Raymundo Riva Palacio
Si los priistas
son muy malos para desarrollar la guerra sucia en campañas políticas, son
peores para defenderse. Claudia Pavlovich, candidata del PRI al Gobierno de
Sonora, es la mejor prueba de ese aforismo. La semana pasada, el PAN le dio al
periódico “Reforma” grabaciones realizadas ilícitamente donde la candidata
hacía una gestión en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para que
apoyaran a un grupo de empresarios en sus procesos de licitación, en sus tiempos
de senadora. La bala de plata era que uno de esos empresarios le rentaba el
avión para viajes personales y en su gira de campaña, por lo cual la sugerencia
de un conflicto de interés se convirtió en colofón de una guerra sucia.
Los audios
difundidos, hasta donde se puede apreciar, no probaban ningún acto ilegal o
ilegítimo de Pavlovich, pero puso a la candidata a la defensiva, ante la
estrategia del golpe y la secuela. El periódico revelaba y el PAN denunciaba.
El uno-dos le quitó concentración a la campaña de Pavlovich, que se había
acercado su adversario panista, Javier Gándara, con posibilidades de alcanzarlo
y cerrar la elección de junio próximo. Al uno-dos le siguió el tres:
desplegados en los diarios de la Ciudad de México acusándola de mentir a los
medios al explicar el tema del avión.
La candidata del
PRI parece letalmente tocada en términos electorales. La guerra sucia del PAN
hizo estragos significativos en su candidatura y en su campaña, cuyo impacto se
verá en las próximas encuestas en Sonora. Le bastó plantar unas fotos en
“Reforma” y desplegar su estrategia para mancharla de corrupción. Con esto, el
PAN demuestra que hoy en día, para campañas de lodo, nadie les gana. Pero no es
fortuito. Las campañas de contraste, negativas o sucias, son una especialidad
que han venido desarrollando desde hace muchos años. En la actualidad, el
cerebro de las guerras sucias panistas es Mark Penn, quien ha trabajado con el
presidente del PAN, Gustavo Madero, desde la campaña presidencial de 2012.
Penn, una idea
original de Juan Molinar Horcasitas, el súper asesor de Madero, fue la
aportación del líder del PAN a la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota
en 2012. No se quedó en la campaña porque Vázquez Mota tenía contratado a Dick
Morris, que trabajó con Bill Clinton durante su gubernatura en Arkansas y en la
primera parte de su presidencia, y adorado por los políticos mexicanos que
devoraron su libro “The New Prince”, y que tiene una relación casi de odio con
Penn. Los dos forman parte del grupo de consultores estadunidenses que han
pululado desde hace lustros en la política mexicana, como James Carville (Bill
Clinton), Karl Rove (George W. Bush), y David Axeldord (Barack Obama).
Penn trabajó con
Clinton y su esposa, la entonces senadora Hillary Clinton, así como también con
el ex primer ministro inglés Tony Blair y el ex primer ministro israelí
MenachemBegin. Director ejecutivo global de Burson-Marsteller durante varios
años, asesoró a algunos barones de la industria, como Bill Gates, el fundador
de Microsoft, de quien actualmente es vicepresidente ejecutivo y jefe de
estrategia. Alguna vez la revista “Time” lo llamó “el maestro del mensaje”,
luego de publicar “Microtrends: The Small ForcesBehindTomorrow’s Big Changes”,
donde se hace una introducción a todo lo que puede ayudar una encuesta en
términos electorales. Por ejemplo, Penn fue quien descubrió que las mamás en
los campos del creciente deporte favorito de los niños, el futbol soccer, era
una base electoral clave para Clinton, cuyo trabajo político le dio la victoria
al comprender el fenómeno de las llamadas “soccer mom’s”.
El metodológico
consultor ha construido la campaña sucia del PAN. Los spots contra el
presidente Enrique Peña Nieto sobre los 200 invitados a la visita de Estado al
Reino Unido, fueron planteados como un gasto del erario –aunque normalmente la
mayoría de esos invitados pagan sus gastos, y los que no, son absorbidos por el
país anfitrión–, y los spots sobre los lujosos relojes del presidente del PRI,
César Camacho, fueron diseñados para despertar el imaginario colectivo sobre
corrupción. La filtración panista a “Reforma” sobre Pavlovich apuntó en la
misma dirección. Verosimilitudes más importantes que verdades; y percepciones
que van construyendo realidades.
El fenómeno de la
corrupción se encuentra en la superficie de la piel mexicana y es el que más
irritación causa. No es accidente que fue el escogido por los estrategas del
PAN desde el año pasado, cuando presentaron una iniciativa para crear el
Sistema Nacional Anticorrupción, que está en la parte final de su aprobación
legislativa.
Penn era el
experto que necesitaba el PAN para desarrollar toda su campaña negra en esta
temporada electoral. Durante la lucha entre Obama y Clinton por la candidatura
presidencial, Penn le sugirió a la senadora enfatizar el uso de las drogas por
parte de su adversario, así como también su carencia de experiencia en asuntos
internacionales. Como ejecutivo de Microsoft, diseñó la campaña negativa contra
Google en 2012 llamada “Scroogled”.
Penn puso en
práctica en Microsoft el método empleado en las campañas políticas: una especie
de equipo SWAT que a partir de la información demoscópica que obtienen de sus
encuestas masivas y precisas, producen rápidamente spots. Es lo mismo que está
haciendo contra el PRI hoy en día, y colocando sobre sus candidatos la etiqueta
de corrupto.
(ZOCALO/ Columna Estrictamente Personal de Raymundo Riva Palacio/23 de abril 2015)
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