La visita de Donald Trump a
México causó la crisis política más profunda que ha tenido el Presidente
Enrique Peña Nieto. Su gabinete se partió por la invitación, y tres secretarios
de Estado se enfrentaron. Por un lado Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de
Gobernación, quien insistió al Presidente que cancelara el encuentro y se
ofreció como el chivo expiatorio del desaire de último minuto, y la canciller
Claudia Ruiz Massieu quien, al ser excluida del proceso, presentó su renuncia,
sin que se la aceptaran. Por el otro, el arquitecto de la reunión, Luis
Videgaray, Secretario de Hacienda, quien convenció al Presidente de que o se
acercaban a Trump, o el 8 de noviembre, si ganaba la elección, sería la
catástrofe económica para México. El Presidente, de principio a fin, respaldó a
Videgaray.
La historia de la visita de
Trump a México fue descrita por dos altos funcionarios del Gobierno y por
fuentes diplomáticas en Washington. Revela los pormenores de la decisión más
transcendental que ha tomado Peña Nieto en la relación bilateral con Estados
Unidos, que ha dañado su relación con el Presidente Barack Obama y con la
candidata demócrata Hillary Clinton-los detalles serán abordados en textos
futuros-, con probables consecuencias. Al mismo tiempo, sacan a la luz el poder
de Videgaray y la ruptura violenta que se dio en el gabinete.
La idea de la visita surgió
de una instrucción del Presidente cuando volaba con Videgaray y Ruiz Massieu de
Washington, tras su encuentro con Obama, a Chile, para la XI Cumbre de la
Alianza del Pacífico en julio pasado, de acercarse a las campañas de los dos
candidatos, acorde con su declaración tras el encuentro en la Casa Blanca de
que su Gobierno trabajaría con cualquiera que ganara la presidencia en Estados
Unidos. La orden de Peña Nieto fue un llamado a la acción para Videgaray, quien
trabajó un acercamiento con Trump a través del jefe de la Oficina de la
Presidencia, Francisco Guzmán.
Los funcionarios mexicanos
dijeron que por medio de un empresario mexicano, Guzmán contactó al yerno de
Trump, el empresario Jared Kushner. El diario The New York Times dijo este
jueves que la visita a México fue analizada por Trump en agosto, que fue cuando
su yerno -casado con Ivanka- entró en contacto con la cancillería mexicana. No
fue así. Guzmán comenzó a hablar con él a petición de Videgaray, quien mantuvo
en secreto esas gestiones. Hasta el jueves de la semana pasada se comenzó a
abrir dentro del equipo compacto del Presidente Peña Nieto la posibilidad de
invitar a Trump, cuando se prepararon dos cartas para él y Clinton. La de
Trump, de acuerdo con extractos que fueron circulados por la campaña del
republicano en Washington, tenía un énfasis en la parte comercial, y en el
penúltimo párrafo señalaba el interés del Presidente de explicarle
personalmente lo que significaba la relación bilateral y la contribución de los
mexicanos a la economía estadounidense.
Esa carta de tres páginas,
señalaba que la cancillería mexicana establecería contacto con su equipo de
campaña. Las cartas fueron enviadas al embajador de México en Washington,
Carlos Sada, quien ese mismo día, a través de emisarios diplomáticos, las
entregaron en los cuarteles generales de las campañas. De acuerdo con un
funcionario, fue un mero trámite. La reunión con Trump ya estaba acordada, y
sólo faltaban los detalles de la logística. En la víspera de esa iniciativa,
sin saber que todo estaba caminando a espaldas del gabinete, Ruiz Massieu opinó
que la invitación a Trump sería contraproducente. La ignoraron.
El Gobierno de Estados Unidos
no sabía tampoco nada, y hasta el fin de semana, según fuentes diplomáticas, la
embajadora en México, Roberta Jacobson, recibió una notificación del Servicio
Secreto solicitando información de seguridad ante una “próxima visita” de una
persona de “alto perfil”. Hasta el martes, Jacobson tuvo la confirmación de que
Trump llegaría a México al día siguiente.
Ruiz Massieu, quien había
estado en Milwaukee en una de las reuniones que ha venido sosteniendo para
hablar sobre las relaciones bilaterales, había estado colocando mensajes en su
cuenta de Twitter que eran totalmente anti-Trump. No sabía, hasta que lo
publicó el portal de The Washington Post esa noche, que la visita de Trump era
un hecho. Indignada por la forma como en un tema de su competencia había sido
relegada, fue a ver al Presidente esa noche y renunció. Peña Nieto no se la
aceptó. Osorio Chong también vio al Presidente y le dijo que cancelara la
invitación. Ruiz Massieu se lo había dicho antes a Videgaray, quien le dijo que
era imposible. La canciller respondió que sería más barato, políticamente para
el Presidente, el desaire, que recibir a Trump. El Secretario de Gobernación
fue más allá. Según los funcionarios, le ofreció al Presidente que le echara la
culpa de la cancelación y que lo despidiera. Su renuncia sobre la mesa para
facilitar esa salida al Presidente, también fue desechada.
La crisis en el gabinete se
profundizó por las reacciones públicas sobre la reunión que llevó al Gobierno
de Peña Nieto a una situación donde parecía un funeral la noche del miércoles y
el jueves. Qué tanto el Presidente piensa que fue un error recibir a Trump como
le dijeron varios secretarios, es un misterio. Públicamente Peña Nieto dice que
no lo fue, porque Trump era una amenaza y había que encararlo. Trump no se dio
por enterado.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 02/09/2016 | 04:07 AM)
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