual, el Presidente le pidió perdón a
la Nación por el episodio de la “casa blanca”, en 2016. Fue quien permitió que
en 2013, se colara la palabra “epidemiólogo” que el Mandatario no pudo
pronunciar y que dio pie para que dijera: “Me pusieron un trabalenguas en el
discurso”. Fue quien autorizó estas
frases: “El Presidente también se equivoca” y “Aguanta, Rosario”. Y fue quien
coordinó la línea discursiva de los Informes de Gobierno.
Fue también quien avaló que
la palabra “violencia” fuera expulsada del discurso de Enrique Peña Nieto en
aras de romper con la narrativa del Gobierno anterior de Felipe Calderón
Hinojosa, quien le declaró la guerra a los cárteles del narcotráfico. Fue
quien, en algunas etapas del Gobierno, recomendó que el Presidente no
improvisara. Fue el responsable del atril tan sofisticado que se volvió
instrumento inseparable del Primer Mandatario en cada acto público. Ya en el
debate de mayo de 2011, había avalado aquellas palabras que Peña Nieto le
asestó al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador: “Si la
televisión hiciera Presidentes, usted ya sería Presidente, al referirse a un
gasto de mil millones de pesos en Comunicación Social, el doble que lo que
había gastado él como Gobernador del Estado de México.
Fue quien autorizó las
expresiones que, envueltas en controversia, pasaron a la Historia, pero además
contribuyeron en la caída de aceptación de la gestión presidencial: “La
corrupción es un asunto cultural (2014)”, “Nadie despierta, un Presidente no
creo que se levante, ni creo que se haya levantado pensando, y perdón que lo
diga, (en) cómo joder a México (2016)”. “¿Qué hubieran hecho ustedes?” (2016,
gasolinazo).
En junio de 2016, leyó ante
el entonces Presidente Barack Obama: “En este mundo, hoy se presentan en
distintas partes actores políticos –liderazgos políticos- que asumen posiciones
populistas y demagógicas, pretendiendo eliminar o destruir lo que se ha
construido, lo que ha tomado décadas en construir, para revertir problemas del
pasado. […] Llevar las riendas de un país es algo más que dar respuestas
sencillas, es complejo y difícil”. Y ahí, su homólogo estadounidense le
respondió: “Yo soy populista”.
¿CUÁNTO GANABA ILHUICAMINA DÍAZ?
En la Función Pública, la
invisibilidad tiene ventajas. En su puesto, Ilhuicamina Díaz Méndez tuvo la
clave presupuestal KC3, uno de los mayores niveles salariales de un servidor
público. Le corresponde a los Directores Generales y el sueldo bruto es de 194
mil 454.81 pesos.
En cinco años de escribirle y
coordinarle los discursos a Enrique Peña Nieto, ganó 11 millones 667 mil 288
pesos. Jamás, en las declaraciones patrimoniales a las que estuvo obligado ante
la Secretaría de la Función Pública, hizo públicos sus bienes o sus posibles
conflictos de interés.
El traje de “fantasma”,
Ilhuicamina Díaz Méndez supo ponérselo bien. Porque, como funcionario público,
eso fue. Hoy, su fortuna no puede ser cuantificada. Su nombre poco dice en la
escena pública. Su remoción ocurrió en lo invisible, detrás de bambalinas, y no
fue notoria.
Según su Currículum Vitae, es
licenciado en Derecho y tiene estudios de Maestría en Ciencia Jurídica. Ha sido
ponente, conferencista y maestro de cursos, talleres y seminarios sobre temas
históricos, políticos, jurídicos y administrativos. Además, formó generaciones
de oradores en el Estado de México. Es coautor del libro La Rotonda de los
hombres ilustres del Estado de México. La cédula profesional de la Secretaría
de Educación Pública (SEP) –la 1894165– con su nombre, indica que la licenciatura
la concluyó en 1994, en la Escuela de Derecho de Atlacomulco, en la entidad
mexiquense, la tierra de Peña Nieto y del grupo político que se adjudica a ese
municipio.
Lo que cree Ilhuicamina Díaz
Méndez de cómo y qué debe ser un orador lo dejó asentado en 2008, en un
homenaje luctuoso al poeta Horacio Zúñiga. Estas fueron sus palabras: “Poseyó
las cualidades que exige la tribuna de hoy, como la de ayer, como la de
siempre: voz técnicamente impostada; ademán vigoroso; cultura general;
inteligencia creativa y sensibilidad artística. A decir de sus discípulos, fue
el más grande verbo motor de la oratoria mexicana del siglo XX, personificando
en su ejemplo la máxima aspiración de la retórica antigua: hablar y pensar
simultáneamente, paralelamente, concomitantemente…”.
***
Quién es ahora el
“discursero” de Peña Nieto? ¿Quién lo apoyó en los momentos de la tragedia de
los sismos? ¿Quién estaba cuando en el avión presidencial incurrió en la falla
numérica “Falta un minuto, no menos, como cinco” que sirvió para memes y
caricaturas? ¿Quién le hizo los discursos para que se presentara frente al
Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeu? Se llama Juan Carlos Gonzalo Canseco
y dejó su cargo en Asuntos Financieros Internacionales en la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público para ir a la Dirección General del Discurso en la
Presidencia de la República.
La Presidencia le paga 155
mil 354 pesos de salario bruto, 39 mil 100 pesos menos que a Díaz Méndez. Como
muchos más en el Gobierno, no desea hacer públicos sus bienes patrimoniales ni
sus posibles conflictos de interés, según asienta en su declaración
patrimonial. Se trata de un funcionario con una abultada carrera en la
Administración Pública Federal, pero sin experiencia en Discursos.
De 2008 a 2013, fue
Coordinador General de Asesores en la Secretaría de Relaciones Exteriores; de
2013 a 2015, fue Director General de Planeación de Política Exterior en la
misma Cancillería. En 2015, se fue a la Secretaría de Desarrollo Social –cuando
José Antonio Meade asumió la titularidad– como Coordinador de Asesores. Luego,
como el mismo Meade se fue a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a la
Unidad de Asuntos Internacionales en donde estuvo de 2016 a 2017.
Y en lo que será el último
año de Gobierno de Enrique Peña Nieto, en junio pasado fue nombrado Director
General del Discurso en la Presidencia de la República.
***
La palabra ha sido la piedra
con la que Enrique Peña Nieto se tropieza, el punto crítico de la estabilidad
de su ser político, la vulnerabilidad más señalada. Enrique Peña Nieto empezó a
caracterizarse como poco hábil con las palabras por una cascada de enredos y
errores iniciada en la Feria del Libro de Guadalajara, en campaña, cuando no
supo responder sobre los tres libros que le habían marcado la vida (diciembre
de 2011).
Como Presidente, olvidó el
significado de las siglas del IFAI (enero 2013) e intentó salir del mal paso
con la invención de otro instituto; equivocó el apellido del coordinador tricolor
en el Senado de la República, Emilio Gamboa Patrón, a quien le puso el del
homólogo en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones (enero 2013), y mencionó que
Boca del Río era la capital de Veracruz. En este último evento, fue la primera
vez que se defendió: “El Presidente también se equivoca”, dijo al enmendar el
dato (abril 2013).
Cinco años de Gobierno
transcurrieron y los dislates y enredos no se detuvieron. En la sede nacional
del PRI, en el VI Consejo Político
Nacional, el Presidente dijo: “ Y lo reafirmo, primero el PAN (por plan),
primero el programa, primero el proyecto y después los nombres … (noviembre de
2016)”. Lo escuchaba la cepa priista. Gobernadores, funcionarios, presidentes
municipales y líderes de los sectores y organizaciones del partido fundado por
Plutarco Elías Calles. Y el Mandatario, líder principal del PRI, se refirió sin
querer al partido de oposición de derecha.
Se equivocó también al
intentar nombrar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en
un evento el que reconoció a varias mujeres que se desempeñan en cargos
públicos, a propósito del día Internacional de la Mujer. “Quiero saludar a
todas las mujeres, mujeres muy importantes en distintos ámbitos de la vida
pública desde ministras de la corte, la magistrada presidente del Tribunal supe
de ju… de la … federación … del tribunal de justicia … fed…. Federal electoral,
a la vicepresidenta de la mesa directiva de la Cámara de Senadores, diputadas
(marzo 2017)”.
Así, hasta llegar a esa rueda
de prensa que brindó en el avión presidencial. Peña Nieto regresaba de los
pueblos afectados por los terremotos del 7 y 19 de septiembre cuando expresó:
“Estamos ya por bajar acá en Oaxaca, estamos a un minuto de aterrizar. A menos.
Yo creo que como a cinco minutos”.
En su equipo ya no estaba
Ilhuicamina Díaz Méndez.
(SIN EMBARGO/ LINALOE R.
FLORES/ NOVIEMBRE 5, 2017, 12:05 AM)
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