CIUDAD
DE MÉXICO (Proceso).- Con problemas internos en su dirigencia, escándalos de
corrupción y acusaciones de vínculos con el crimen organizado de algunos de sus
integrantes, así como una caída en las encuestas, el PRI enfrenta una crisis
que pone en duda que pueda conservar la Presidencia en 2018.
Según
un diagnóstico interno, al cual este semanario tuvo acceso, dentro del PRI hay
enfrentamientos entre varias corrientes que buscan impulsar a su candidato a la
Presidencia en 2018.
Según
ese análisis, son dos los grupos más definidos. Uno lo encabeza el secretario
de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, apoyado por Claudia Ruiz Massieu y
Rosario Robles; a la cabeza del otro está Aurelio Nuño, a quien favorecen Luis
Videgaray, Humberto Castillejos y el presidente Enrique Peña Nieto.
En
medio quedan el dirigente del partido, Enrique Ochoa Reza –quien se siente
presidenciable–, y políticos como Manlio Fabio Beltrones o el senador Emilio
Gamboa, que ha colocado algunas de sus piezas dentro de la cúpula priista.
Ochoa
Reza tomó como bandera de campaña la lucha contra la corrupción, con la idea de
reposicionar al partido en las preferencias electorales y recuperar el primer
sitio como fuerza política nacional, lugar del que fue desbancado por el PAN.
Pero esa estrategia es considerada fallida por militantes y encuestadores,
quienes saben que la percepción de la ciudadanía es que el priismo y el
gobierno de Peña Nieto son cómplices de la corrupción.
César
Augusto Santiago, quien fue dirigente efímero del PRI, advierte en entrevista
que el combate a la corrupción debe surgir de una profunda convicción y jamás
de una impostura, porque si no hay firmeza real de profundizar en la solución
del problema, los efectos serán peores que los que se pretenden combatir.
Integrante
del PRI desde hace tres décadas, tiempo durante el cual ha sido senador y
diputado, y se ha desempeñado como secretario de organización electoral
nacional, el chiapaneco precisa que no está mal que un partido político decida
combatir la corrupción, pero insiste en que ese combate debe surgir de una
profunda convicción y de una ética pública que honre los valores.
“Jamás
debe ser una impostura o una estratagema mediática para salir del paso. No se
trata de aparecer únicamente en comerciales. Si un partido decide tomar el tema
del combate a la corrupción como una de sus propuestas estelares, primero que
nada tiene que decir: quién decide a quiénes se persigue y a quiénes no; quién
decide qué temas se estudian, se investigan y qué temas no; finalmente, quién
decide cuándo o con qué elementos se inicia una investigación”, dice Santiago.
Francisco
Abundis, director de la empresa de medición de audiencias Parametría, sostiene
por su parte que el dirigente nacional del PRI comete un grave error al tratar
de arrancarle la bandera de la lucha contra la corrupción al PAN y a Morena.
“Al
hacerla tan visible como en los casos de los gobernadores de Veracruz, Quintana
Roo y Chihuahua, lo único que está haciendo es recordarle a la gente que el PRI
tiene la culpa, porque todo esto ocurrió mientras el partido está en la
Presidencia”, afirma en entrevista.
Señala
que en una lógica de presidencialismo autoritario, en la cual el público asume
que el presidente está enterado de todo, “que le digan que un gobernador se
llevó mucho dinero, tenía muchas casas y empresas fantasma, más allá de que acepten
que se trata de un afán de perseguir a los gobernadores corruptos, el mensaje
que percibe la gente es que el PRI es también responsable”.
En
las más recientes encuestas de Parametría el PRI está empatado en segundo sitio
con Morena, detrás del PAN, en la percepción de la sociedad.
Para
la elección de 2018 Abundis expresa sus dudas de que el PRI permanezca en la
Presidencia, pues tiene en su contra los errores cometidos por el gobierno
peñista y porque la estrategia de Ochoa Reza es errónea, pues sólo reafirma la
imagen de corrupción del partido en el gobierno.
“El
elector está reconsiderando su voto en función de lo que está observando en los
partidos, del comportamiento, el discurso, las propuestas y los representantes.
Si juzgamos a partir de lo que pasó en las dos últimas elecciones, en las
cuales se expresó una lógica de cambio bastante clara, el PRI tiene un panorama
muy complicado para las elecciones de 2017 y la presidencial de 2018, porque es
el partido en el poder”, estima Abundis.
LA BANDERA ANTICORRUPCIÓN
En
días pasados Ochoa Reza lanzó los criterios del proceso de selección de los
candidatos para los comicios de los dos años entrantes. Los principales
requisitos son: que no tenga vínculos con el narcotráfico ni antecedentes de
corrupción o de desvío de recursos públicos.
Pese
a que en el PRI ya se registraban casos de algunos militantes involucrados con
el crimen organizado –como los exgobernadores Tomás Yarrington, Eugenio
Hernández y Mario Villanueva–, es apenas ahora cuando se impone como requisito
para los aspirantes a una candidatura no tener un pasado sospechoso.
La
sombra del crimen organizado y los escándalos de corrupción han mellado la
fuerza electoral del PRI, que después de los comicios de 2016 –donde perdió en
siete de 15 elecciones de gobernador– pasó a ser la segunda fuerza política
nacional después del PAN, precisa Abundis, quien en las encuestas de opinión
del año pasado ya incluía como categoría nueva el tema de la corrupción.
En
un intento de recuperarse, en la 38 sesión extraordinaria de su Consejo
Político Nacional, el PRI acordó que los militantes y simpatizantes que aspiren
a participar en la selección y postulación de candidatos deberán suscribir una
carta compromiso mediante la cual autoricen al partido a investigar su
situación patrimonial, fiscal o entorno social, así como, en su caso, su
actuación como servidor público y respecto de responsabilidades penales o
administrativas.
También
a que el PRI realice “las evaluaciones y pruebas necesarias para acreditar que
no se han realizado actos antijurídicos relacionados con el uso de recursos de
procedencia ilícita y que no tienen vínculos con la delincuencia organizada ni
son adictos al consumo de sustancias prohibidas por la ley”.
Abundis
advierte que es sorprendente que en el PRI no vean el error de esta estrategia,
que es como “dispararse en el pie”, porque en las mediciones hechas por
Parametría se observa que la respuesta del público no es favorable.
En
una de sus más recientes mediciones, Parametría ubica que, a poco menos de dos
años de la elección presidencial, el PAN está al frente de las preferencias
electorales con 30%. En segundo lugar está el PRI, con 27%. En tercer sitio
aparece Morena, con 21%, y detrás el PRD, con 10%, y el Verde, con 5%.
“Si
analizamos las preferencias electorales en el tiempo, observamos que los
cambios más importantes respecto a la última elección presidencial son: el
crecimiento del PAN y de Morena y la caída y posterior estabilidad del PRI y
del PRD”, advierte la encuesta.
En
un ejercicio adicional que realizó Parametría en esta encuesta, en el que se
mide el escenario con posibles alianzas, los datos indican que la formada por
el PAN y el PRD sería la más competitiva, pues el porcentaje de preferencia
efectiva aumenta a 36%. En tanto, si se forma una alianza PRI-PVEM-Nueva
Alianza, obtendría 34%.
Frente
a estos escenarios, en los cuales el PRI tiene desventajas, Abundis manifiesta
que se puede entender que, por estrategia, los priistas no quieren dejarle la
bandera de campaña de la lucha contra la corrupción sólo al PAN y a Morena.
“Pero
en el PRI están logrando lo contrario”, precisa el encuestador con maestría en
políticas públicas por la Universidad de Oxford y en asuntos internacionales
por la de Columbia.
Recuerda
que aun cuando en el PAN también hay casos de gobernadores acusados de
corrupción –como el sonorense Guillermo Padrés– o en el PRD –el oaxaqueño
Gabino Cué–, el público no deja de ver una responsabilidad del PRI y de Peña
Nieto en los escándalos más sonados.
“La
gente no exculpa al PRI por el hecho de que están persiguiendo a ex gobernadores;
al contrario, los hacen más responsables porque le están recordando a la gente
la magnitud de la corrupción como a la que llegó Veracruz con Javier Duarte,
que es el extremo del problema.”
Precisa:
“El PRI no está comunicando lo que quiere, porque lo ve de una manera muy
mecánica y en una lógica oportunista, porque al ver que el tema de debate era
la corrupción, se subió a la discusión sin lograr comunicar a la gente su mensaje
de cambio”.
ESTRATEGIA CONTRAPRODUCENTE
César
Augusto Santiago es uno de los pocos priistas que ha accedido a realizar un
análisis crítico de la estrategia de Ochoa Reza de tomar como bandera de
reposicionamiento del PRI el combate a la corrupción.
De
entrada sostiene que esa lucha debe surgir de una profunda convicción y de una
ética pública que honre los valores para que sea eficaz y “jamás debe ser
impostura o una estratagema mediática para salir del paso”, porque, de lo
contrario, el impacto en el PRI será negativo.
Exsubsecretario
de Gobernación y exdirector general adjunto de Pemex, desde marzo de 2013
Santiago es representante legal de la Comisión Federal de Electricidad.
Como
abogado, el priista precisa que, si no hay certeza en los casos de corrupción,
“el asunto está peor porque todo queda a la voluntad del presidente del
partido”.
En
ese sentido inquiere: “¿Cuándo se actúa? ¿En qué casos? ¿En contra de quién o
quiénes? ¿En qué tiempos y en qué temas? El asunto está peor porque reflejaría
un autoritarismo dictatorial que no corresponde a la esencia de un partido
político o de un comportamiento ético. Además, dejar en la voluntad de una
persona este tipo de decisiones resulta sumamente delicado”.
Señala
en entrevista que la corrupción es un problema que corroe las entrañas del
sistema político nacional y que los partidos son corresponsables directos de
esta circunstancia, al igual que los políticos, porque todos se quedaron sin
valores, sin espíritu, sin propuesta, sin proyecto.
Cuestiona
una vez más: “Si de verdad se trata de combatir la corrupción, por qué el PRI
no se pronuncia, por ejemplo, en el tema de esos bonos que se dieron los
diputados para organizar posadas, reuniones de fin de año, etcétera, que están
siendo cuestionados por la sociedad entera.
“Por
qué el partido no se pronuncia, por ejemplo, en contra del despilfarro de los
burócratas del INE, con sueldos exorbitantes, bonos, asesores, implementos,
viajes, canonjías, para hacer lo mismo que se hacía antes sin todo este boato y
todo este aparato.
“Por
qué no se pronuncia el PRI, por ejemplo, en relación con el estado de la
economía de Pemex, su aparente bancarrota, la compra de inservibles plantas de
fertilizantes, o el tema de los astilleros en Galicia; por qué no dicen nada
del dispendio en costear con dinero público un lienzo charro monumental en
Chiapas para que el gobernador se disfrazara de charro y cabalgara.
“Por
qué no hablar de esas maniobras infinitas de empresas fantasma, cobro de
comisiones, prestanombres, etcétera. Finalmente, por qué no decir con claridad
si es válido que los gobernadores dejen deudas estratosféricas en las entidades
que gobernaron.”
Asimismo,
Santiago advierte del peligro de caer en “una cacería de brujas” si no se
tienen las pruebas o los indicios de una presunta responsabilidad contra
algunos funcionarios o gobernantes.
“Hablar
de corrupción debe ser una cosa muy seria. Es importante hablar de los temas,
de los asuntos que están en la opinión pública y, sobre todo, dar certeza a los
militantes de qué se puede hacer y qué no se vale.”
(PROCESO/
REPORTAJE ESPECIAL/ JOSÉ GIL OLMOS /4 ENERO, 2017)
No hay comentarios:
Publicar un comentario