martes, 21 de junio de 2016

EL PRIMER CÁRTEL DE “EL CHAPO”

Asesinados, extraditados, con inmunidad gracias a acuerdos con el gobierno estadounidense, prófugos o en prisión, es como terminaron los primeros colaboradores de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Éste es el “Cártel Guzmán”, con el cual el capo inició el trasiego de cocaína desde Colombia a inicios de los noventa y se convirtió en el narcotraficante más buscado del mundo Seguir, escudriñar y documentar la primera red de tráfico de cocaína que Joaquín Guzmán Loera formó en Estados Unidos, tomó cinco años a las autoridades estadounidenses.

Pilotos, empresarios, contadores, abogados, choferes e ingenieros conformaban lo que entre 1989 y 1994, la Fiscalía General de Estados Unidos bautizó como el “Cártel Guzmán”.

La acusación, respaldada por un Gran Jurado del Distrito Sur de California en noviembre de 1994, revela cómo “El Chapo” dirigía desde México, los traslados de toneladas de droga de Colombia a la Ciudad de México hasta la frontera de Tijuana y de ahí a California, Illinois y Nueva Jersey en Estados Unidos. Incluso en prisión, después de su arresto en junio de 1993 en la Ciudad de México, “El Chapo” continuaba dirigiendo la organización a través de su hermano Arturo “El Pollo” Guzmán Loera y mediante el uso de avionetas, trenes, túneles y vehículos para el tráfico, explican documentos de la Corte del Distrito Sur de California en San Diego.

Son 23 los nombres que aparecen ligados a la estructura criminal por los delitos de conspiración para importación y posesión de cocaína con fines de distribución, asociación delictuosa y lavado de dinero.

Algunos continúan prófugos, otros fueron llevados a juicio y sentenciados, varios firmaron acuerdos con el Departamento de Justicia de la Unión Americana para convertirse en informantes y evitar la cárcel, unos pocos continúan en prisión y uno fue ejecutado por grupos rivales.

Sin embargo, este expediente judicial es por el que el gobierno estadounidense solicitó la extradición del capo.

 El 18 de junio de 2014, el magistrado David H. Bartick de la Corte del Distrito Sur de California, emitió una orden de aprehensión contra Guzmán Loera, la cual continúa vigente y peleándose en tribunales mexicanos.  

LOS REYNOSO BROTHERS

Originarios de Jalisco, los hermanos José, Antonio y José Reynoso González vivían como prósperos empresarios en Los Ángeles a finales de la década de los ochenta, pero también eran fieles narcotraficantes al servicio de “El Chapo”.

Utilizaron sus negocios para “prestar un aire de legitimidad a la importación de cocaína y a la exportación de dinero del ‘Cártel Guzmán’”, explica uno de los documentos de la Corte.  

Antonio Reynoso González 

La cadena Reynoso Bros. Inc. agrupaba varias tiendas de abarrotes en el sur de California.

Otros de sus negocios incluían Tía Anita, Frutería Tropicana, Grocery Depot y Cotija Cheese, dedicados a la importación de comida mexicana.

José Reynoso González manejaba los negocios de su familia y fungía como uno de los dos principales lugartenientes de “El Chapo” en la Costa Oeste de México y Estados Unidos.

Su involucramiento quedó documentado por primera vez en octubre de 1989, cuando agentes federales decomisaron 297 kilogramos de cocaína, escondidos entre cajas de jabón Ariel que estaban siendo cargadas a un camión en una de las bodegas de Reynoso Bros. Inc.

Por su parte, a Antonio Reynoso González lo apodaban “El Ingeniero” porque diseñaba narcotúneles en la frontera.

También se encargaba de trasladar cargamentos de cocaína. Por ejemplo, en enero de 1992, agentes estadounidenses documentaron cómo José y Jesús Reynoso adquirieron una propiedad en Otay Mesa, California.

Los hermanos pagaron 9 mil dólares por un terreno ubicado en la esquina de las calles Siempre Viva y Avenida de la Fuente Sur, a metros del muro entre Tijuana y California.

Para ello, los Reynoso González utilizaron como prestanombres a otro de sus cómplices, Jorge Ramírez Córdova “El Entrenador”.

En el predio, ordenaron la construcción de una bodega, la cual serviría para esconder la salida de un narcotúnel, iniciado en Tijuana, de 350 metros de longitud.

En abril de 1993, el chófer de un tráiler, llamado Armando Reyes González, fue detenido en Tecate.

Al revisar la carga del vehículo, autoridades mexicanas encontraron 7.3 toneladas de cocaína escondidas dentro de mil 400 latas de jalapeños marca La Comadre.

De acuerdo con informantes del gobierno norteamericano, “la cocaína había sido colocada en una empacadora de los Reynoso en Guadalajara con la presencia y ayuda de José y Antonio Reynoso. Las latas llegarían a una bodega en Tijuana para ser transportadas por el túnel”, refieren los documentos de la Corte consultados por ZETA.  

DE LUGARTENIENTE A TORTURADO

Enrique Ávalos Barriga “El Doctor” es descrito por reportes de la Fiscalía de Estados Unidos como “el principal administrador, organizador y líder en el tráfico de cocaína” del cártel de “El Chapo”.

Como empresario mantenía negocios en ambos lados de la frontera, Distribuidora El Campeón y la importadora de comida Ochoa Brothers en California, así como Distribuidora de Básicos en Tijuana.

Durante los primeros años, organizó a los integrantes para realizar el traslado de droga, por ejemplo, mediante vagones de tren que transportaban aceite de cocina.

“Con la ayuda de Fernando González ‘La Gori’, Adalberto Partida Chávez y Ricardo Yudice Campos, rentó y acondicionó bodegas en California, Chicago y Nueva Jersey para almacenar la cocaína que había sido traficada por la frontera”, explican los informes estadounidenses.

El robusto expediente, de más de 100 páginas, ilustra varias ocasiones en que “El Doctor” se encargaba de repartir tareas a los integrantes.

Entre esas fechas, está la del 11 de marzo de 1991 en San Diego, cuando Ávalos Barriga designó las ubicaciones en que cada uno debía entregar y recoger paquetes de narcóticos mediante claves en código.

Cuatro días después, Víctor Manuel Gaxiola García, Rodolfo Lizárraga Valenzuela y Juan Carlos Álvarez Guerrero viajaron en dos vehículos para transportar y custodiar 283 kilogramos de cocaína que habían sido introducidos por la Garita de San Ysidro a Estados Unidos.

Álvarez Guerrero intentó sobornar a un inspector de Inmigración de San Ysidro para que le permitiese contrabandear el cargamento.



Arturo Guzman Loera, “El Pollo”

En junio de 1992, Ávalos Barriga y “El Entrenador” abrieron una ferretería para importar productos de México a Estados Unidos.

Uno de los materiales de construcción, rollos de malla ciclónica, tenía añadidos pequeños compartimentos de fibra de vidrio para esconder la droga.

Después de que en 1993 se descubriera el cargamento de cocaína en latas de chiles jalapeños y el túnel construido entre los hermanos Reynoso González y Ávalos Barriga, éste decidió mudarse de Los Ángeles a Chicago para no ser investigado ni detenido por las autoridades estadounidenses.

Desde Chicago trabajó en la expansión de bodegas para almacenamiento de droga a Nueva Jersey e Illinois.

En uno de los párrafos de la acusación, la Fiscalía describe cómo Enrique Ávalos y José Reynoso “utilizaron numerosos métodos para importar y transportar la droga, modificándolos con la misma rapidez que las agencias de seguridad los descubría”.

Sin embargo, “El Doctor” cometió varios errores. Uno de sus principales socios desde finales de los años ochenta era Miguel Ángel Martínez Martínez “El Tololoche”, encargado de supervisar operaciones de “El Chapo” en Estados Unidos, una especie de intermediario.

En julio de 1994, Martínez avisó a Ávalos que le enviaría dos mensajeros que transportarían dinero en efectivo de Chicago a Guadalajara para entregarlo a Arturo “El Pollo” Guzmán Loera, hermano de “El Chapo”.

A su vez, Ávalos instruyó a Luis Fernando González –otro de los cómplices- para que los recibiera y les entregara dos televisiones nuevas empacadas, con las cuales viajarían a Guadalajara.

Los aparatos contenían 700 mil dólares en efectivo que tenían que llegar a “El Pollo” Guzmán.

Sin embargo, los mensajeros no abordaron el avión.

Fueron detenidos por agentes de Aduana en el Aeropuerto.

Días después, Silvia, esposa de Ávalos Barriga, le llamó desde Tijuana para decirle que un grupo de hombres había ingresado a su casa y se habían llevado un millón de dólares en efectivo.

La llamada fue intervenida y grabada por autoridades estadounidenses.

Tras “regañar severamente a su esposa”, según dice el reporte, Ávalos Barriga pidió a uno de los hermanos Reynoso que fuera hasta Tijuana para verificar que la versión de la mujer fuera cierta, después de que en septiembre de ese año, agentes federales incautaran 390 kilogramos de cocaína escondidos en los tubos de PVC de varios calentadores de agua, dos vehículos y una bodega de Chicago.

Para rendir cuenta de los decomisos de dinero y cocaína, Enrique viajó a México para reunirse con miembros del denominado “Cártel Guzmán”.

“Fue físicamente torturado y prometió pagar la deuda”, indica la acusación federal.

Otras de las funciones de “El Doctor” dentro de la organización criminal era la de supervisar la construcción de narcotúneles.

Por ejemplo, en septiembre de 1991, desde Chicago, Enrique Ávalos conversó con Miguel Ángel Martínez sobre la factibilidad de construir un túnel entre San Luis Río Colorado y Mexicali.

Entre los métodos que planteó para el trasiego, estaba llenar de cocaína vagones de tren que transportarían aceite de cocina de la empresa Angro Industrias Unidas.  

EL COLOMBIANO

El 25 de agosto de 1994, Jorge Alberto Salles contactó a Enrique Ávalos para presentarle a Rodrigo Suavita, apodado “Rocky”.

El colombiano radicado en Cali buscaba contactos para encontrar nuevas rutas de tráfico de coca dentro de Estados Unidos. Después del contacto, “Rocky” viajó de Texas a Los Ángeles para verse con Antonio Reynoso en una de las bodegas que los hermanos Reynoso González tenían en Baldwin Park, California, muy cerca de Los Ángeles.

Salles le reportó a su “jefe” en México que el encuentro había dejado buenos resultados y que el colombiano estaba interesado en contratar a Enrique Ávalos para transportar cocaína de Chicago a Nueva York, por lo que en septiembre de ese año, Enrique Ávalos ordenó a uno de sus subordinados preparar una bodega en Nueva Jersey para una empresa falsa llamada Quinones Machinery, dedicada a la venta de maquinaría pasada, para comenzar con los envíos de droga.



Ismael “El Mayo” Zambada 

De la misma forma, años antes, Ávalos se había encargado de rentar una bodega a nombre de su empresa Distribuidores Básicos en Tijuana, donde llegaría el cargamento de toneladas de cocaína dentro de latas de chiles jalapeños.

A su vez, Salvador Reza, dueño de Commercial Real Estate Services (CRESE) en El Monte, California, actuaba como agente de bienes raíces para conseguir bodegas para Ávalos y los hermanos Reynoso.  

LOS PILOTOS Y LOS AEROTAXIS

Entre febrero y  marzo de 1990, en la Ciudad de México, “El Chapo” y Miguel Ángel Martínez Martínez abrieron una compañía llamada Aero Ejecutivos Poblanos (SAEPSA) para brindar servicio de aerotaxi.

En realidad, la empresa sería utilizada para transportar dinero y cocaína hacia y desde Estados Unidos.

Cuando autoridades estadounidenses hallaron la relación de esta empresa con el narco, los integrantes del “Cártel Guzmán” hicieron varias maniobras legales.

En septiembre de 1990, autoridades mexicanas confiscaron la empresa SAEPSA, pero para evitar el decomiso de las avionetas, la compañía cambió el registro a nombre de las empresas de los hermanos Reynoso.

Por ejemplo, cambiaron el nombre de SAEPSA a Aeroabastos y registraron las aeronaves con los nombre de los negocios de los hermanos Reynoso en California.

En noviembre de 1991, en Los Ángeles, California, José Reynoso cambió el registro de la aeronave a la de Grocery Depot.

Con el nuevo nombre, el 20 de noviembre de ese año, los pilotos predilectos de la organización criminal, Geraldo Antonio Frisbie Calderón y Enrique Suárez Estrada, pilotearon la avioneta de León, Guanajuato, a California.

Tres días después, salieron en la misma avioneta de Tijuana a San Diego, California.

En estos viajes, agentes de Estados Unidos documentaron que Frisbie Calderón y Suárez Estrada transportaban dinero de la Unión Americana a territorio mexicano, así como drogas de México a Estados Unidos.

Otro de sus viajes data del 29 de julio de 1992, cuando volaron de México a Laredo, Texas.  

EL ABOGADO INMUNE

Humberto Loya Castro, apodado “Licenciado Pérez”, ha sido uno de los principales abogados y asesores del Cártel de Sinaloa durante casi 30 años. En el expediente judicial 95-0973-B, del cual se desprende este reportaje, así lo identifica.

El mundo de la abogacía lo mantenía en contacto con funcionarios mexicanos.

Entre 1989 y 1994, “se aseguraba de que si miembros clave de la organización eran detenidos, no quedaran arrestados a cambio de pagar dinero para obtener documentos legales de la PGR para alterarlos”.

Su función era pagar miles de dólares a cambio de que policías no decomisaran los cargamentos de droga del cártel ni detuvieron a sus miembros.

La acusación describe cómo el abogado pagó mil dólares a un oficial de la Policía Federal Judicial para que soltara a Arturo Guzmán, hermano de “El Chapo”.

Sin embargo, casi 20 años después, en 2005, Loya Castro firmó un acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos para convertirse en su informante, con lo que tres años después, se desecharon los cargos en su contra.

El abogado acompañó a Vicente Zambada Niebla, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada cuando acudió a un hotel de la Ciudad de México frente a la Embajada de Estados Unidos en 2009, según documentos de la Fiscalía General de Estados Unidos.

Días después, el hijo del líder del Cártel de Sinaloa fue capturado y actualmente se encuentra detenido en la Unión Americana.

Según otros informantes y agentes estadounidenses, la colaboración de Loya Castro con el gobierno de ese país, se ha basado en entregarles información de los hermanos Arellano Félix y otros rivales del Cártel de Sinaloa. 

ENTRE FAMILIA

Arturo “El Pollo” Guzmán Loera ocupaba el segundo lugar en la primera jerarquía identificada por la Fiscalía de Estados Unidos. Estaba encargado de recibir instrucciones de “El Chapo” para el resto de los integrantes en cuanto a las operaciones con el tráfico de cocaína en la Unión Americana.

Su rol cobró mayor importancia cuando en 1993, su hermano mayor fue detenido en México.

Aunque no fue capturado en Estados Unidos, el hermano menor del capo fue aprehendido en México.

El 31 de diciembre de 2004, fue asesinado en su celda, el locutorio número 22 del penal de Altiplano.

Con un arma de fuego, escondida en un depósito de agua de los sanitarios de la prisión, José Ramírez Villanueva le quitó la vida.

La ejecución fue atribuida al Cártel Carrillo Fuentes. Otro de los integrantes de la organización era Raúl Guzmán Enríquez, hijo de Raúl Guzmán Ruíz, narcotraficante y compadre de “El Chapo”.

Después de que su padre fue asesinado en noviembre de 1992, por miembros de una organización rival, Raúl Guzmán comenzó a trabajar para “El Chapo”, pues tenía que saldar una deuda de millones de dólares a la organización, dejada por su padre.

El expediente detalla que Guzmán se reunió con “El Chapo”, quien le otorgó un rol dentro del cártel.

Mediante intervenciones de llamadas telefónicas, autoridades estadounidenses documentaron cómo el 3 de febrero de 1995, desde San Antonio, Texas, Raúl Guzmán mantuvo una llamada telefónica con un cómplice.

La conversación se centraba en Guillermo Saillez Cuervo, uno de sus cómplices preso en la cárcel Florence de Tucson, Arizona.

Guzmán le aseguraba que el licenciado Loya Castro tenía contactos en la correccional y podía organizar un escape para evadir la sentencia de 19 años de Saillez Cuervo.  

EL JUICIO


El 23 de agosto de 1996, en la Corte del Distrito Sur de California, inició el juicio contra Enrique Ávalos Barriga, José Reynoso González, Luis Fernando González, Salvador Reza y Ricardo Yudice Campos, el resto de los acusados continuaban prófugos.

El juez Leland C. Nielsen declaró “el caso complejo” por la cantidad de evidencia aportada por la Fiscalía, la comisión de delitos en distintos jurisdicciones judiciales y por el grado de participación de los acusados.

La fiscal a cargo del caso, Cynthia Bashant -quien hoy funge como jueza de Distrito del Sur de California- presentó 160 testigos iniciales entre expertos en túneles, especialistas en operaciones de importación y exportación de México, agentes federales estadounidenses, químicos, empleados de hotel donde los miembros del Cártel se reunían y expertos en administración federal aérea federal.

La evidencia en papel incluía 30 mil páginas, como reportes policiacos de autoridades mexicanas, grabaciones de llamadas telefónicas intervenidas y fotografías de cuando los acusados se reunían a intercambiar dinero y narcóticos.

Mientras que como evidencia física, la fiscal Bashant aportó las latas de chiles jalapeños La Comadre donde se ocultaba la cocaína, avionetas, transferencias de dinero en efectivo y grabadoras que habían sido escondidas entre plantas de cactus de los lugares donde los integrantes del “Cártel Guzmán” se veían.

Con todo esto, la Fiscalía preparó la acusación por conspiración para importación y posesión de cocaína con fines de distribución, asociación delictuosa y lavado de dinero, la cual cerró el 23 de junio de 1995.

De entrada, por ser considerado uno de los líderes del cártel, Enrique Ávalos Barriga fue sentenciado a prisión de por vida.

A sus 70 años de edad, se encuentra recluido en una prisión localizada en Victorville, California.

Salvador Reza, de 84 años de edad, salió de prisión en marzo de 1998, mientras que Ricardo Yudice Campos, de 65, abandonó la cárcel en junio de 2004.

A ellos dos se les acusó directamente de administrar las bodegas donde se almacenaba la cocaína.

Mientras que José Reynoso González, de 84 años, salió de prisión en septiembre de 2006.

En cambio, su hermano Antonio Reynoso González apenas inicia su proceso penal.

En octubre de 2015 fue extraditado a San Diego, California. El hombre de 72 años se encuentra en la Prisión Metropolitana de San Diego, después de que el juez le negara la posibilidad de enfrentar el proceso en libertad.

De acuerdo con documentos de la Corte del Distrito Sur de California, más de 37 mil páginas de evidencias han sido aportadas por la Fiscalía, incluidas miles de llamadas intervenidas durante la investigación.

Las cintas, cuyo formato original era casete, han sido transferidas a discos compactos.

De éstas, Antonio Reynoso ha identificado entre 50 y 60 llamadas en las que participó, las cuales deberán ser traducidas de español a inglés, detallan documentos del 9 de mayo de 2016. Reynoso González pidió un traductor para las audiencias siguientes.

El juez Jeffrey T. Miller determinó que la próxima se celebrará en julio. 


(SEMANARIO ZETA/ FOTOS: archivo /Inés García Ramos Lunes, 20 junio, 2016 12:00 PM)

No hay comentarios:

Publicar un comentario