La experiencia que vivió una
mujer de 59 años durante los primeros minutos del sábado 3 de septiembre de
2016 en el Bulevar Benítez de Tijuana fue aterradora, cuando desde un puente
peatonal le cayó el cuerpo cercenado de un hombre en el parabrisas del auto, lo cual le hizo
perder el control y chocar contra la cinta asfáltica.
El cadáver mutilado era parte
de una amenaza del Cártel Sinaloa contra el Cártel Jalisco Nueva Generación
(CJNG).
Tres días después, el martes
6 de septiembre, las autoridades locales recibieron una alerta de sus similares
en el gobierno de Estados Unidos.
Tenían información de una
amenaza. Integrantes del CJNG han decidido atacar a la Policía Estatal
Preventiva (PEP), a los supervisores -personal que recién fue cambiado-, “…a todos los que no estén alineados”.
Estos hechos criminales
recientes forman parte de una pugna sangrienta que protagonizan el Cártel de
Sinaloa y el CJNG en el país desde 2010, lo que muestra que mientras otros
grupos delictivos han sido mermados, la mafia jalisciense es la que más se ha
fortalecido durante el presente sexenio.
Esta nueva guerra comenzó en
Baja California el año pasado, entre 2015 y 2016, gracias al apoyo de
criminales del Cártel Arellano Félix (CAF), y la irresponsabilidad y desdén de
las autoridades que insistieron en negar la presencia del peligroso cártel,
mismo que ahora parte de la Zona Este de Tijuana donde ya es territorio de los
de Jalisco; el grupo criminal se siente que tiene el poder y goza de impunidad
suficiente para amenazar la vida de los representantes de la autoridad,
mientras que la pugna por las calles
amenaza la tranquilidad y seguridad de ciudadanos no inmiscuidos en acciones
delictivas.
“Esto ya lo vivimos en otros
años”, dijo el secretario de Seguridad Pública del Estado, Daniel de la Rosa,
el 7 de septiembre en conferencia realizada en la Confederación Patronal de la
República Mexicana (COPARMEX) Tijuana, “… en otro momento cuando las células se
van empoderando”, mientras explicaba que el incremento en los homicidios se da por
el aumento de llegada de droga, y el intento de los grupos delictivos por
apoderarse del espacio. “A mayor ingreso de droga, una disputa mayor”
manifestó.
Hay drogas cuyo decomiso se
incrementó hasta en un 800 por ciento, otras un 200%, y eso es de las
incautaciones hechas por la PEP nada más, explicó el funcionario.
Este es un extracto del reportaje
publicado en la edición que circula este viernes 9 de septiembre.
(SEMANARIO ZETA/ INVESTIGACIONES ZETA /VIERNES,
9 SEPTIEMBRE, 2016 04:36 PM)
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