lunes, 11 de julio de 2016

EL PÉRSICO: A 10 AÑOS DE LA NOCHE DE HORROR MILITAR


Monclova, Coah.- El sol que cae a plomo en el vasto monte parece destruir lentamente las ruinas desoladas de El Pérsico, el prostíbulo donde justo hace 10 años, más de una veintena de militares armados con sus rifles irrumpieron a culatazos violando a 13 sexoservidoras y bailarinas.

Una de ellas, Ludivina Hernández García, resultó embarazada y dio a luz 7 meses después. La soledad se pasea en este lugar abandonado en medio de lomas, maleza, terracería intransitable y láminas oxidadas que cubren el maltrecho local de paredes devastadas que durante muchos años registró rituales de sexo y baile a ritmo de música frenética entre ebrios rijosos y mujeres de escasa ropa y excesivo maquillaje.

En pleno monte, la luz intensa del mediodía, contrasta abismalmente con el antaño escenario oscuro donde ebrios y sexoservidoras caminaban con dificultades por el terreno rocoso que separa a El Pérsico de Las Palmas, de lo que fue la zona de tolerancia de Castaños.

Desde lejos suena el rugido de las potentes máquinas de tráileres que circulan a exceso de velocidad por el bulevar Gustavo Galaz. En la ex zona de tolerancia castañense no se escucha ni el canto de algún pájaro, es como si gritara el silencio.


DEJAN HUELLA

Brillando de noche como luciérnagas, la madrugada del 11 de julio de 2006 las sexoservidoras intentaban atraer trasnochadores y ganar algunos pesos, pero se aproximaban sombras de maldad y negros capítulos que marcarían para siempre sus vidas, en la peor de las jugadas.

A su vez, del pelotón militar que metafóricamente colocó contra el paredón de fusilamiento a las féminas, tres de ellos destruyeron su juventud, pues ya tienen 10 años en prisión. Su última bala en el campo de batalla se la juegan en un recurso de amparo ante el Tribunal Colegiado del Octavo Circuito.

Los hechos del 11 de julio de 2006 casi han sido borrados por el tiempo, pero no en los involucrados porque tres soldados aún están en cárceles de Saltillo y Piedras Negras, otros siguen prófugos y otros más fueron absueltos, todos ellos juzgados judicialmente por el impartidor de justicia Hiradier Huerta Rodríguez.

“CHIVOS EXPIATORIOS”

Actualmente, Fernando Adrián Madrid Guardiola purga condena de 31 años y 8 meses de prisión; Juan José Gaytán Santiago, 21 años, y Omar Alejandro Rangel Fuentes logró que el Tribunal Superior de Justicia le redujera 26 años de cárcel, es decir de 41 años y 5 meses, el castigo fue estacionado en 15 años.

La abogada monclovense Aída Margarita Guardiola Ramírez, quien asesoró jurídicamente a la mayoría de los soldados detenidos y procesados, le sigue apostando a la inocencia de estos, pues considera que los verdaderamente responsables son aquellos que huyeron escapando de la justicia.

Afirma la litigante que por presión social el Gobierno no buscaba a quien lo hizo, sino a quien lo pagara, en medio de actos de incriminación hacia los militares y autoridades del obispo Raúl Vera López, quien tomó partido.

El proceso judicial fue inédito porque por primera ocasión en la historia de América Latina, autoridades civiles colocaron a militares en el banquillo de los acusados para juzgarlos por delitos del fuero común.

El juez Hiradier Huerta Rodríguez sintetiza que en el litigio se desahogaron más de 400 testimonios, más de 100 audiencias, y que el proceso quedó concluido en 1 año. Añade que se registró una producción de 20 mil fojas de todo el expediente, incluyendo las sentencias.

Expresa que la labor desarrollada en el proceso y sentencias de los castrenses que enfrentaron cargos de violación calificada y lesiones fue equivalente a la carga de trabajo de un juzgado en un año.

RECURSO ECLESIÁSTICO

El 18 de agosto de 2006 fueron aprehendidos ocho implicados y días después, tras las rejas, se confesaron ante Robert Coogan Hangarter, coordinador de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Saltillo a cargo del obispo Raúl Vera López.

Las revelaciones están bajo resguardo en la bóveda del secreto de confesión de la Iglesia Católica. Solamente el prelado estadounidense sabe lo que desahogaron los militares que siempre alegaron inocencia, argumentando que los culpables son aquellos que después de los hechos huyeron.

Al término del juicio, el subteniente Norberto Carlos Francisco Vargas fue absuelto por el juez Hiradier Huerta, pero la Procuraduría de Justicia apeló acreditando probables pruebas y entonces la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia le giró orden de reaprehensión, pero coloquialmente “peló gallo”.

El cabo de Caballería Ángel Antonio Hernández Niño salió libre tras enfrentar cargos por lesiones y logró reducir la sentencia de 3 años 8 meses, a 3 años. Héctor Méndez de la Cruz fue aprehendido en enero de 2007 luego de estar fugitivo desde que ocurrieron los hechos, pero fue sentenciado como inocente y liberado.

El juez Hiradier Huerta dictó sentencia absolutoria al cabo de Caballería Norberto González Estrada y a los soldados Rosendo García Jiménez y Casimiro Ortega Hernández, quienes refrendaron el fallo favorable en el Tribunal Superior de Justicia.

CON APEGO A LA LEY

La abogada litigante Aída Margarita Guardiola, sostiene hoy en día que las sentencias absolutorias se apegaron estrictamente a la ley y a los acontecimientos registrados por parte del juez Hiradier Huerta Rodríguez.

Las absoluciones enfurecieron al obispo Raúl Vera López, y desde el púlpito de la Parroquia La Sagrada Familia de la colonia Asturias criticaba severamente

al juzgador de la causa, Hiradier Huerta Rodríguez, éste reaccionó y viajó hasta Roma para denunciarlo ante la Santa Sede, pero no sabe que el Vaticano haya procedido contra el fraile.

HACE 10 AÑOS

Era martes aquel turbulento 11 de julio de 2006, y la madrugada olía a aburrimiento en los salones El Pérsico y Las Palmas.

Los meseros casi no tenían actividad porque los escasos noctámbulos bebían lentamente y las sexoservidoras, muy jóvenes, abrigaban la esperanza de más clientes, pese a que era inicio de semana.

De pronto, alrededor de las 02:00 horas, el soldado José Joaquín Alvarado Flores, siempre prófugo tras desertar del Ejército, encabeza con cuatro de sus compañeros un zafarrancho en El Pérsico contra algunos parroquianos.

Se retiran del lugar en taxi, visiblemente molestos, pero en menos de una hora regresan a bordo de unidades Hummer reforzados con una veintena de militares uniformados y armados dispuestos a todo. Pareciera que no buscaban a quien se las hizo, sino a quien se las pagara.

Los militares estaban asignados a la custodia del material electoral en las instalaciones del entonces Instituto Federal Electoral, luego de las elecciones transcurridas el primer domingo de ese julio de 2006.

Arribaron los soldados a los salones destruyendo todo lo que encontraban a su paso y en las hostilidades golpearon policías, guardias y algunos parroquianos, a quienes una vez en el suelo bocarriba, les colocaban la bota en el pecho al tiempo de apuntarles con el rifle.

De acuerdo a las indagatorias, una vez que los soldados tomaron violentamente el control de las cantinuchas, empezó el infierno para las bailarinas y sexoservidoras. Fueron violadas en tumulto, mientras escuchaban carcajadas de diversión de los militares, además de un coctel de insultos y vejaciones.

Taxistas, policías y parroquianos huyeron despavoridos entre el monte, y aunque hubo tímida reacción de resistencia cuando el uniformado de la Preventiva Municipal Francisco Neira pidió refuerzos a la corporación, el intento se apagó al notarse la brutalidad y ferocidad de los soldados.

Cuando el aguacero amainó, Brisa, Malena, Cinthya y Wendy encabezaron a las víctimas en reclamo de justicia ante autoridades estatales dirigidas por el gobernador Humberto Moreira, y desplegaron sus testimonios con la crónica del infierno ante el Ministerio Público y el juez penal Hiradier Huerta.

CAEN LOS PRIMEROS

El jueves 18 de agosto de 2006 se produjo la captura de ocho militares que habrían participado en las violaciones. Casimiro Ortega Hernández y Rosendo García Jiménez fueron aprehendidos en las propias instalaciones del 14 Regimiento Militar de Múzquiz.

Detectives de la Policía Ministerial del Estado al mando del director Aurelio Macías en coordinación con la Policía Militar, implementaron un operativo para cumplimentar las órdenes de aprehensión giradas por el juzgador.

Fueron trasladados a Monclova alrededor de las 18:00 horas e inmediatamente fueron internados en el reclusorio, luego de trámites de fichaje por peritos de la Fiscalía General de Coahuila, entonces a cargo de Jesús Torres Charles.

Casi al mismo tiempo, otros ocho soldados involucrados eran aprehendidos por autoridades militares en Mazatlán, Sinaloa, y en el aeropuerto de Ciudad Frontera se montó un despliegue entre la Policía Ministerial del Estado y jefes castrenses para recibirlos e internarlos en el Cereso.

Poco antes de la medianoche, tocó pista en el aeropuerto Venustiano Carranza un avión de la Fuerza Aérea Mexicana con los militares detenidos Norberto Carlos Francisco Vargas, Juan José Gaytán Santiago, Ángel Antonio Hernández Niño, Norberto González Estrada, Omar Alejandro Rangel Fuentes, Fernando Adrián Madrid Guardiola.

Al día siguiente, rindieron su declaración preparatoria ante el juez Hiradier Huerta Rodríguez, enfrentando cargos de violación calificada y lesiones, sin embargo hubo tres órdenes de aprehensión que no han sido cumplimentadas porque los militares se encuentran prófugos de la justicia.

La abogada monclovense Aída Margarita Guardiola Ramírez, quien defendió en los tribunales de justicia a la mayoría de los soldados implicados, dice que ellos también fueron juzgados por autoridades militares en Consejo de Guerra.

Explica que a 10 años de distancia, Fernando Adrián Madrid Guardiola, Juan José Gaytán Santiago, y Omar Alejandro Rangel Fuentes están aún en prisión, a la espera que magistrados del Tribunal Colegiado de Circuito les concedan en amparo la protección de la justicia federal.

“Ya no son mis clientes, ya no los estoy asesorando jurídicamente, y es un despacho de abogados de la Ciudad de México el que dio profesionista.


PENA MILITAR

El 24 de octubre de 2007, el Consejo de Guerra de la Sexta Zona Militar dictó sentencia contra siete de los militares involucrados en la violación masiva de las 13 sexoservidoras de Castaños.

Las autoridades castrenses les fincaron cargos de abandono del servicio la noche del 11 de julio del 2006, cuando indebidamente se retiraron de su puesto de custodia en el Instituto Federal Electoral de la colonia Primero de Mayo para trasladarse a la zona de tolerancia de Castaños.

De esta forma, el subteniente Norberto Carlos Francisco Vargas, el de mayor jerarquía y que había sido absuelto por el Juzgado Penal, fue sentenciado a dos años de prisión, mientras los cinco restantes fueron condenados a año y medio de cárcel en el Penal Militar de Mazatlán.

Sin embargo, la abogada Aída Margarita Guardiola Ramírez dice que a Norberto Carlos Francisco Vargas le fue revocada la sentencia absolutoria del Juzgado Segundo Penal por magistrados de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Estado, por lo tanto actualmente está prófugo. Juan José Gaytán Santiago, Ángel Antonio Hernández Niño, Fernando Adrián Madrid Guardiola, Omar Alejandro Rangel, Ricardo Hernández Hernández y Norberto González Estrada fueron sentenciados a un año y medio de prisión. Ángel Antonio y Norberto González salieron libres de la prisión militar con fianza de 3 mil pesos que estipula la justicia militar.

Después de los hechos del 11 de julio de 2006, el entonces alcalde castañense Mauro Zúñiga Llanas, continuó autorizando el funcionamiento de los antros de vicios Las Palmas y El Pérsico, pero los negocios se fueron a pique y finalmente cerraron definitivamente.

OBISPO VS. JUEZ

En pleno escándalo social por la violación tumultuosa, el obispo Raúl Vera López encabezó una marcha exhibiendo cartulinas con leyendas en reclamo de justicia. Después enfurecería al no estar conforme con la sentencia del juez Hiradier Huerta Rodríguez.

Huerta voló a Roma en noviembre de 2007 y portafolio en mano desahogó un documento en El Vaticano denunciando al obispo por Abuso de Potestad Eclesiástica, indignado porque lo etiquetó de rufián en entrevistas con medios informativos y hasta en la homilía ante feligreses.

El funcionario judicial depositó en la Oficialía de Partes del Tribunal Supremo de la Asignatura Apostólica de la Santa Sede su denuncia, pero del destino de esa inconformidad, “nunca más se supo nada”.

Al juzgador penalista Hiradier Huerta le ofendió considerablemente una declaración periodística del obispo Raúl Vera López, quien dijo en entrevista realizada antes de las sentencias; “a ver con qué nos sale el juez, esperamos que no salga con una tontería o con una sentencia rabona, pues si es así quiere decir que ese juez no sirve para nada”.

SIN PRECEDENTES

¿Cómo se atrajo el caso de los militares al fuero común?, se le pregunta a Huerta Rodríguez, y expresa; “se hizo un estudio del Artículo 124 de la Constitución General de México, Artículo 50 del Código Militar, y Artículo 50 de la Ley Orgánica del Poder Judicial Federal donde establece que lo que no corresponde a la Federación compete a los Estados”.

“Al hacer un estudio de cómo se dieron los hechos se determinó que no correspondía al fuero militar hacer la aplicación de la jurisdicción, sino al Estado”.

“Human Watch Right (Observatorio de Derechos Humanos) nos reconoció la imparcialidad, y fue un parteaguas en la historia de la justicia en este tipo de hechos, en el sentido de que fue el primer caso según se documentó por parte de la revista Proceso, en América Latina, donde un juez del fuero no militar conoce de este tipo de asuntos del sistema de justicia jurídica”.

Posteriormente, añade, “hay resoluciones de la Corte Interamericana a las cuales tiene que aplicar la Suprema Corte en el caso Radilla en la cual ya fijan los lineamientos de por qué debe ser la justicia del fuero común, o sea que es la justicia común quien debe conocer”.

¿Registraron ustedes presión social al atender el caso?, “la presión social se vive en un asunto de esta naturaleza donde se ve inmiscuida toda una sociedad, pero donde se aplicó el Derecho, siento que se aplicó una resolución de acuerdo a mis conocimientos”.

“Las absoluciones se confirmaron y las sentencias condenatorias fueron modificadas en algunos de los casos, pero bueno, también tenemos una superioridad que revisa lo que nosotros tenemos y se ajuste esto a Derecho”, concluye Huerta.


(ZOCALO/ ALBERTO ROJAS/ 11/07/2016 - 04:00 AM)

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