La joya de la corona mexicana y la
ciudad más visitada del Caribe ha empezado a sufrir tiroteos a plena luz del
día, que amenazan a su bien más sagrado: el turista
Cancún.- Un agente de la Gendarmería
vigila las inmediaciones de la zona hotelera de Cancún. ELIZABETH RUIZ
(CUARTOSCURO)
Tres hombres forcejean frente
al Centro Comercial Malecón de Las Américas de Cancún, uno de los más grandes
de América Latina. Después de agarrones y empujones, el tipo más alto saca el
arma y abre fuego en mitad de la calle, frente a cinco taxistas que esperan su
turno, una madre que empuja un coche de bebé, dos turistas holandesas con un
helado en la mano y un vendedor de chicles chiapaneco. Son las 13.30 de la
tarde de un soleado viernes 23 de junio. El pánico se apodera del lugar y 20
minutos después llega la policía.
El periodista acude al lugar
porque tres días antes, en el estacionamiento de este centro comercial,
apareció un cadáver con tres balas en la cabeza donde ahora hay aparcado un
imponente BMW blanco.
Hoy también los delincuentes
han logrado escapar entre el tráfico, pero sirve en bandeja la primera
pregunta: ¿Qué está pasando en Cancún? "Hay una disputa entre cárteles y
un problema de violencia. Aquí nunca pasaba nada ni tirones, ni robos, ni
derecho de piso pero ahora sucede y se nos puede ir de las manos si no se toman
las medidas. Pero no contamos ni con policías, ni autoridades
coordinadas", lamenta Abnir Candila, gerente de un lugar que incluye 600
locales, entre los que están las mejores marcas del planeta.
"Cancún es un destino
número uno mundialmente que cuenta con una policía de cuarta para hacer frente
al crimen organizado", continúa.
Hasta ahora Cancún se había
mantenido aislado de una pandemia de violencia que bate récords en el país. Con
más de 2.000 homicidios, el mes de mayo fue el más violento en México de los
últimos 20 años. La burbuja sin embargo ha comenzado a pincharse y los
tiroteos, antes limitados a la deprimida colonia Bonfill, se viven ya a plena
luz del día, en medio de ciudad.
El ataque en enero a la
discoteca Blue Parrot de Playa del Carmen, a 70 kilómetros de distancia, en la
que murieron cinco personas, pareció un hecho aislado en un lugar acostumbrado
a la tranquilidad, pero hoy se sabe que fue el macabro anuncio del Cartel
Jalisco Nueva Generación (CJNG) para decir "hemos llegado" a una
plaza dominada hasta ahora por los hombres del Chapo Guzmán, encarcelado en
Estados Unidos, y el cartel local de Los Pelones.
En el terreno político, los
cambios de Gobierno también han alterado el equilibrio criminal y la violencia
coincide con la llegada al poder de un nuevo gobernador en Quintana Roo, Carlos
Joaquín González, de quien depende la policía estatal, que puso fin a más de 40
años de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Su antecesor
en el cargo, Roberto Borge, hoy encarcelado en Panamá, está acusado de haber
robado varios terrenos frente al Caribe.
Soldados mexicanos vigilan las playas de
Cancun ELIZABETH RUIZ CUARTOSCURO
Paralelamente, la ciudad de
Cancún también tiene nuevo alcalde, del Partido Verde –socio del PRI– de quien
depende la policía local, con quien el gobernador está enfrentado
políticamente. Desde la toma de posesión de ambos, hace nueve meses, ha habido
70 asesinatos, más del doble que el año pasado.
Con el paso de los días se
supo que el hombre asesinado en el estacionamiento, donde está el BMW blanco,
era el jefe contable del cartel de Jalisco.
ZONA HOTELERA, LA HABITACIÓN QUE ALIMENTA MÉXICO
Es viernes por la noche, y el
bulevar Kukulcán es un hervidero de jóvenes embriagados de fiesta. Miles de
estadounidenses, brasileños, europeos y mexicanos beben, bailan y sudan cada
noche hasta el amanecer en discotecas como Coco Bongo o Mandala, en un entorno
de aguas turquesa y arena blanca. A la violencia extendida en el país se añade
la estratégica ubicación de Cancún: lugar de tránsito, llegada y consumo de una
gran parte de la cocaína que pasa por el Caribe.
Hace menos de 50 años, Cancún
era solo un pequeña y alargada isla de pescadores, unida a tierra por dos
puntos, donde puso los ojos un grupo de empresarios.
Pocos después, comenzaron a
levantarse los primeros hoteles y Cancún se convirtió en el gran legado
turístico del presidente Luis Echeverría, en una época en la que los
mandatarios acostumbraban a despedirse del cargo con un faraónico proyecto;
antes fue Acapulco y después llegaron Puerto Vallarta, Huatulco o Los Cabos.
Con casi 900.000 habitantes,
Cancún es, con Cuba, el principal destino del Caribe y de sus paradisiacas
playas sale el 25% de todo el dinero que entra en el país por turismo, segunda
fuente de ingresos de México después de las remesas.
En aquel pueblo, en el que
los primeros aviones con turistas aterrizaban gracias a una torre de control
levantada con palmas y palos, mueve hoy 18 aviones cada hora y se produce el
2,5% del PIB nacional.
Sin embargo, el infierno y el
paraíso se dan la mano cada semana. El jueves 15 de junio una persecución en la
avenida Tulum, una de las más céntricas de la ciudad, terminó con un muerto y
dos heridos. Un día después aparecieron dos bolsas negras con los restos de
hombres descuartizados en la zona hotelera, probablemente el área más segura
del país después de la residencia presidencial de Los Pinos. El domingo, a
pocos metros de allí, más de 30 cancilleres de todo el continente inauguraban
la Asamblea de la OEA.
"Por ahora el turismo no
se ha resentido, pero puede verse afectado a largo plazo si no se toman las
medidas. Ningún destino es tan fuerte para aguantar durante años las malas
noticias" explica Sebastián Robles, relaciones públicas de Coco Bongo, el
local más conocido de Cancún, un popular centro de ocio a medio camino entre el
teatro y la discoteca que recibe más de 1.200 personas todos los días de la
semana. "Ni siquiera es tema de conversación entre los turistas, ellos no
quieren saber nada de esto" añade frente a una larga fila de jóvenes
esperando para entrar.
LA ZONA HOTELERA Y LA ZONA ATOLERA
En Cancún se operan 13.600
vuelos cada mes, se ejecuta a diez personas y se suicidan cinco, según datos
oficiales.
La paradisiaca ciudad es una
de las que mayor número de suicidios registra en México y los psicólogos lo atribuyen
a la llegada de miles de hombres solos de Chiapas o Tabasco, que trabajan
diariamente atendiendo el dispendio en bufés kilométricos, y vuelven a dormir
cada noche a una habitación de chapa y concreto.
En estos casi 50 años la
ciudad ha crecido de forma desigual. A un lado, 40.000 cuartos repartidos en
decenas de exclusivos hoteles y, al otro, 900.000 habitantes llegados de fuera,
que prestan servicios a la zona. A un lado, una de las zonas más seguras y
vigiladas del continente y al otro numerosas colonias carentes de servicios
básicos, donde la violencia encuentra el ideal caldo de cultivo. "La zona
hotelera y la zona atolera", resumen con humor negro un lugareño.
Paralelamente las
investigaciones periodísticas describen un policía infiltrada y desbordada.
Agentes acostumbrados a poner multas y detener borrachos a enfrentar una guerra
entre cárteles, para la que ha sido necesario recurrir al Ejército, la Marina.
El periódico Novedades, el
más importante de Quintana Roo, demostró como el día del tiroteo en el Blue
Parrot la policía recibió la orden de no presentarse en el lugar. "Se
celebraba un concierto tecno de prestigio internacional y no había ni un agente
vigilando el evento. La policía recibió la orden de no acudir porque ya sabían
lo que iba a pasar. Hay inacción y complicidad de las policías. El Ayuntamiento
de Cancún ha tenido tres secretarios de Seguridad en nueve meses" señala
en su despacho Cesar Muñoz, director del diario.
Después de varias amenazas
Muñoz admite que su periódico ha dejado de investigar y se limita a informar de
los sucesos. Dos reporteros han dejado el periódico y están resguardados en un
lugar seguro. "Los periódicos sufrimos una doble presión.
Por un lado la del crimen
organizado y por otro la del sector turístico al que no le gusta que
publiquemos estas noticias. Nuestros periódicos ya no entran a los
hoteles...".
Antes de terminar la frase,
el director abre el cajón de su escritorio y muestra un trozo de tela mal
escrito; "YA BÁJENLE A SUS
CHINGADERAS SI NO QUIEREN ACABAR COMO TODOS...ATTE: CJNG" dice la
última narcomanta que el crimen organizado dejó en la puerta del periódico. Una
noticia que tampoco esta vez saldrá de la zona atolera.
(EL PAÍS.ES/ JACOBO GARCÍA/ 2 JUL 2017 -
16:42)
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